viernes, 19 de febrero de 2010

Nostalgias tuneras


Francisco Barahona (Paco el Chivo) fue un comerciante tunero de la etapa prerrevolucionaria. En aquella época era propietario de numerosos negocios, tales como la gasolinera situada frente al atual cine Luanda; una tienda de venta de piezas de automóviles; y el popularísimo AEROBAR.
De él se cuentan mil anécdotas, casi todas relacionadas con sus buenos tiempos como aviador. Según el investigador Edelman Téllez, experimentado controlador de vuelos del aeropuerto tunero «Hermanos Ameijeiras», Paco se elevó cierto día con su pequeño avión Pipper J3 Cub y, luego de realizar algunas arriesgadas acrobacias, lo lanzó en «barrrena» en dirección a la tierra. Cuando parecía que se estrellaba, el hábil piloto recuperó con aplomo y sangre fría la horizontalidad, pero tan cerca del suelo que la panza del aparato rozó el penacho verde de una palma real. ¡Y no se hizo ni un rasguño!
Se dice que desde el avión de Paco se produjo en 1951 el primer salto en paracaídas de la historia tunera. Y que su protagonista fue... ¡un cura! El célebre despegue se realizó desde la zona donde está hoy el edificio de 12 plantas, junto a la carretera central, y contó con gran asistencia de público. Testigos del hecho primigenio aseguran que el intrépido religioso se lanzó al vacío en sotana y que «aterrizó» sin contratiempos.
En esta foto de 1951, Paco el Chivo (izquierda) recibe un trofeo por su pericia como piloto de manos de José Hernández Cruz (Pepillo), por entonces alcalde de Victoria de las Tunas.

INOLVIDABLE HOTEL PLAZA

En el área que hoy ocupa la Plaza Martiana y parte de la cafetería La Holguinera existió hasta la primera mitad de la década de los años 60 del siglo pasado un inmueble de grata recordación para los tuneros: el Hotel Plaza (FOTO).
Tenía su fachada principal frente al parque Vicente García, y lo flanqueaban las calles Francisco Varona y Lorenzo Ortiz (por entonces se conectaba con el propio parque), y la calle Joaquín de Agüero por el fondo.
Según parece, lo construyeron a inicios de la citada centuria, pues la revista Tunas de ayer y de hoy inserta en sus páginas una fotografía de la instalación fechada en 1916.
El Hotel Plaza fue uno de los edificios emblemáticos de la ciudad y orgullo de sus hijos. Para su demolición, que comenzó el 3 de junio de 1968 e indignó a los tuneros, resultó necesario utilizar una grúa con una pesada bola de hierro colgada de un cable, que, a guisa de péndulo-ariete, derribó a colosales golpes la mampostería de sus dos niveles.
Tiempo después, se pretendió animar el área con un espacio juvenil de pésimo gusto que el pueblo se dio en llamar El Fantomas, por su parecido con los laberintos de las películas de acción del mismo nombre, populares por entonces.
Por sus características constructivas y su escaso valor de uso, este casi olvidado sitio nunca disfrutó de la simpatía pública. La mayoría de los tuneros que conocieron y admiraron al Hotel Plaza cuestionan todavía las razones por las cuales fue echado abajo.

