Cuando a los manatienses nos hablan de playas, nos suele venir al pensamiento la de Los Pinos. En efecto, ese conocido punto de la costa municipal constituye desde hace alrededor de 30 años el sitio de arena y sol más concurrido para la población local. Y no precisamente porque sea un balneario de primera categoría ni mucho menos –en realidad, carece de categoría-, sino porque... ¡no disponemos de otro con mejor acceso!
Playas hubo por acá que con el inexorable paso del tiempo vinieron a menos y ya apenas se les recuerda, como la popularísima playita del Puerto, que en los años 60 y 70 del siglo pasado era visitada vía ferrocarril por casi toda mi generación. Para que la gente se acomodara disponía de apenas unos banquitos de madera emplazados en la orilla. Y para echarle algo al estómago -caliente o frío- había que ir hasta el popularísimo Merendero, situado a una cuadra de distancia y no siempre bien surtido. Pero, a pesar de los pesares, uno la pasaba bien allí. Ya son contados quienes la frecuentan.
También ocupa un lugar en la lista de «opciones» de agua salada de aquellos tiempos la playa de Sabana, liberada ya de la ponzoña que por años derramó en sus aguas el metabolismo de la fábrica de azúcar próxima, pero inutilizada por carecer de infraestructura. A falta de transporte automotor seguro para el viaje de ida y regreso, muchos manatienses íbamos a pie, en bicicletas o en carretones, pues solo dista seis kilómetros del pueblo.
Sin embargo, la playa de Chapaleta continúa siendo el paradigma de lugar donde darse un buen chapuzón en el Atlántico. ¡Qué sitio tan hermoso! Cada vez que la visito me convenzo más de que merece un destino superior. Ya desearían algunos balnearios cubanos de mejor fortuna disponer de condiciones naturales tan excepcionales como esta suerte de Cenicienta costera, bellísima y emprendedora, pero sin un príncipe encantado que la dignifique como se merece.
Por razones de proximidad geográfica y posibilidades de transporte marítimo, son los habitantes del Puerto de Manatí quienes con mayor frecuencia enfilan las proas de sus botes hasta sus inmediaciones, pues, casi inaccesible por tierra, para llegar hasta su orilla se precisa de una embarcación con la cual cruzar el canal de la bahía donde se encuentra situada. Los manatienses mediterráneos envidiamos intensamente ese privilegio dado a los portuarios.
En Chapaleta no existe ni gastronomía ni hospedaje. Tampoco alternativas para coordinar con garantías de ida y regreso una excursión. Se trata –así de simple- de un recodo de litoral donde la civilización aún no ha hecho acto de presencia ¡Pero qué bien la pasan allí los veraneantes eventuales en sus aguas limpias y transparentes! ¡Cuánto se disfruta la naturaleza que la privilegia! ¡Qué hermoso panorama regala su mundo subacuático a los inmersionistas!
No he visto arenas más blancas ni aguas más claras que las de la divina Chapaleta. Tampoco rinconcito superior para bañarse a resguardo de las inclemencias solares que el canal bajo las uvas caletas cuando llega el paro de marea. Lástima que sus difíciles condiciones de acceso y la difícil situación económica que enfrenta Cuba hayan impedido adjudicarle a este paradisíaco emplazamiento costero las prerrogativas que debió tener por derecho propio.
También ocupa un lugar en la lista de «opciones» de agua salada de aquellos tiempos la playa de Sabana, liberada ya de la ponzoña que por años derramó en sus aguas el metabolismo de la fábrica de azúcar próxima, pero inutilizada por carecer de infraestructura. A falta de transporte automotor seguro para el viaje de ida y regreso, muchos manatienses íbamos a pie, en bicicletas o en carretones, pues solo dista seis kilómetros del pueblo.
Sin embargo, la playa de Chapaleta continúa siendo el paradigma de lugar donde darse un buen chapuzón en el Atlántico. ¡Qué sitio tan hermoso! Cada vez que la visito me convenzo más de que merece un destino superior. Ya desearían algunos balnearios cubanos de mejor fortuna disponer de condiciones naturales tan excepcionales como esta suerte de Cenicienta costera, bellísima y emprendedora, pero sin un príncipe encantado que la dignifique como se merece.
