martes, 18 de noviembre de 2008

Un tunero y Capablanca

El aval del cubano J.R. Capablanca, campeón mundial de ajedrez entre los años 1921 y 1927, constituye una pieza de gran valor del patrimonio deportivo nacional. No hay que ser experto en el asunto para colocar su nombre entre los más grandes íconos del llamado Juego Ciencia de todos los tiempos. La Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) reconoció su connotacion y designó en su honor el 19 de noviembre –fecha de nacimiento del criollo, en 1888- como el Día Mundial del Ajedrez.
Según el periodista e investigador Jesús G. Bayolo, la aparición de Capablanca en el tapete blanquinegro obedece a la popularidad que gozaba el ajedrez en La Habana a finales del siglo XIX. La capital era visitada entonces por grandes jugadores como el norteamericano Paul Morphy y el austriaco William Steinitz, quien defendió con éxito su corona mundial en 1889 frente al ruso Mijail Chigorin y le concedió la revancha en la propia sede habanera. En su libro My chess carrer, Capablanca comenta acerca de cómo se asomó al ajedrez
«Yo iba a cumplir cinco años de edad cuando por accidente entré a la oficina de mi padre y lo encontré con otro caballero. Nunca había visto un juego de ajedrez; me interesé y volví al día siguiente a verlos jugar. Al tercer día, mientras observaba, mi padre, un principiante, movió un caballo de un cuadro blanco a otro del mismo color. Su adversario -sin dudas del nivel similar- no se dio cuenta. Mi padre ganó y entonces yo le dije que era un hombre tramposo y me reí. Mi padre me preguntó qué sabía yo de ajedrez. Le repliqué que podría ganarle la partida. Mi padre me dijo que era imposible, pues me consideraba incapaz de colocar las piezas. Sin embargo, ensayamos y le gané.»
La historia posterior del ídolo cubano es conocida. Se tituló campeón nacional sin haber cumplido aún los 13 años de edad, hizo época en Estados Unidos mientras estudiaba en la Universidad de Columbia, derrotó a los más encumbrados maestros de la época y se adjudicó el campeonato mundial en 1921 tras vencer en un match al alemán Enmanuel Lasker. Luego, en 1927, cedió la corona ante el ruso Alekine. Tanto brilló que su apellido fue -¡es!- sinónimo de maestría.
Bayolo glosa su récord así: «Jugó 37 torneos, seis matches y nueve series. Ganó 22 torneos y fue segundo en otros 10. Ganó cinco matches y perdió uno. Ganó siete series y entabló dos. De 619 partidas oficiales, ganó 315, entabló 266 y solo perdió 38, para un 72,4 por ciento de efectividad. Hizo numerosos aportes al ajedrez, tanto en la teoría como en el reglamento y es quien más cerca ha estado de la perfección en el noble juego, lo que le llevó a crear un ajedrez superior con dos nuevas piezas (canciller y arzobispo) en tablero de 80 casillas. Se mantuvo invicto entre los años 1916 y 1924. Perteneció al cuerpo diplomático, pero fue el mejor embajador de Cuba por su genio ajedrecístico y por su recia personalidad».
PEÓN Y SALIDA
A fines de los años 30 del siglo pasado, la salud de Capablanca comenzó a resentirse. Un leve accidente cerebro-vascular en el torneo de AVRO, en 1938, le reservó el peor palmarés de su carrera: séptimo lugar entre ocho jugadores. Aun así, tomó un segundo aire, y en la Olimpiada Mundial de Ajedrez celebrada un año después en Buenos Aires, tuvo el mejor resultado en el primer tablero de Cuba, por delante de ritulantes estrellas como Alekine y Keres.
Cierto día de 1941, Capablanca y su gran amigo, el pintor matancero Esteban Valderrama, hablaban sobre diversos temas en el estudio habanero del artista. El ajedrez no podía faltar en el menú. Comentaban acerca de un match que se jugaba a la sazón en Europa cuando Capablanca contó a su anfitrión que en 1910 algunos de los mejores trebejistas de Nueva York lo retaron a jugar una serie de partidas. Él no solo aceptó y apostó por su triunfo, sino que hasta ofreció de ventaja peón y salida. Pero el proyecto no pudo concretarse porque los retadores no pudieron respaldar la cuantía de su apuesta.
Fue en ese instante cuando a Valderrama –por cierto, el único pintor para el que Capablanca posó y también el reformador de nuestro escudo nacional- se le ocurrió la gran idea: «¿Aceptaría el extitular de ajedrez del planeta celebrar un match en Cuba y otorgarles a sus rivales la misma ventaja que les dio a los norteamericanos?» El gran campeón dijo que sí. Advirtió, no obstante, que habían transcurrido más de tres décadas y que tal vez ya no contaba con igual resistencia e imaginación. Pero estaba dispuesto a probar.
