lunes, 18 de octubre de 2010

El indio sin cabeza y el caballo blanco

A pesar de que ya apenas se le menciona en las tertulias de barrio, los tuneros  de más de 60 años de edad recuerdan todavía, con una pizca de respeto y otra de burla, la antigua leyenda local del indio sin cabeza y su inseparable caballo blanco. ¡Cuántas tragedias se asociaron durante décadas con aquel tenebroso jinete y su nívea cabalgadura!
La memoria popular fija la génesis del mito en 1617 y le establece nexos con un idilio amoroso entre un joven aborigen de la zona y la hija de un conquistador español. Una madrugada, este descubre el oculto romance y, en venganza por semejante «afrenta», ordena a sus sicarios decapitar cuanto antes al joven indígena. 
Los matones cumplieron la encomienda: el nativo fue pasado a cuchillo y su cabeza separada del cuerpo de un violento tajo. Sin embargo, y por razones que ni siquiera la leyenda esclarece, no pudieron presentarle a su jefe la testa del sujeto asesinado. El cadáver se esfumó como por obra de un milagro. 
Se suele contar que desde entonces se vio correr a todo galope por las sabanas de la otrora  comarca de Cueybá a un indio decapitado que clamaba justicia a lomo de un espléndido caballo blanco. Desde esa fecha, cada «aparición» del extravagante fantasma se relacionó con cuanto drama individual o colectivo aconteció en el territorio. «Yo sentí los cascos anoche y mira...», decían los trasnochados ante cualquier tragedia. 
Una de ellas fue el dramático accidente ferroviario que vistió de luto a la ciudad de Victoria de Las Tunas en 1945, con saldo de 25 personas fallecidas y numerosas lesionadas. Otra, la célebre granizada de 1963 y su secuela de casas destruidas y postes derribados. En ambas, muchos lugareños «aseguraron» haber sentido vagar por las calles la víspera al siniestro indio sin cabeza y a su no menos lúgubre caballo blanco. 
Todo se lo achacaban: un crimen pasional... ¡el indio y el caballo blanco! Una riña tumultuaria... ¡el indio y caballo blanco! Un choque entre automóviles... ¡el indio y el caballo blanco! Cualquier sonido de cascos nocturnos desbocaba el pánico. Se decía que quien viera aquella suerte de centauro tenía los días contados. De ahí el «me lo dijeron, yo no lo vi». 
Con el tiempo, la leyenda fue perdiendo terreno hasta quedar sepultada en el olvido. Las nuevas generaciones jamás han escuchado hablar de ella. Hoy solo forma parte del folclor local y de la inspiración de sus artistas. Lo confirma la obra en metal que engalanó hasta hace poco un ángulo del Hotel Las Tunas, y que lleva la firma del escultor Rogelio Ricardo.
El nivel cultural alcanzado por los cubanos hizo posible que creencias como la del indio sin cabeza y su blanca cabalgadura ya no atemoricen a nadie por acá. Un poeta  tunero, permeado del significado de la leyenda, la interpretó y se inspiró en ella de esta lírica y hermosa manera: / Y así la imaginación / es fuente de poesía / en esa superstición. / Belleza en la fantasía / belleza en la realidad... / si es ficción o si es verdad / ¿nos importa todavía? /

2 comentarios:

cubajuan dijo...

Te has pasado un poco con lo de la edad, yo sólo tengo 53 años y recuerdo con pavor de niño las historias del Jinete sin Cabeza. Siempre se agradecen tus historias, querido amigo.

Esther Maria dijo...

Estimado Juan, hacia muchos pero muchos anos no oia hablar en ningun relato sobre la famosa granizada de Las Tunas, en el ano 1963 tenia entonces 13 anos de edad y estudiaba en una escuela primaria, era la jornada de la manana, cuando de pronto el cielo se ennegrecio todo y hubo un terrible cambio de tiempo, nuestro profesor nos llevo dentro del aula y cerro automaticamente todas las puertas, de pronto comenzo la granizada celebre y nosotros a gritar terrorificamente, jamas habiamos visto algo semejante, jamas y a pesar de que estoy en europa he vuelto a ver una granizada como aquella, las calles de Las Tunas se bloquearon con la cantidad increible de granizos, hubo lugares donde a los 15 dias aun, habia granizo, en mi casa por ejemplo fuera de la casa mi mama tenia como 6 o 7 tanques de 55 gls donde recogia agua pues ella lavaba para la calle y estos se llenaron hasta el tope de granizos, asi los techos de las casas, las calles y hasta un puente que hay por el Rpto. Sto. Domingo debajo suyo hubo granizo para rato, hubo mucha destruccion y huecos en las paredes que parecian hechos por un arma de fuego potente, me recuerdo perfectamente como si fuera hoy, perdona haya cogido tu relato para hacer este recuento, besos amigo y gracias.

 
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