lunes, 25 de junio de 2012

Erótica naturaleza...

El coco-de-mer es una curiosa palmera originaria de las islas Seychelles, en el Océano Índico. Se le conoce también por coco de mar y coco fresse
Según los botánicos, esta singular especie produce la mayor semilla del mundo, que puede llegar a pesar en la báscula hasta... ¡20 kilogramos!
Su fruto femenino, como se aprecia en la fotografía, semeja una cadera-pubis de mujer, mientras el masculino sugiere un miembro viril. 
Debido a sus reconocidas propiedades medicinales –se le acreditan, además, milagros afrodisíacos-, se convirtió en un objeto tan codiciado que estuvo a punto de extinguirse en el siglo XVIII. Actualmente solo se le encuentra en las islas Curieuse y Praslin, del propio archipiélago. 
En esta última ínsula, por cierto, existe un famoso bosque llamado Valle de Mai, plantado casi exclusivamente de esta palmera. Se trata de un área protegida que ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La exportación de sus semillas está reglamentada. 
El coco-de-mer -cuyo nombre científico es Lodoicea maldivica- aparece reproducido en las monedas de cinco rupias de las Seychelles y, en el único aeropuerto del archipiélago, los funcionarios lo estampan con un sello de goma en los pasaportes. El cultivo fuera de su hábitat natural es bastante raro, debido a la lentitud de germinación  de sus semillas.

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domingo, 17 de junio de 2012

Feliz Día de los Padres

-Tener hijos no convierte en padre, como tener un piano no vuelve a nadie pianista (M. Levine).

-Vive de modo tal que cuando tus hijos piensen en justicia y en integridad piensen en ti (J. Brown).

-Un padre cuya conducta personal sea paradigma vale por mil maestros (George Herbert).

-Nada hay nada más hermoso en el mundo que cuando un padre llega a convertirse en el mejor amigo de sus hijos (José Ingenieros).

-Con mucha frecuencia los seres humanos son en la vida lo que sus padres hacen de ellos (Ralph Waldo Emerson).

-El mejor regalo que un padre puede hacerles a sus hijos es un poco de su tiempo cada día (O. A. Battista).

-Un padre es un hombre que espera y confía en que sus hijos sean tan buenos como él hubiera querido ser (Joyce)

LO QUE PIENSA EL SER HUMANO ACERCA DE SU PADRE

A los 5 años de edad: Mi papá es el más grande, el más fuerte y el mejor de todos. Se las sabe todas.
A los 10 años: ¡Qué inteligente e importante es mi papá! No hay ninguno que sepa más cosas que él.
A los 15 años: Verdaderamente, mi papá esta fuera de onda. Por eso es que no me comprende nunca.
A los 20 años: Mi papá está que ya no pone una buena, sus ideas son anticuadas y están fuera de foco.
A los 30 años: Viendo la vida de lejos, no sé como mi papá no pudo hacer lo que yo hice y voy hacer.
A los 40 años: Voy a consultar a mi papá; he visto que mucho de lo que me ha dicho se ha cumplido.
A los 50 años: ¡Murió el viejo! Cuántos buenos consejos me dio siempre y no aproveché casi nunca.
A los 60 años: ¡Qúe sabio era papá! ¡Cuántos problemas me hubiera evitado de haberle hecho caso!
A los 70 años: ¡Qué sabios éramos! ¡Cuántos problemas nos hubiéramos evitado de habernos oído!

PARA LOS PADRES

Una noche, un niño le pregunta a su padre: “Papá, ¿cuánto ganas por hora?” El padre responde con otra pregunta: “¿Por qué quieres saberlo?” Y el niño: “No, por nada”. Acto seguido, el niño le pide cinco pesos. Y el padre: “¿Para qué los quieres?” Y el niño: “Para hacer un gasto importante”. El padre le entrega el billete. A la noche siguiente el niño vuelve a hacerle la misma pregunta y el mismo pedido, y el padre, enojado, le dice: “¿Piensas que me regalan el dinero? Considero una insolencia que me estés preguntando cuánto gano”. Lo manda a dormir. Pasados algunos minutos, el padre recapacita y, arrepentido, piensa que quizás fue un poco duro con su hijo. Se acerca a la cama del niño, lo acaricia y le dice: “Perdóname, a veces no estoy de humor; aquí tienes los cinco pesos." El niño lo mira tiernamente y luego le pregunta en voz baja: “¿No te molesta si vuelvo a preguntarte cuánto ganas por hora? El padre lo observa y le dice: “No me molesta, gano 10 pesos por hora”. Entonces el niño levanta la almohada, toma los cinco pesos del día anterior y le dice a su padre: “Toma, papi, ya tengo 10 pesos ¿Podrías estar una hora conmigo?”

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