jueves, 23 de octubre de 2008

Presidentes y presidenciales en USA

Desde el 30 de abril de 1789 en que ganó las elecciones George Washington hasta hoy en que gobierna por segunda vez George W. Bush, en Estados Unidos han sido investidos 43 presidentes. Su edad promedio al asumir el cargo es de 55,2 años. El más joven fue John F. Kennedy, quien, al ocuparlo en 1961, tenía 43 con siete meses y 22 días. En 1901 Theodore Rooservelt lo ejerció a los 42 con 10 meses y 19 días. Solo que no fue electo en las urnas, pues sustituyó en su calidad de vice al asesinado William Mckinley. Lo reeligieron en 1904 con casi 46 años. Los otros más jóvenes fueron William Clinton ( 46) y el general Ulysses Grant (47).
Si de veteranía se trata, Ronald Reagan clasifica como el de mayor edad de todos los presidentes, pues tomó las riendas de su país con 69 años,11 meses y 14 días en enero de 1981. William Harrison lo hizo en 1841 con 68, mientras que James Buchanan (1857) y Andrew Jonhson (1865) tenían cumplidos 66 cuando asumieron el poder.
A juzgar por lo que reflejan las estadísticas oficiales, el promedio de vida de los presidentes norteamericanos -sin incluir a Bill Clinton, Jimmy Carter y George Bush padre, que continúan vivos y coleando- es de 70,02 años. Los que fallecieron con más edad fueron Gerald Ford (94 con cinco meses); Ronald Reagan (93 con cuatro meses); John Adams (90 con ocho meses); Herbert Hoover (90 con dos meses); y Harry Truman (88 con siete meses).
El presidente que murió más joven fue John F. Kennedy, asesinado en Dallas, Texas, el 22 de noviembre de 1963. Tenía 46 años y seis meses de nacido. Otros siete fallecieron durante el desempeño del cargo: tres también asesinados (Lincoln en 1865, Garfield en 1881 y Mckinley en 1901) y cuatro de muerte natural (Harrison en 1841, Taylor en 1850, Harding en 1923 y Roosevelt en 1945). Este último figura como el que ocupó el cargo durante más tiempo -1933 hasta 1945- y fue elegido consecutivamente en 1932, 1936, 1940 y 1944. Desde 1951 una enmienda constitucional establece que solo se puede ser reelecto una vez. El más breve -apenas un mes- correspondió a William Harrison, muerto de pulmonía en 1841.
Un total de 17 presidentes norteamericanos resultaron reelegidos al culminar su primer período, pero solo 11 completaron dos o más mandatos sucesivos. Los últimos fueron Eisenhower (presidente entre 1953-1961), Reagan (1981-1989) y Clinton (1993-2001). Antes de llegar a la Oficina Oval, 11 desempeñaron la vicepresidencia, pero solamente cuatro conquistaron la máxima magistratura mientras ocupaban el segundo puesto con el presidente vivo.
Los estados que más presidentes han aportado son Virginia (7), Ohio (6), Massachussets (4) y Nueva York (4). De estos cuatro estados proviene la mitad de los presidentes estadounidenses. Los del oeste casi no los producen, pues solo Richard Nixon (California) es natural de esa región. Diez presidentes fallecieron en el estado de Nueva York y siete en Washington. Les siguen Virginia (4) y Massachusetts y Tennessee (3 cada uno). El partido que más presidentes ha tenido es el Republicano (18), seguido por el Demócrata (15).
LA MALDICIÓN DE TIPPECANOE
Persiguió a los presidentes de los Estados Unidos desde 1840 hasta 1960 y «aseguraba» que todos los elegidos en un año terminado en cero morirían durante su mandato. Su autoría se le atribuye a un shaman indio cuya tribu fue derrotada por tropas norteamericanas en la batalla de Tippecanoe, en 1811. Comenzó el 4 de marzo de 1841 con William H. Harrison, elegido en 1940, quien, casualmente, había encabezado las tropas en aquel combate. Era un día frío y lluvioso. Harrison pronunció durante dos horas al aire libre y sin abrigo su discurso de toma de posesión, considerado el más extenso en la historia de los Estados Unidos. La exposición al frío y a la lluvia le provocó una neumonía y falleció un mes después.
Además del presidente Harrison, la «maldición», se llevó a la tumba mientras estaban en la Casa Blanca a Abraham Lincoln (elegido en 1860), James Garfield (elegido en 1880), William McKinley (elegido en 1900), Warren Harding (elegido en 1920), Franklin D. Roosevelt (elegido en 1940) y John F. Kennedy (elegido en 1960).
Los presidentes afectados fueron electos en las urnas cada dos décadas, por lo que el desconcertante rosario de muertes también se conoce como «la maldición de los 20 años». Dejó de cumplirse con Ronald Reagan, quien llegó al poder en 1980 y permaneció en el cargo dos mandatos. En 1981 sobrevivió a un atentado con arma de fuego, del que salió gravemente herido.