Así, en los días posteriores a la conversación, Valderrama hizo público el ofrecimiento de que Capablanca accedería a enfrentar en una serie de seis partidas a un ajedrecista cubano. En vistas de la diferencia de calidad que existiría entre ambos, cualquiera que fuera su contrario, el otrora titular le ofrecería de ventaja la salida y el peón f7.
Entusiasmada por semejante iniciativa, la Federación Nacional de Ajedrez convocó a toda prisa un torneo especial cuyo ganador se convertiría automáticamente en el flamante contrincante del gran José Raúl Capablanca. Pero el proyecto se embrolló cuando las rondas previstas terminaron con un triple empate en la cúspide. Capablanca desbloqueó la situación con una solución elegante: aceptó jugar dos veces con cada uno de ellos.
Así fue como los destacados maestros Rafael Blanco y Rosendo Romero, y un hijo de Victoria de las Tunas radicado en la capital, el doctor José Fernández León, devinieron antagonistas de ocasión de uno de los más brillantes jugadores de ajedrez de cualquier época en el mundo. Una oportunidad como para conservar en el relicario de las remembranzas y contar luego en detalles a los nietos.
El sonado match no tuvo una sede exclusiva, sino que rotó por algunas de las más importantes edificaciones de La Habana de entonces, entre ellas los espaciosos salones de la revista Carteles y del tristemente célebre Diario de la Marina. La prensa de la época le ofreció en sus espacios extraordinaria cobertura durante su desarrollo entre el 21 y el 31 de marzo del propio 1941.
El resultado final no sorprendió a nadie. Capablanca entabló dos veces con Rosendo Romero, igualó una y ganó otra a Rafael Blanco y venció por partida doble al tunero Fernández León. Días después ofreció a los periodistas su valoración personal acerca de la calidad y el desempeño de sus rivales, que recoge la destacada Gran Maestra cubana Vivian Ramón en el foro de Internet Portalajedrez.com
«De mis contrarios el que jugó con más cautela y asiento fue Romero, además de ser el que obtuvo el mejor resultado. Debo aclarar aquí que en Cuba no hay mejores jugadores que Rafael Blanco y Rosendo Romero. Los habrá tan buenos, pero puedo asegurar que no los hay mejores. José Fernández León es un jugador muy nuevo y por eso perdió sus dos partidas. Si continúa progresando como hasta ahora, dentro de uno o dos años podría pasar a los demás. Pero tiene que progresar bastante todavía para llegar allá».
¿QUIÉN ERA FERNÁNDEZ LEÓN?
Hijo de un inmigrante español, José Fernández León nació en 1915 en Victoria de Las Tunas, donde residió durante casi toda su vida. Luego de grandes sacrificios se graduó de médico en la Universidad de La Habana. Allí se intensamente por el ajedrez, afición que trajo a su terruño a su regreso y que practicó en varios sitios de la ciudad, como el Club Capablanca, en la calle Colón, esquina a Julián Santana.
Su pasión por el milenario juego no tenia límites. Alguien que lo conoció, la tunera Hermidia Pérez, me contó una vez que por los años 1957 ó 1958 el galeno celebraba una partida amistosa con un oficial batistiano, a quien tenía casi al borde de la derrota. En ese preciso momento, y como por «casualidad», un soldado colocó su pistola cargada al lado de los contendientes. Por aquello de que a buen entendedor, pocas palabras, el médico descifró el amenazante mensaje y... ¡se dejó ganar por el esbirro!
En la ciudad tuvo una clínica privada, donde alternaba el ejercicio de la cirugía –especialidad en la que llegó a ser un consumado maestro- con la práctica del ajedrez. Luego se trasladó para La Habana y allá comenzó a enfrentar a los mejores representantes criollos del Juego Ciencia y a participar en importantes torneos. En 1944 se vieron cumplidas las predicciones de Capablanca: Fernández León se erigió en el titular cubano de esa disciplina.
He dejado para el final el verdadero honor que le asiste a Fernández León –fallecido hace unos pocos años- y del que sin dudas puede estar orgulloso su árbol genealógico: ¡fue el último cubano en perder con José Raúl Capablanca! Sí, porque en la segunda vuelta de aquel match de 1941 el genio hizo tablas con Blanco, y tablas con Rosendo en la sexta. La quinta, el 29 de marzo de 1941, se la ganó al tunero. Fue esa la última victoria de Capablanca en un evento semi-oficial, pues falleció al año siguiente en un hospital de Nueva York.
Perder con aquel jugador excepcional que fue José Raúl Capablanca es también honroso. Como dice el investigador Fausto Osorio, «la historia del ajedrez en Las Tunas puede blasonar de un suceso de extraordinario valor, porque la última persona que inclinó su rey ante el más brillante ajedrecista que ha conocido el mundo, fue un tunero: el doctor José Fernández León».
A continuación, las dos partidas que jugó Fernández León con José Raúl Capablanca en el match de 1941.

