domingo, 3 de octubre de 2010

Collage de Puerto Padre

MELLIZOS INOLVIDABLES
Jacobo e Isaac fueron unos mellizos muy populares y queridos en Puerto Padre, la bella y culta ciudad de la costa norte de Las Tunas, Cuba. Ambos tenían retraso mental y eran tan idénticos que cierta vez, cuando uno de ellos estuvo encerrado en un calabozo por cometer no sé qué travesura carente de connotación, su hermano lo reemplazaba todos los días en el horario de las visitas para que el recluido saliera un rato a estirar las piernas y a respirar aire fresco por las inmediaciones. Fueron descubiertos por el oficial de guardia, y, para acabar definitivamente el juego, el jefe de la Policía Municipal mandó a pelar al rape al cautivo y así diferenciarlo del otro. Según Ernesto Carralero, historiador de la Villa Azul de Cuba, ambos eran hijos primogénitos de los emigrantes jamaicanos Teofilo Farista Forester e Isabel Campbell y solían merodear desde bien temprano en la mañana por el parquecito de la iglesia y por las cafeterías del centro de la ciudad. Se ganaban el pan diario haciendo mandados, limpiando patios y en otros menesteres similares. Negros retintos, frecuentemente eran objetos de burlas racistas. Como cuando los treparon sobre el capó de un carro y los llevaron encadenados y en taparrabos a unos carnavales en la vecina ciudad de Holguín para que la gente de allí se divirtiera en grande y los humillara a su antojo. Jacobo murió de insuficiencia cardíaca en Puerto Padre el 21 de diciembre de 1975; Isaac, de diabetes mellitus el 3 de abril de 1976 en la propia ciudad. En el estudio fotográfico Casals, de la propia ciudad de Puerto Padre, los invitaron una vez y les hicieron esta singular foto.

ORQUESTA «LOS PERVERSOS» 
La ciudad de Puerto Padre vio nacer en 1929 un septeto musical llamado «Los muchachos de Pablo León» que, según los investigadores del tema, surgió con intenciones comerciales para fomentar el baile en parejas. El «piquete», cuyo nombre fue una muestra de gratitud al hacendado local que patrocinó su integración, pasó a llamarse «Los Perversos» en 1933. Acerca del origen de tan extraña denominación existe más de una versión. La más aceptada se refiere a una caminata que tuvieron que hacer sus músicos -con sus instrumentos al hombro- cuando el transporte en el que viajaban se averió cerca del poblado de Maniabón. «Somos unos perversos», dicen que se lamentó uno de ellos, exhausto por el esfuerzo. El nombre se mantuvo inalterable cuando, en 1939, el insigne maestro Luis Ignacio Díaz fundó la orquesta que hizo época por la profesionalidad de sus miembros y la variedad de su repertorio. «Los Perversos» se hicieron populares en buena parte de la antigua provincia de Oriente. Se desplazaban de una ciudad a otra a bordo de un pisicorre (foto). A inicios de los años 60 de la pasada centuria la agrupación fue rebautizada con el nombre de «Embajadores del Ritmo». De su nómina formaron parte en diferentes etapas, entre otros excelentes músicos locales, el director, compositor y arreglista Emiliano Salvador (padre), el guitarrista Gerardo Corredera y el prestigioso trombonista Juan Pablo Torres.

LA ESTATUA DE MÁXIMO GÓMEZ 
La estatua de Máximo Gómez en Puerto Padre, emplazada en la intersección de la Avenida Libertad con la calle Simón Bolívar, fue inaugurada el 25 de diciembre de 1959 y lleva la rúbrica autoral del escultor santiaguero Mario Perdiguero. Se concibió a instancias de Santiago Marrero Giraldo, un mambí que fue escolta del dominicano ilustre en 1895 y que aportó fondos de su propia pensión como veterano del Ejército Libertador para su ejecución. El pueblo portopadrense contribuyó también con muchos donativos, tanto en bronce para fundirla como en dinero contante y sonante. La estatua (foto) tomó forma en los talleres del Ministerio de Obras Públicas, en La Habana. Presenta al Generalísimo de pie y leyendo un libro. A su derecha, apoyado en un tronco, aparece su machete de combate. La obra se yergue sobre un pedestal enchapado en mármol, en cuyos lados y frente hay inscripciones dirigidas a los cubanos para su vida en libertad. La construcción y ubicación de la estatua se prolongó por una década. Fue derribada por las ráfagas del huracán Ike, en el mes de septiembre de 2008. Inmediatamente se le restituyó a su emplazamiento original.