NUESTRO PRIMER SEMÁFORO


El primer semáforo de la historia de la ciudad de Las Tunas fue instalado en la intersección de las calles Ángel Guardia y Francisco Varona, frente a la galería de arte Fayad Jamis. Las autoridades de Tránsito lo colocaron allí el 7 de junio de 1977 (FOTO) y comenzó a funcionar al día siguiente en medio de la curiosidad de peatones y choferes.
La ciudad contó después con aparatos similares en varios puntos. Fueron estos: en el cruce de las avenidas 30 de Noviembre y 2 de Diciembre, cerca de la Sala Polivalente «Leonardo McKenzie Grant»; en la Avenida Camilo Cienfuegos, un poco más allá del servicentro de Bonachea; en la zona donde está hoy la rotonda del reparto Aguilera, cerca del antiguo Bar Marilú; en la esquina de las calles Francisco Varona y Lucas Ortíz, frente a la Iglesia Bautista; en la esquina de las calles Gonzalo de Quesada y Lucas Ortíz, casi frente a la peluquería Ilusión; y en la esquina de la propia Gonzalo de Quesada y la calle Frank País, en el mismo sitio donde recién se ha instalado un moderno semáforo-cronómetro digital de procedencia china.
El inventor del semáforo fue el inglés J. P. Knight, quien ubicó el primero de todos en Londres, al lado del Parlamento, el 10 de diciembre de 1868. Cuba instaló su primer semáforo en 1914 en La Habana, en la esquina de las calles Prado y Neptuno. Era un aparato marca Tagle de fabricación norteamericana.

Leer más...

miércoles, 17 de febrero de 2010

Dos sitios fundacionales

EL PRIMER HOSPITAL

Este edificio que se aprecia en la foto es el antiguo hospital de Manatí. Según una escueta nota publicada en el siempre bien recordado bisemanario El Eco de Tunas, se inauguró el 17 de marzo de 1916 con un servicio religioso oficiado por el padre Inocencio Piteira, párroco de la localidad.
La madrina y patrocinadora de esta institución fue la señora Hortensia del Monte de Diez de Ulzurrún, marquesa de San Miguel de Aguayo y esposa del fundador del ingenio azucarero. En honor a la caritativa mujer, uno de los pabellones de ingreso-financiado y gestionado por ella- recibió el nombre de Santa Hortensia.
El hospital se localizaba entonces en las áreas cercanas al antiguo taller del INRA, junto a una bomba de gasolina que aún existe por allí. Algunos indicios suyos, como un pequeño tramo del muro perimetral exterior, han desafiado el paso del tiempo y sobreviven.
Este hospital contó durante muchos años con un equipo médico muy competente, entre quienes figuraban los doctores Moya, Radelat, Canalejos y Ross, así como la comadrona y enfermera de origen lituano Ursula Kurchakova, de grata recordación entre los manatienses de la vieja guardia. Fue demolido en 1967, cuando se construyeron sus nuevas instalaciones en la zona oeste de la localidad.

INAUGURACIÓN DEL CINE

Esta es la fotografía nocturna del cine de Manatí el día de su inauguración oficial, el 9 de noviembre de 1944. Las personas observadoras se habrán percatado de que en la parte inferior de la pared delantera derecha -en la imagen no se ve, desde luego- está grabado en bajorrelieve el número 1942. No se trata del año de su construcción, sino de cuando se le colocó la primera piedra. Ese honor recayó en don Salvador Rionda, a la sazón administrador general de la Manatí Sugar Company, entidad que facilitó un préstamo de casi 14 mil pesos para ejecutar la obra civil.
La fecha de inauguración del cine -que por entonces se llamó Teatro Manatí, y así lo consignan las iniciales en la parte superior del inmueble- es, como ya dije, el 9 de noviembre de 1944. En aquella época las entradas se adquirían en una taquilla rodante que se situaba dentro del portal -no tenía cristales exteriores entonces- poco antes de comenzar el rodaje planificado. Si el filme atraía mucho público, aquel artefacto con ruedas, con su imperturbable taquillera dentro, era zarandeado en todas direcciones -impactos contra las paredes incluidos- por los cinéfilos que se disputaban ser los primeros en comprar la papeleta de entrada.
Recuerdo que las bobinas con sus rollos de películas las transportaba desde la estación de ferrocarril en su bicicleta comercial el negro Marcelino. Las cintas de celuloide se partían frecuentemente durante la proyección, motivo por el cual abundaban las interrupciones con sus correspondientes rechiflas del público. El primer administrador de nuestro cine fue un tal Ambrosio Robles.

Leer más...
 
CUBA JUAN © 2010 Realizado por Diseño de Blogs