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miércoles, 15 de octubre de 2008

Nuestro Manatí

Gracias a mi colega Pastor Batista Valdés, corresponsal del diario Granma en Las Tunas, conseguí llegarme hoy con mi cámara fotográfica hasta Manatí. Viajamos hasta allá en su carro y juntos pudimos apreciar sobre el terreno su situación actual, 38 jornadas después del devastador paso por sus predios del huracán Ike, cuyas ráfagas lo machacaron a su antojo. Sopló tan fuerte que hasta parte del repello de una de las chimeneas del desaparecido ingenio se vino abajo por la brutal fricción del viento. Entre la tragedia que exhibe con visos de catástrofe el semblante local, me alegró ver ya con sus techos puestos la cuadra que está frente al parque y la otra que le continúa en dirección al centro escolar. También la cuartería próxima a la funeraria y el almacén de Comercio. Muchas viviendas tienen ya los suyos -tanto de fibro como de zinc- aunque constituyen mayoría las que deberán aguardar para recibir ayuda, en virtud de la gran cantidad que fue afectada parcial o totalmente. La limpieza e higienización favorece bastante el aspecto actual del batey, pues los árboles derribados en plena calle y los escombros acumulados por doquier -ya recogidos- le conferían un aspecto apocalíptico. Sin embargo, y no obstante lo que se ha conseguido en el orden recuperativo, es mucho aún lo que falta. Nadie debe hacerse ilusiones de que la descomunal destrucción provocada por el meteoro en casi todo el municipio se resolverá a la vuelta de unos meses. Y no me refiero solo en lo material. En lo emocional, un sector de la ciudadanía continúa traumatizado. Algunos vagan sin destino fijo, rumiando entre dientes el dolor de haber perdido sus bienes. O reprochándole a la vida este golpe bajo que los obliga a regresar al punto de partida. Pero hay que erguirse, entre otras cosas porque no hay otra alternativa. Este viaje a mi pueblo me lastimó muchísimo más que los anteriores. Por un momento llegué a sentirme avergonzado de estar allí, con mi ropa limpia y mi casa intacta, entre tantas personas afectadas. Experimenté como un remordimiento por no haber sufrido yo también lo que sufrió mi pueblo aquella madrugada del 8 de septiembre. Lo único que pude hacer fue repartir abrazos y dar aliento. Ahhh, y ofrecerme para ayudar en lo que sea. En Manatí saben -y juro que no es retórica- que pueden contar conmigo.

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martes, 14 de octubre de 2008