(2) Fernández León, J - Capablanca, JR
Exhibición, 1941
1.e4 c5 2.Cf3 g6 3.d4 Ag7 4.Cc3 Cc6 5.Ae3 Da5 6.Dd2 Cf6 7.Ac4 cxd4 8.Cxd4 Cg4 9.Cxc6 bxc6 10.Ad4 Ah6 11.De2 e5 12.Ae3 Cxe3 13.fxe3 Dc5 14.0-0 Dxe3+ 15.Dxe3 Axe3+ 16.Rh1 Tb8 17.Ca4 Ag5 18.b3 d6 19.Tad1 Ae7 20.Af7+ Rd8 21.Cc5 Ag4 22.Ce6+ Rd7 23.Cc5+ Rc8 24.Ae6+ Axe6 25.Cxe6 Tb5 26.a4 Tb4 27.Tf7 Rd7 28.Cc5+ Re8 29.Cd3 Txe4 30.Tdf1 Tf8 31.Txf8+ Axf8 32.Rg1 Ah6 33.Te1 Td4 34.Rf1 Rd7 35.Re2 e4 36.Cf2 Td2+ 37.Rf1 d5 38.Te2 Rd6 39.Txd2 Axd2 40.Re2 Aa5 41.Ch3 Re5 42.Cg5 h5 43.Ch3 Rf5 44.Cf2 Ab6 45.Cd1 Ag1 46.h3 Re5 47.Rf1 Ac5 48.Re2 a5 49.Cb2 Aa3 50.Cd1 Ac1 51.Rf2 Rd4 52.Re2 c5 53.g3 g5 54.c3+ Re5 55.Cf2 d4 56.Cd1 d3+ 57.Rf2 Rd5 58.g4 h4 59.Ce3+ Axe3+ 60.Rxe3 c4 61.b4 axb4 62.cxb4 c3 63.a5 c2 64.Rd2 Rd4 65.a6 e3+ 0-1

(5) Fernández León, J - Capablanca, JR
Exhibición, 1941
1.e4 c5 2.Cf3 g6 3.d4 Ag7 4.Ac4 cxd4 5.Axg8 Txg8 6.Cxd4 d5 7.Cb3 dxe4 8.Dxd8+ Rxd8 9.c3 Cc6 10.C1d2 Af5 11.Cc5 e3 12.fxe3 b6 13.Cce4 Ce5 14.Cf2 Cd3+ 15.Cxd3 Axd3 16.Cf3 e5 17.Ad2 Re7 18.0-0-0 e4 19.Cd4 Ah6 20.Cc6+ Re6 21.Cb4 Ae2 22.Tde1 Ab5 23.b3 a5 24.a4 axb4 25.axb5 Ta2 26.cxb4 Tc8+ 0-1

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