Por razones de proximidad geográfica y posibilidades de transporte marítimo, son los habitantes del Puerto de Manatí quienes con mayor frecuencia enfilan las proas de sus botes hasta sus inmediaciones, pues, casi inaccesible por tierra, para llegar hasta su orilla se precisa de una embarcación con la cual cruzar el canal de la bahía donde se encuentra situada. Los manatienses mediterráneos envidiamos intensamente ese privilegio dado a los portuarios.
En Chapaleta no existe ni gastronomía ni hospedaje. Tampoco alternativas para coordinar con garantías de ida y regreso una excursión. Se trata –así de simple- de un recodo de litoral donde la civilización aún no ha hecho acto de presencia ¡Pero qué bien la pasan allí los veraneantes eventuales en sus aguas limpias y transparentes! ¡Cuánto se disfruta la naturaleza que la privilegia! ¡Qué hermoso panorama regala su mundo subacuático a los inmersionistas!
No he visto arenas más blancas ni aguas más claras que las de la divina Chapaleta. Tampoco rinconcito superior para bañarse a resguardo de las inclemencias solares que el canal bajo las uvas caletas cuando llega el paro de marea. Lástima que sus difíciles condiciones de acceso y la difícil situación económica que enfrenta Cuba hayan impedido adjudicarle a este paradisíaco emplazamiento costero las prerrogativas que debió tener por derecho propio.
4 comentarios:
Moralito, saludos hermano. No se si lo soñé o creo estuve a punto de preguntarte una vez porque no habías escrito sobre Chapaleta. Tú la has descrito con tu elegante prosa, y yo no tengo palabras con que describir ese lugar.
He visitado muchas playas en Cuba, pero dudo que haya una, en que la Madre Natura le haya dado tantas cosas juntas como a ese pedazo de tierra-mar, orgulloso de tus coterráneos.
Desde mi punto de vista, no creo que haya sido malo que la mano del hombre no llegara con fuerza al seno de ”ella”, pues no son buenos los ejemplos que tenemos del cuido de nuestro patrimonio, me gusta así, "semivirgen". Lo que aseguraría es que, el que la conozca, nunca la podrá olvidar.
Ahora dime: Cuando vamos??? jajaja, abrazos
Querido Juan: Cuan desperdicio de talentos hay en Cuba, si no vivieras en Cuba tu vida fuera tan diferente y con una libertad sin limites. Sabes cuantas playas como esa hay en el mundo libre?
Si pudiera te regalara un ticket a la libertad para que pudieras darle rienda suelta a tus ideas reflexiones.
Saludos.
Un Cubano Libre.
Anónimo Cubano Libre, saludos. Sí, doy por hecho que en el mundo existen muchas, muchísimas playas como Chapaleta, mi humilde «balneario» manatiense. Seguramente las frecuentan turistas de las más variadas nacionalidades y disponen de todo tipo de comodidades y de servicios para que la gente la pase allí de maravillas. Chapaleta -¡ay!- no dispone de nada de eso. Es solo un fragmento virgen de litoral al que las olas besan y los alisios acarician con devoción de parientes cercanos. Pero es mi playa, y no por humilde la voy a dejar de querer. Te propongo que leas estos versos del gran poeta portugués Fernando Pessoa. Tal vez comprendas mejor lo que te quiero decir. Dicen así:
«El Tajo es más bello que el río que corre por mi aldea, / pero el Tajo no es más bello que el río que corre por mi aldea / porque el Tajo no es el río que corre por mi aldea».
Yo no tengo prejuicios contra nada ni contra nadie. Considero al globo terráqueo, incluyendo sus tres cuartas partes de agua, mi Patria Grande. Pero -¿sabes?- vivo orgulloso de lo que me es cercano. Pessoa dice sobre este tema:
«Sigue tu destino, ama tu vergel, a tus rosas ama. El resto es la sombra de árboles ajenos».
No sé si me comprendes, anónimo Cubano Libre. De cualquier manera, gracias por tu comentario, compatriota.
hola Juan, hace mucho tiempo que he buscado en la web información sobre la "Divina Chapela", como tan bien la describes,hasta q me encontré esta maravillosa crónica tuya.
fue un par de veces siendo niño, después me fui de Cuba y nunca he vuelto. Tengo unos recuerdos increíbles y siempre la señalo como la playa más linda que conocí, con ese canal "techado" q mencionas.
me encataría ver fotos, no sé si tengas.
ojalá pueda volver.
saludos desde Chile, Uziel
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