Periodismo en tiempos de ciclón

En mis años de ejercicio profesional jamás había realizado la cobertura de un huracán. La mayoría de esos cíclopes del trópico -para suerte de unos y desdicha de otros- prefirió siempre tomar más al sur. Tal vez por esa causa, este Ike forzudo y violento nos pilló a algunos por sorpresa. A pesar de los avisos, muchos no sospechamos que el impacto iba a ser tan demoledor.
Durante años «envidié» en el orden profesional a los colegas del occidente cubano, curtidos en cubrir casi al instante y en entornos de peligro estos desastres naturales. Sin embargo, después de lo que aprecié en mi provincia, cambié de parecer. Nada se compara –quizás solo un golpe nuclear- con la tragedia que genera la arremetida de un huracán. Ninguna expectativa reporteril merece tamaño precio.
Admito que horas antes del ataque de Ike, mi percepción de riesgo era sumamente escasa. Tanto que, a pesar de residir con mi familia en un apartamento en un tercer piso, ni siquiera me preocupé por bajar a un nivel inferior, como recomiendan los expertos. Cuando las rachas de quién sabe cuántos kilómetros amenazaban con arrancar mis ventanas, la conciencia me reprochó esa falta de responsabilidad ante el peligro. Me impuse un mea culpa. Pero las ventanas resistieron.
Al amanecer, y ya con la bestia en retirada, me fui hasta el Consejo de Defensa Provincial. Por allí merodeaban varios de mis colegas, en espera de un recorrido por una ciudad desdibujada por el viento. Tan pronto ganamos la calle chocamos con el drama: postes en el suelo, casas sin techos, árboles derribados, cristales hecho trizas, paredes destruidas, semblantes aterrados... Virtualmente, enmudecimos.
Regresé a mi casa con las vivencias desgarrándome la retina. Allí me aguardaba un escabroso contratiempo: no teníamos electricidad ni comunicación telefónica para llamar o acceder al correo electrónico. Me pregunté: «¿Y ahora dónde escribo la reseña? Y aun en caso de que encuentre un sitio, ¿por qué vía lo transmito a la redacción de Juventud Rebelde?» En ese momento no tuve una respuesta.
Con mi cámara repleta de imágenes y mi grabadora destilando testimonios de damnificados, se me ocurrió ir hasta el telecentro. Fue una decisión providencial, porque allí tenían instalado un grupo electrógeno y la mayoría de los servicios funcionaba. Planteé mi problema y mis colegas me permitieron sentarme a una computadora. Con una condición: que escribiera con la mayor celeridad.
Así, presionado por Cronos, redacté en tiempo récord mi primera información sobre Ike. Me vino a la mente Nicolás Guillén, que llamaba al periodismo «prosa de prisa». Una contingencia de último minuto me impidió cantar victoria: el telecentro afrontaba dificultades con la conexión. Así que... ¡a correr de nuevo en mi Babbeta! Recordé el puesto de mando de la Defensa Civil. ¡Disponía de teléfono y de mensajería electrónica! Logré enviar el material antes del cierre.
Al día siguiente, bien temprano, me fui de nuevo hasta el Consejo de Defensa Provincial con la idea de trasladarme en lo que fuera hasta los municipios del norte, que fueron los más golpeados por Ike. Me dije: «Con el primero que vaya para allá, me voy». Y así fue. Al rato pasó en su auto el delegado provincial del MAC, cuyo titular, junto a su homóloga de Trabajo, iba con rumbo a Puerto Padre y Jesús Menéndez. Me dieron «botella» y una hora después pude evaluar in situ y en detalles las escalofriantes dimensiones de la catástrofe.
Regresamos entrada la tarde. Otra vez aguardaba por mí el conflicto de dónde escribir lo visto en el terreno. Nuevamente en el puesto de mando provincial de la Defensa Civil, atestado de oficiales vestidos de campaña, me tiraron un cabo. «Tiene que ser rápido», me pidieron. Y así, presionado, pero agradecido, redacté mi reportaje.
Con la posterior cobertura a los municipios de Manatí, Colombia, Amancio y Jobabo me ocurrió de manera parecida. Viajé a sus predios «de botella en botella» con Rubén, director provincial de Vivienda, y con Xiomara, directora provincial de BANDEC. En todos los casos, rogando siempre porque mis «patrocinadores» retornaran rápido a la ciudad para que me diera tiempo a redactar y a transmitir.
Para entonces mi estrés había alcanzado tal magnitud que me alteraba por cualquier observación de mi esposa, aun cuando su propósito fuera ayudarme a resolver el trance. Luego, ya enviado el reporte para el periódico, me disculpaba por haber descargado en ella -¡y hasta en mis pequeñas hijas!- buena parte de mi tensión.
Darle cobertura al paso del huracán Ike por mi provincia resultó una experiencia profesional inédita y extraordinaria. Me confirmó algo que ya intuía; en circunstancias así, es preciso prever y tener a mano alternativas de emergencia. Además, no aguardar demasiado por la logística convencional, porque el tiempo –irreversible- nos pisa los talones y los lectores esperan ansiosos por nuestra información. Me pregunto: ¿acaso no es esa la misión del periodista?

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sábado, 11 de octubre de 2008

