sábado, 9 de enero de 2010

En Manatí se jugó cricket

Los inmigrantes de cualquier parte del mundo suelen trasladar su cultura e idiosincrasia a los países que los acogen. Así, son famosos en todas las latitudes los ritos africanos, la cocina española y los brebajes asiáticos. Es que los seres humano, por difíciles que sean las circunstancias en que se encuentren, se niegan a desarraigar de su personalidad el acervo adquirido por herencia en la tierra que los vio nacer.
Algo parecido ocurre con los deportes. Y no hago referencias al cosmopolita fútbol, con carta de ciudadanía en todo el globo terráqueo, sino a ciertas disciplinas típicas de determinadas zonas geográficas. Pongo por ejemplo al béisbol. Fueron inmigrantes y marineros cubanos quienes lo introdujeron y popularizaron en Europa. Luego su práctica se extendió por numerosas naciones del llamado Viejo Continente.
Con el cricket sucede otro tanto. Se trata de un deporte de origen inglés en el que, a semejanza de nuestro castizo béisbol, se utilizan un bate y una pelota, aunque su mecánica de juego es completamente distinta. Participan once jugadores por bando -todos vestidos de blanco- en un terreno ovalado cubierto de hierba y con dimensiones aproximadas al de una cancha de fútbol. En dependencia de su nivel y categoría, la duración de un partido puede extenderse por varias jornadas.
Aunque por obvias razones de tradición jamás llegó a disfrutar del protagonismo del fútbol y el béisbol, se reconoce que el cricket gozó de extraordinario carisma en Manatí durante la etapa prerrevolucionaria. Allí lo practicó organizadamente a lo largo de varios decenios la nutrida y heterogénea comunidad anglófona radicada en la comarca, integrada en su inmensa mayoría por inmigrantes granadinos, trinitarios, barbadenses, jamaicanos y de otras islas del Mar Caribe.
Sus equipos viajaban con regularidad hasta los bateyes de los ingenios azucareros San Germán, Elia, Baraguá y Miranda -también con gran presencia de inmigrantes caribeños angloparlantes- a celebrar topes amistosos con sus representantes. Transcurridos los extensos partidos, ganadores y derrotados confraternizaban juntos durante un día completo entre tragos de ron y abundante comida mientras recordaban con nostálgica añoranza al terruño distante, pero nunca olvidado.
Fue tal el nivel que alcanzaron los jugadores manatienses de cricket (y digo manatienses porque por tales se tuvieron ellos siempre) que en 1955 el club del municipio (FOTO) fue invitado a tomar parte en un torneo en la ciudad de Montego Bay, en la vecina isla de Jamaica. La invitación se repitió en 1960, en esta oportunidad en compañía de los equipos de fútbol y softbol locales. Sus resultados por allá no fueron relevantes, pero el hecho merece anotarse para la posteridad.
En Manatí el cricket se practicó en un terreno localizado en el área donde años después se construyó el taller del INRA, en los accesos al pueblo. Tengo entendido que hubo jugadores de excelencia. Sus nombres -de clara prosapia inglesa- seguramente no le dirán nada a los más jóvenes, pero ahí van algunos: Hilary Pendas (Brinkí), Rafael Bood, Eladio Pérez (Man Picadillo), Carol Mechel, Cutbert Springe (Periquín) y Lawrence Payne, entre otros. Ellos, por legítimo derecho, integran también la nómina de nuestros deportistas estrellas.

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