viernes, 21 de mayo de 2010

Ya viene el Mundial de Fútbol

La Televisión Cubana recién acaba de anunciar que transmitirá  por la pequeña pantalla los 64 encuentros del casi inminente Campeonato Mundial de Fútbol, previsto para celebrase en la lejana Sudáfrica desde el próximo 11 de junio. Se trata de una excelente noticia para los millares -¿millones?- de hinchas que tiene por toda nuestra geografía el más universal de los deportes.
Puedo imaginarme los acalorados conflictos de intereses que se desatarán en los hogares cuando el árbitro suene su silbato en el juego inaugural. Y si algún encuentro se planifica en el horario nocturno, las mujeres pondrán el grito en el cielo, porque en la noche ellas suelen disfrutar de las telenovelas. Harán cualquier cosa por salirse con la suya.
Si alguien no tiene una idea clara de lo que significa este suceso deportivo de un mes de duración para aficionados de todas las zonas, razas, creencias, ideologías, posiciones y oficios, lea este simpático texto que circula por Internet. Lo escribió especialmente para su esposa un futbolmaníaco anónimo. Lo piensa pegar en la puerta del refrigerador para que su media naranja sepa qué le reservan las emotivas jornadas del campeonato mundial del deporte de las multitudes. Dice:
«Querida, durante los 30 días del mundial el televisor me pertenece. Si tienes  necesariamente que pasar frente a la pantalla, puedes hacerlo, siempre que sea gateando y sin distraerme. Mientras esté viendo los juegos soy sordo y ciego para lo demás. Así que no esperes que te atienda, escuche, abra la puerta, vaya a la tienda, coja el teléfono o auxilie al niño que se cayó por el balcón. Si me ves molesto porque mi equipo va perdiendo, evita decir que no es para tanto. Con eso me enfadaré más. 
«Claro, puedes sentarte conmigo a ver un juego y hablarme. ¡Pero solo en el medio tiempo! Las repeticiones de los goles me encantan. No importa si me los sé de memoria. Los quiero ver de nuevo muchas veces. Y los resúmenes son tan importantes como los propios partidos. Así que no me digas que si no me aburre ver lo mismo, porque no te haré el menor caso... Ahhhh, y que a tus amigas no se le ocurra visitarnos en estos días. Ni mucho menos casarse, porque a) no iré, b) no iré y c) no iré...»
Exageraciones humorísticas a un lado, estampas muy similares a esta que les acabo de referir matizarán la cotidianidad de la imaginaria cancha televisiva del hogar. Nuestro globo terráqueo parecerá, con sus paralelos y meridianos formando cuadrículas, un balón blanquinegro suspendido en el espacio. Es que el fútbol   es precisamente eso: pasión universal. Hoy las cuatro quintas partes de la población planetaria lo tienen por su especialidad preferida y en la mayoría de los países es el deporte nacional. Lo practican en el desierto con una vejiga de camello hinchada y en la selva con una fruta redonda a guisa de pelota. Sí, el mundo semeja un balón de fútbol. Y muchos pretenden patearlo como si de veras lo fuera.
En Cuba, por una tradición incorporada a nuestro torrente sanguíneo, el béisbol monopoliza el carisma  Pero esta que se avecina será una oportunidad excepcional para cambiar de terreno, de dinámica y de traje por cuatro semanas. No debemos privarnos de ese espectáculo único, aunque todavía la mayor de Las Antillas no esté allí representada.
Sé que muchos compatriotas, de todas las edades, aprovecharán la oferta para echar raíces ante el televisor y disfrutar de un deporte a todas luces bendecido por los dioses. Algunos, precavidos, tomaron vacaciones para la oportunidad. Otros, tal vez menos afortunados, tendrán que contentarse con las transmisiones diferidas, que tienen también su encanto cuando se neutraliza la tentación de conocer a priori el desenlace de los juegos.
Pero a las mujeres no se les debe menospreciar  a la hora de los partidos. Ni tampoco colocarles cartelitos en la puerta del refrigerador. Conozco a más de una que dejará gustosa la telenovela para aplaudir un gol de Messi, un pase de Xavi, una estirada de Casillas o un remate de Cristiano.
Tal vez alguna opte por secundar a una apasionada brasileña, quien, ante la perspectiva de que por causa del mundial su marido olvide ciertos «deberes», decidió tatuarse los senos como si fueran sendos balones de fútbol y escribirse ella misma en el abdomen -y para él- este mensaje de advertencia como una tarjeta amarilla: «Oye, papi, ¡no me olvides!»

1 comentarios:

Eduardo Contreras dijo...

¡Genial tu artículo, Juan! Yo pensaba que en Cuba no se tomaba muy en cuenta este deporte, debido a la pasión por el Béisbol, pero ya me queda claro que no es tan así. Aquí en Chile ocurrirá muy parecido a lo del chiste que relataste ya que, hasta en las escuelas, los estudiantes solicitan poner televisores para esa fecha.
Un abrazo, desde Chile

 
CUBA JUAN © 2010 Realizado por Diseño de Blogs