domingo, 15 de abril de 2007

Beatriz cumplió un añito





Beatriz, mi hija menor, cumplió su primer añito de edad el pasado martes 3 de abril. Para la ocasión, Iris y yo le organizamos en la casa una pequeña fiestecita a la que asistieron los niños del edificio donde vivimos. ¡Se portó de maravillas nuestra pequeña princesa! Mis colegas Miguel Díaz Nápoles y Pastor Batista Valdés trajeron sus cámaras para dejar constancia gráfica del acontecimiento familiar. Aquí les muestro algunas de sus fotografías.

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domingo, 8 de abril de 2007

Mi familia por dentro

SOFÍA vino al mundo un poco después de la medianoche del viernes 10 de diciembre del año 2004. Pesó en la báscula siete libras con cinco onzas. En el horóscopo es Sagitario, igual que yo. Caminó a los 14 meses de nacida. Desde hace aproximadamente un año asiste al círculo infantil «Las Tres Casitas», no lejos de nuestra casa. Allí, entre otras cosas, ha aprendido a llevar un horario del día, a relacionarse con nuevos amiguitos y a cantar canciones infantiles. En estos momentos Sofía se sabe más de 20 canciones, las cuales interpreta a su manera, ya espontáneamente, ya por petición. También le agrada mucho pintar, para lo cual me escamotea hojas de papel y luego las garabatea con sus crayolas de colores. Con lo que más simpatiza Sofía es con los libros, a pesar de que aún no sabe leer. Tiene alrededor de 15 libros infantiles, y los hojea y ojea a todas horas. Ella suele pararse en medio de la sala con un libro abierto a hacer como si lo leyera en su gerigonza. Además, exige que se les lean «de verdad» en diferentes horarios. De tanta lectura escuchada, Sofía puede recitar de memoria Los zapaticos de Rosa y La rosa blanca, dos textos fundamentales de José Martí. Es aficionada a clásicos como La Edad de Oro, La Cenicienta, El soldadito de plomo, Pinocho, El gallo de bodas, etc. Y a la literatura infantil cubana, especialmente al libro que narra en versos las aventuras de Chamaquili, un niño salido de la imaginación de Alexis Díaz Pimienta, de quien, por cierto, acabamos de recibir un correo electrónico donde asegura sentirse muy emocionado "al saber que la pequeña Sofía disfruta de esos poemas". Pueden ver el contenido de ese mensaje en el comentario adjunto a esta entrada. Otra faceta de Sofía es que es capaz de pasarse horas completas petrificada frente a la pantalla del televisor mientras disfruta de programas infantiles tales como La sombrilla amarilla, Alánimo y La canción infantil. Mientras está así no se permite distracciones de ningún tipo. Su película favorita es Shrek, ¡la ha visto decenas de veces! Todos los domingos la llevo al Teatro Guiñol a ver los títeres y los payasos. Ella disfruta tremendamente esos espectáculos y regresa a casa llena de fantasías. Definitivamente, Sofía está manifestando una marcada preferencia por el arte.
BEATRIZ nació al mediodía del lunes 3 de abril del año 2006, es decir, alrededor de 16 meses después que su hermanita mayor. Su signo zodiacal es Aries. Pesó siete libras exactas en la báscula del hospital «Doctor Ernesto Guevara de la Serna», en Las Tunas, Cuba. Se trata de una diablita intranquila y simpática, que irradia carisma por todas partes. La Betty es capaz de tirarle los brazos a cualquiera, aunque no lo conozca. Siempre está de buen humor y con una sonrisa pícara a flor de labios. Nuestros amigos se desviven por tenerla entre sus brazos, porque Beatriz es la alegría personificada. Exhibe una salud de hierro y un apetito voraz, incluso en los horarios más insospechados. Come lo mismo carne asada que pan viejo. Cuando tiene hambre no entiende de bromas. Tan pronto se llena, es toda risa. Duerme de un tirón toda la noche, aunque antes de irse a la cuna exige su correspondiente biberón con nueve onzas de leche. Se despierta primero que Sofía y rápidamente clama por su desayuno. Es juguetona y le encanta mortificar a su hermana, pues tan pronto se le presenta una oportunidad le quiere quitar sus juguetes, principalmente sus libros. Recientemente le celebramos su primer añito y lo disfrutó mucho. Llora muy poco, pero, cuando lo hace, altera a todo el mundo en la casa por la intensidad de sus gritos. Algunos en la familia aseguran que se da un parecido a mi difunta madre. ¡Cuánto orgullo hubiera sentido mi vieja con esa conmparación!" Beatriz todavía no camina sola, pero ya está dando pasitos con cierta seguridad. Esperamos que dentro de un mes a lo sumo ya lo haga sin dificultades. Yo la saco a pasear cada vez que puedo y en la calle la gente la celebra mucho. La llevo a visitar a mis parientes y a mis amigos. Cuando crezca un poquito más, comenzaré también a llevarla al parque infantil y al guiñol.
IRIS, mi esposa, nació el 15 de enero de 1971. Procede del municipio de Pilón, en la provincia de Granma. Realizó sus estudios secundarios y de pre-universitario en el Instituto Pre-Universitario Vocacional de Ciencias Exactas José Martí, de la ciudad de Holguín. Allí le fue asignada la carrera de Licenciatura en Periodismo, que cursó en la Universidad de Oriente, en Santiago de Cuba, desde el año 1988 hasta el año 1993, cuando se graduó. Fue en su época universitaria cuando nos conocimos, ya que los dos estábamos en la misma aula. Nos acercaron, principalmente, la afición por la lectura y la afinidad de intereses. Formamos pareja desde el año 1991. Cuando se graduó como licenciada en Periodismo, fue ubicada para su servicio social en su municipio de residencia, en calidad de corresponsal de la emisora provincial Radio Bayamo. Desde Pilón realizó coberturas y reportes diarios para la planta matriz sobre el acontecer socio-económico del territorio, principalmente del polo turístico existente en la zona, con sus hoteles Cuatro Estrellas Farallón del Caribe y Marea del Portillo. Al cumplir sus dos años de servicio social, vino para Las Tunas a reunirse conmigo y comenzó a trabajar en el periódico 26, donde todavía se mantiene, aunque hace dos años que apenas escribe por encontrarse de licencia de materrnidad.. Llevamos casi 15 años de relación matrimonial. Como profesional, ha ganado diversos concursos y sus trabajos de opinión sobre temas de la juventud suelen tener repercusión. Con ella he formado mi pequeña familia.

