jueves, 3 de marzo de 2011

La loma de Dumañuecos

A juzgar por lo que aseguran los expertos en la materia, para que una simple colina alcance los 50 metros de elevación, es necesario que centenares de almanaques agoten sus hojas. Entonces, ¿qué edad aproximada tendrá nuestra humilde y entrañable loma de Dumañuecos, con sus modestos 129 metros de altura?
Nadie se aventura a calcularla. Ni siquiera los habitantes más antiguos de la zona, quienes aseguran haberla visto tal cual está hoy -pelada, incólume y decrépita-, desde los tiempos en que vestían pantalones bombachos, a principios de la centuria pasada. 
De la loma de Dumañuecos se cuentan mil historias. Algunas se relacionan con la superstición, y hablan de un hombre lobo que tenía su guarida en su cima y que solía bajar al poblado para asustar a la gente con sus aullidos y sus depredaciones. Otras se refieren a un tesoro enterrado en sus faldas por un acaudalado comerciante, el cual jamás ha podido ser encontrado.
Sobre esta irregular porción de la geografía de Manatí apenas existen referencias bibliográficas. En mis  múltiples pesquisas encontré solo dos.
La enciclopedia «Cuba en la Mano» (1940) dice en una entrada sobre esta elevación: «Dumañuecos, cerro aislado del grupo Maniabón, a unos 8 Km. casi en línea recta del fondo del Puerto de Manatí y rodeado de llanos. Abundaba en minerales de cobre y en cavernas con particularidad. El cuadro estadístico de 1846 afirma que se explotaban, haciéndose la exportación por el Puerto de Manatí. En su falda oriental hay un manantial que tenía fama de eficaz contra la hidrofobia. El cerro de Dumañuecos es visible desde el mar, a una distancia de 60 Km. de Victoria de Las Tunas, Oriente». 
Y el libro «Crónicas de Las Antillas», editado en 1871 en Madrid por Jacobo de la Pezuela, agrega: «Al pie del Cerro de Dumañuecos y a dos leguas al SE de la bahía de Manatí, en la jurisdicción de Bayamo, hay un manantial de aguas hidrosulfurosas, pero se halla en un lugar deshabitado». 
El nombre de la loma tiene reminiscencias aborígenes, lo que hace presumir que date de cuando la zona la habitaban los primeros pobladores del archipiélago. También se conocen sus ya explotadas reservas de caolín. 
Quien la corone apreciará arriba, empotrada en una roca, una tarja del Instituto de Geodesia y Cartografía que certifica su inclusión en los mapas de la Mayor de Las Antillas. También decenas de inscripciones con nombres de organismos y de personas que han celebrado actividades en su cumbre, como una manera de poner humildemente a prueba la voluntad de doblegarla.
Pequeña en estatura y enorme en significado, la loma de Dumañuecos es nuestro monte Everest y nuestra cordillera de Los Andes. Seguirá desafiando almanaques, como símbolo de una geografía que le agradece su altura.

4 comentarios:

Unknown dijo...

amigo un gran saludo ,muy interesante lo que acabo de leer sobre la loma de dumanuecos ,muy interesante .siempre leia sus cronicas en el 26 y aunque este un poquitos lejo aun lo sigo .muy profecional en sus cronicas y en todo su trabajo exitos .saludos.
yuri

Anónimo dijo...

Gracias, Yuris. Agradecido por sus palabras. Me estimulan a continuar escribiendo sobre nuestra tierra. Lo espero de nuevo por mi blog. Un abrazo desde Las Tunas. Juan

Donseba dijo...

La loma de Dumañuecos viene a ser una pincelada artística de la madre naturaleza en un paisaje extensamente plano y verde.Si bella era contemplarla de cerca más soberana y regia se distinguia en lontananza.Al visitar la región siempre se constituía en un punto obligado de referencia y un motivo de distracción para nuestra mirada. relato.Sencillo pero interesante tu relato.

Anónimo dijo...

Esteban, saludos. A juzgar por tu comentario, conoces la zona. En efecto, recuerdo el otrora verdor del paisaje, con la loma de Dumañuecos presidiéndolo. Gracas por tu nueva visita. Siempre serás bienvenido.

 
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