EL BOMBÍN DE BARRETO 
 El puertopadrense Enrique Peña (1881-1924) tiene bien ganado un sitio relevante en el pentagrama de la música cubana. Nació en la calle Rabí, esquina a Jicarita (hoy calle Donato Mármol), en la bien llamada Villa Azul de Cuba. Era un niño todavía cuando se alzó en la manigua en 1895 como corneta a las órdenes del Mayor General Calixto García, uno de los oficiales emblemáticos del Ejército Libertador. En 1902, ya licenciado como insurrecto, se estableció en La Habana, donde fundó -junto con otros destacados músicos- una orquesta típica (foto) que alcanzó extraordinaria popularidad entre los amantes del danzón, el baile nacional de Cuba y con la cual grabó varias placas para el sello discográfico Columbia. Enrique Peña fue un artífice del cornetín y el clarinete, además de un excelente compositor. En 1910 visitó con su orquesta su ciudad natal, Puerto Padre. Antes de la primera presentación pública, los músicos de la orquesta decidieron tomarse una jornada de asueto y marcharon de romería por la zona costera de La Morena. Antes de emprender el corto viaje, casi todos compraron sombreros para protegerse del sol. Todos menos el violinista Julián Barreto, quien, al no encontrar ninguno a su medida, tuvo que recurrir a su bombín de etiqueta. Allí mismo nació, compuesto por el clarinetista José Urfé, el famoso danzón El bombín de Barreto, que transformó y fijó la estructura del género y le ha dado la vuelta al mundo.

MONUMENTO A LA LIBERTAD 
El 16 de octubre de 1904, la bella ciudad de Puerto Padre fue la primera en toda la antigua provincia cubana de  Oriente en erigir una escultura en homenaje a la emancipación de Cuba: la Estatua de la Libertad, ubicada en el Parque de la Independencia, casi a la orilla del mar, donde comienza el paseo. La obra fue esculpida en mármol blanco de Carrara y su autoría corresponde al artista cubano José Villalta Saavedra, quien, a petición del Ayuntamiento local y financiado con el presupuesto de la propia institución gubernamental, viajó a Italia para materializar allí el proyecto patriótico-artístico. La estatua -de unos seis metros de alto a partir del suelo- tiene una base octagonal de mampostería de 85 centímetros de alto y siete metros de diámetro que sostiene un pedestal en forma de cubo de 2,60 metros de alto por 1,37 de ancho. Representa la figura de una mujer de pie -alegoría de la libertad- envuelta en un manto blanco y tocada con un gorro frigio. Su brazo derecho descansa sobre un escudo oval y el izquierdo se levanta con una rama de laurel en la mano., representativa de la gloria.Al frente del pedestal se encuentra el texto siguiente: «Mayo 20 de 1902. El pueblo de Puerto Padre erigió este monumento en conmemoración del advenimiento de la República y para glorificar la memoria de los mártires de la redención cubana». El acto inaugural fue presidido por el alcalde municipal, Enrique Rosende Parodi.

2 comentarios:

Yolanda Molina Pérez dijo...

Juan ni te imaginas el gusto que me ha dado este post, no sé si recuerdas que mi familia paterna es oriunda de Puerto Padre, pueblo al que me unen recuerdos maravillosos de mi infancia, en especial supongo que Jacobo debe ser el personaje de una historia que he escuchado muchas veces y según la cual, mostraba en público su habilidad, para introducir su puño cerrado completo dentro de su boca, uno de mis primos mayores dicen que pasaba horas tratando de imitarlo, siempre oí esa anécdota con el cariño que acompaña a esos seres de pueblo, que se convierten en patrimonio local y a los que se les tributa un afecto compasivo, no lastimoso, me ha gustado.
un abrazo y besos para las tres féminas de su casa.

Unknown dijo...

Asi mismo es yo conocí a los hermanos que pasaban por las noches frente a mi casa calle Agramonte y se le daba comida y ellos hacian cosas comicaz como meterse el puño en la boca.

 
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