jueves, 9 de septiembre de 2010

Dulce historia

En 1911, un joven arquitecto español nombrado Eduardo Diez de Ulzurrún, Marqués de San Miguel de Aguayo, desembarcó por la zona de Sabanalamar, un playazo de la bahía de Manatí, en la actual provincia  cubana de Las Tunas. Venía con el propósito de comprar a bajo precio las mejores tierras de la región para construir en el menor tiempo posible un ingenio azucarero con sus correspondientes plantaciones de caña de azúcar.
Una vez inspeccionada a fondo la comarca, con el consabido asesoramiento especializado, el lugar escogido por el recién llegado fue la finca Minas Blancas. Pronto aquel paraje casi virgen comenzó a estremecerse con el ruido de las máquinas que demostaban maleza y levantaban  vigas con mano de obra no solo criolla, sino también caribeña y española.
El emprendor hombre de negocios -quien fue, por cierto, el primer administrador de la factoría- tuvo en cuenta  para su elección las excelentes características del territorio y la proximidad de una bahía de 32 pies de calado. Esto último propiciaría no solo la entrada de buques de gran porte con materiales para la construcción sino que, una vez finalizadas las obras, devendría la vía principal para comercializar el azúcar producida.
El ingenio -al que bautizaron con el nombre de Manatí, por la abundancia de ese mamífero acuático en la zona- comenzó a construirse en 1912, y tuvo su primera zafra dos años después. En  esa contienda inaugural molió 15 millones 84 mil 788 arrobas de caña y produjo 134 mil 757 sacos de azúcar de 320 libras cada uno. El rendimiento industrial fue de 11,55 toneladas del producto por cada centenar de toneladas de materia prima procesada. Por entonces, Manatí disponía de un solo tándem tipo Fulton.
El récord productivo del central azucarero -que comenzó a llamarse Argelia Libre desde el 17 de febrero de 1961 hasta su desaparición a inicios de la pasada década- se remonta al año 1952, cuando pasaron por sus basculadores 120 millones de arrobas de la dulce gramínea -por coincidencia en 120 días de zafra-, suficientes para producir un millón 43 mil 785 sacos de azúcar de 325 libras per cápita, marca jamás igualada ni mucho menos superada en ninguna otra campaña azucarera.
En la foto que ilustra esta reseña aparece un grupo de trabajadores del ingenio Manatí junto al saco número UN MILLÓN de aquella zafra. Fue paseado por todo el batey a bordo de un transporte tipo comando.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Bello escrito, sin embargo no puedo dejar de decir que increiblemente antes de la revolucion todas las zafras azucareras eran mejores que las actuales y sin avance tecnologico.
Como se explica eso?

willy abella dijo...

Señor Juan, saludos. Yo siempre leo sus artículos , aunque no participo y mi vecina también, porque es de esa ciudad. La foto del parque que ud muestra, me recuerda una de mis visitas a la ciudad, cuando en una vuelta ciclistica a Oriente, nos sirvió de albergue. Recuerdo un accidente que tuvimos cuando fuimos al central Amancio Rodríguez, por el mal estado de la carretera.
De regreso al tema de los centrales y sin ánimo de discrepancias, su escrito refleja la pujanza de la creatividad del hombre. En la foto, yo cuento 21 trabajadores, no se si esa era la cantidad que habían en el central. Lo cierto es que el aparato productivo antes de la revolución, era eficiente y productivo. Era un negocio. Ud invierte y espera resultados. Abre la oportunidad de trabajo para los demás y ud obtiene los suyos. Cada uno administra el suyo y no es una carga para las arcas sociales. Que había abusos, claro que existió y existen ahora, pero teníanmos la oportunidad de cambiar y bajo la constitución del 40 más derechos reconocidos. Existía la prosperidad y la oportunidad de crecer como individuos. Muchos errores se cometieron derspués de 1959, que han dado al traste con la economía cubana, con un modelo guiado de la mano de un solo criterio y de una sola persona y eso, fue fatal. Fidel, aunque después se retractó, lo ha reconocido.

L.D.U. dijo...

He de decir que me ha gustado el relato, pero aprecio el siguiente error:
El Excmo. Sr. D. EDUARDO DIEZ DE ULZURRUN Y ALONSO, VII Marques de San Miguel de Aguayo, no era Arquitecto.
Estudio Derecho en Madrid, por lo que era Abogado.

 
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