domingo, 17 de junio de 2012

Feliz Día de los Padres

-Tener hijos no convierte en padre, como tener un piano no vuelve a nadie pianista (M. Levine).

-Vive de modo tal que cuando tus hijos piensen en justicia y en integridad piensen en ti (J. Brown).

-Un padre cuya conducta personal sea paradigma vale por mil maestros (George Herbert).

-Nada hay nada más hermoso en el mundo que cuando un padre llega a convertirse en el mejor amigo de sus hijos (José Ingenieros).

-Con mucha frecuencia los seres humanos son en la vida lo que sus padres hacen de ellos (Ralph Waldo Emerson).

-El mejor regalo que un padre puede hacerles a sus hijos es un poco de su tiempo cada día (O. A. Battista).

-Un padre es un hombre que espera y confía en que sus hijos sean tan buenos como él hubiera querido ser (Joyce)

LO QUE PIENSA EL SER HUMANO ACERCA DE SU PADRE

A los 5 años de edad: Mi papá es el más grande, el más fuerte y el mejor de todos. Se las sabe todas.
A los 10 años: ¡Qué inteligente e importante es mi papá! No hay ninguno que sepa más cosas que él.
A los 15 años: Verdaderamente, mi papá esta fuera de onda. Por eso es que no me comprende nunca.
A los 20 años: Mi papá está que ya no pone una buena, sus ideas son anticuadas y están fuera de foco.
A los 30 años: Viendo la vida de lejos, no sé como mi papá no pudo hacer lo que yo hice y voy hacer.
A los 40 años: Voy a consultar a mi papá; he visto que mucho de lo que me ha dicho se ha cumplido.
A los 50 años: ¡Murió el viejo! Cuántos buenos consejos me dio siempre y no aproveché casi nunca.
A los 60 años: ¡Qúe sabio era papá! ¡Cuántos problemas me hubiera evitado de haberle hecho caso!
A los 70 años: ¡Qué sabios éramos! ¡Cuántos problemas nos hubiéramos evitado de habernos oído!

PARA LOS PADRES

Una noche, un niño le pregunta a su padre: “Papá, ¿cuánto ganas por hora?” El padre responde con otra pregunta: “¿Por qué quieres saberlo?” Y el niño: “No, por nada”. Acto seguido, el niño le pide cinco pesos. Y el padre: “¿Para qué los quieres?” Y el niño: “Para hacer un gasto importante”. El padre le entrega el billete. A la noche siguiente el niño vuelve a hacerle la misma pregunta y el mismo pedido, y el padre, enojado, le dice: “¿Piensas que me regalan el dinero? Considero una insolencia que me estés preguntando cuánto gano”. Lo manda a dormir. Pasados algunos minutos, el padre recapacita y, arrepentido, piensa que quizás fue un poco duro con su hijo. Se acerca a la cama del niño, lo acaricia y le dice: “Perdóname, a veces no estoy de humor; aquí tienes los cinco pesos." El niño lo mira tiernamente y luego le pregunta en voz baja: “¿No te molesta si vuelvo a preguntarte cuánto ganas por hora? El padre lo observa y le dice: “No me molesta, gano 10 pesos por hora”. Entonces el niño levanta la almohada, toma los cinco pesos del día anterior y le dice a su padre: “Toma, papi, ya tengo 10 pesos ¿Podrías estar una hora conmigo?”

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