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sábado, 7 de abril de 2007

La tarde en que corrió Cristóbal

Hay hechos que no se olvidan aunque los años les pasen sus almanaques por encima. Yo tengo grabado en la memoria como el primer día aquello que ocurrió en Manatí cierta tarde del mes de mayo de 1968. Ninguno de los testigos ha olvidado un detalle, porque fue una reacción exagerada, absurda y multitudinaria. ¡Ah, las pasiones...! Cuando se desatan y embisten en tromba no hay muro que las pueda controlar. Abstráigase, lector, e imagine…
Es media tarde y dentro de minutos se jugará otra jornada del Campeonato Nacional de fútbol entre el equipo anfitrión y el once de La Habana. No cabe un alma en las decrépitas gradas del estadio Ovidio Torres. La afición local clama a gritos –entre ronazos y blasfemias- un triunfo sobre su enconado y tradicional adversario. ¡Siempre ha sido así!
La rivalidad entre el conjunto oriental y el capitalino hace del encuentro no solo un plato cotizado que todos quieren saborear, sino también una bomba de tiempo, capaz de estallar ante el más intrascendente motivo en cualquiera de los 90 minutos del partido. En efecto, la atmósfera en las graderías parece cargada de alta tensión. Pero, ¿lo habrá percibido en toda su magnitud el árbitro principal Cristóbal Martínez, quien estará a cargo del silbato?
Comienza el juego y la calidad de ambos conjuntos se pone enseguida de manifiesto. De ello dan fe las maniobras llenas de talento e imaginación de los jugadores cuando atacan o defienden. Apenas se han jugado 15 minutos de partido y el público comienza a dar indicios de enojo. ¿Razones? El colegiado se “equivoca” con demasiada frecuencia en favor del cuadro de la capital.
Transcurre e primer tiempo y las pifias legales en perjuicio de los de casa se suceden. “Fuiiiiiii”, suena el silbato, casi siempre para penar una “falta” manatiense. “Fuiiiiiii”, silban las decisiones los inconformes, es decir, la mayoría de los presentes. El bullicio es ensordecedor, homogéneo, amenazante... «Aquí va a pasar algo muy grave hoy», asegura alguien a mi lado. Y así fue.
Segundo tiempo. Cierta jugada de dudosa legitimidad afecta particularmente al once local. ¡Rechifla, insultos, maldiciones, agravios contra el colegiado! Otro fallo discutible y la multitud condena al hombre vestido de negro. Desde las gradas, un imprudente lanza la primera voz. Y entonces cientos de fanáticos se lanzan, se atropellan a toda carrera tras el pobre Cristóbal, quien, luego de un instante de vacilación, toma las de Villadiego, convencido de que su vida depende de la velocidad que sea capaz de imprimirle a sus piernas.
Echa a correr como un bólido hacia un potrero colindante. En la estampida bota silbato, tacos, tarjetas y hasta la sortija del anular de su mano derecha. Pasa ni se sabe cómo por debajo de una cerca y deja un jirón del traje en los alambres de púas. Se refugia en la casa del difunto Yeyo Barroso, desde cuyo patio la turba clama venganza. Tiene que intervenir la fuerza del orden para que no lo linchen. En la noche Cristóbal abandona el pueblo bajo fuerte custodia.
Pasaron muuuchos años, y en Manatí –¡ahh, qué tiempos aquellos...!- se siguió jugando fútbol de nivel. Cristóbal prosiguió también su carrera de árbitro por buena parte de Cuba. Solo que –¿previsión o rencor?- no volvió a pitar jamás un partido que tuviera por sede la popular cancha del “Ovidio Torres”.
Después de varios lustros, alguien reconoció que aquella vez se había ido demasiado lejos con Cristóbal. «¡Se nos fue la mano!”, admitió. Y hete aquí que la Dirección Municipal de Deportes le cursó una invitación especial para que visitara Manatí. Pero no en calidad de colegiado principal para dirigir un encuentro amistoso, sino como huésped distinguido del pueblo. Además, se le ofrecieron garantías absolutas de que el incidente ya estaba olvidado.
Cristóbal aceptó de buen grado el acto de desagravio y durante un par de días confraternizó con sus antiguos inquisidores. Quienes lo acosaron entonces, ahora lo abrazaron. Hubo un minuto de gran emotividad: En ceremonia pública, y para su sorpresa, le fue devuelta la sortija perdida aquella tarde de frenesí. La había conservado a guisa de trofeo un protagonista de los hechos. Cristóbal se emocionó como no se imaginan y hasta ensayó un discurso de gratitud. Y entonces alguien habló por los anfitriones. Y reflexionó sobre el pasado y el presente. Y yo, que aquel día de 1968 también corrí… delante de mi papá, quien trataba de darle alcance a mis 13 años para salvarme de aquella locura, me pregunté cuánto vale un pueblo cuando sabe reconocer sus errores.

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