Violines, arránquenles a las cuerdas los matices más hermosos. Él es como una lejanía volando hacia adentro. Flauta, haga que el viento transpire melodía. O, quizás, solo un sinsonte dormido en una playa de la costa. Piano, por favor, obsequie, desgrane sus acordes. Él es como un levísimo rumor de nuestras raíces musicales. Barbarito...
Contrabajo, ¡destáquese! Es el momento. No hay un cubano que no haya bailado con sus danzones. Pailas, repiquen el homenaje. No hay un cubano que no haya cantado con él a dos voces. Claves, golpeen el tiempo, dirijan con sus toques la cadencia. Barbarito Diez es una tarde desesperada y voluptuosa. Ya soplan vientos y compases en tu nombre. Barbarito...
Pentagrama, descúbrase, admire, exhiba, invoque... Vocalistas, canten, inspiren, congratulen, recuerden al Príncipe Negro de nuestro baile nacional. Reproduzca sus inspiraciones. Porque, si alguien impuso la brújula de su voz a los cuatro vientos, fue él, Barbarito...
Amor, convierta en inmortales sus irrepetibles danzones, interiorice sus románticas letras, sueñe y sonría con sus mensajes susurrados entre líneas... Porque, si alguien tocó a la puerta de los enamorados con una concha nacarada y una guirnalda, fue él, Barbarito...
Edades, asuman su rol en el homenaje por sus 104 años. Echen a un lado prejuicios niños y jóvenes. Recuerden y añoren sus buenos tiempos los ancianos. Sientan nostalgia, evoquen el pasado... Porque, si alguien cantó para todas las generaciones fue él, Barbarito...
Barbarito Diez, nombre y hombre del danzón. Su timbre agudo, como una flauta de madera. Barbarito Diez, ¡diez veces bárbaro! Mientras recordemos su figura enhiesta, su voz de tomeguín, su ebánica compostura, habrá baile nacional. Su voz de palo de monte, como una raíz de cuya savia se nutren los aires de la Patria. Barbarito...
Nota: El texto en negritas fue escrito en su honor por Miguel Barnet.
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