Un premio para todos

Pues bien, el jurado del Concurso Nacional de Periodismo «26 de Julio», el más importante certamen de su tipo en Cuba, decidió otorgar el Premio en la categoría de Mejor Bitácora o Página Personal a CUBA JUAN, este proyecto sociocomunicativo que mis lectores y yo colocamos en Internet hace ahorita tres años. ¡Cuántas alegrías me ha deparado su realización! Sus entradas han recibido en ese período casi 19 mil impactos de más de un centenar de países de los cinco continentes, algunos de ellos tan exóticos como Islas Seychelles, Burundi, Egipto, Lituania, Swazilandia, Eritrea y Malta. Lo mejor de todo es que muchos visitantes son cubanos radicados en el exterior, quienes se niegan de plano a perder las raíces que los atan a su tierra natal. Entre las satisfacciones mayores que he recibido por la vía de CUBA JUAN figura el haber conocido personalmente a algunos, como la octogenaria Elba Peiso, quien reside en Estados Unidos desde hace más de medio siglo y es descendiente de una ilustre familiar tunera. Ella estuvo en fecha reciente en su terruño, me localizó y conversamos durante más de una hora. Y el fraterno Diego Soca, un habitual de mi página asentado en La Habana y con quien he establecido lazos casi familiares. Otras alegrías significativas me llegaron por intermedio de mensajes electrónicos, comentarios a pie de página y notas en mi Libro de Visitas, casi todos con sugerencias de temas, manifestaciones de solidaridad, saludos de viejos amigos y aliento para mantener a toda costa CUBA JUAN. Porque, para mi beneplácito, son muchos los cubanos en general, los tuneros en particular y los manatienses en especial que husmean dentro de mi blog. Seguramente unos lo hacen por curiosidad intelectual y otros por necesidad de reecontrarse con lo suyo. No sé si consigo colmar sus expectativas, pero para ambos grupos intento siempre escribir sobre lo mejor de la historia local, reseñar anécdotas simpáticas, rescatar épocas de glorias deportivas, abordar asuntos de cultura general, insertar curiosidades y glosar el panorama noticioso de la patria chica. Un ejemplo concreto de intercomunicación resultó la reciente tragedia del huracán Ike, que puso sobre el tapete la trascendencia de este tipo de soporte para mantener informado a un extraordinario volumen de personas en todo el planeta. En CUBA JUAN reservo también un lugar importante para mi familia, compuesta por mi esposa Iris y mis dos pequeñas hijas Sofía y Beatriz. Mi blog crece junto con ellas, y también viceversa. En fin, amigos de aquí, allá y acullá, se trata de un Premio de ustedes y mío. No hay bitácora sin editor, pero tampoco sin visitantes. Acéptenme entonces la felicitación por este reconocimiento colectivo.

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lunes, 6 de octubre de 2008

La hora del optimismo

Eduardo Galeno, el uruguayo universal, dijo una vez: «Cada día compruebo que la realidad es mucho más rica, más misteriosa, más prodigiosa y más loca de lo que uno supone, y eso me ayuda a vivir. Cuando siento que el alma se me cae al piso y que no hay modo de levantarla, viene la realidad y me dice: 'mírame, soy mucho más grande que todo lo que tus ojos podrían abarcar a lo largo de tu vida entera'. Eso me devuelve la esperanza, me da energía, es el universo en las cosas chiquitas». No sé ustedes, amigos míos, pero creo que es hora de que volteemos la página del huracán Ike y de sus estragos por acá. Ya hemos sufrido suficiente con la tragedia de las fotos, los textos, los mensajes, los vídeos y las llamadas telefónicas, ¿verdad? Propongo pasar al próximo capítulo y franquearle el paso al optimismo. ¡Sabremos comenzar de nuevo! Siempre me ha parecido atinada esta frase que se le atribuye al escritor norteamericano Ernest Hemingway: «El hombre no se mide por las veces que se cae, sino por las veces que se levanta». Mi contribución será colocar próximamente en esta misma página imágenes del renacer de la vida entre los escombros. Y dar aliento para continuar, porque el mundo no se detiene. Así nos lo hace ver el inglés Rudyard Kipling en este hermoso poema:
Si piensas que estás vencido, lo estás.
Si piensas que no te atreves, no lo harás.
Si piensas que te gustaría ganar, pero no puedes,
por mucho que lo intentes jamás lo lograrás.
Si piensas que perderás, ya has perdido.
Muchas carreras se pierden antes de correrse.
Muchos cobardes fracasan antes de empezar.
Piensa en grande y tus hechos crecerán.
Piensa en pequeño y te quedarás atrás.
Piensa que puedes y podrás...
Todo está en el estado mental.
La batalla de la vida no la gana
el más fuerte o el más ligero.
Tarde o temprano el hombre que gana
es aquel que cree poder hacerlo.

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miércoles, 1 de octubre de 2008

Gratitudes

Agradezco mucho a quienes me visitan y dejan su constancia textual en mi weblog. Eso reconforta y da una medida de cuán provechoso puede resultar un proyecto como este en materia de información y comunicación. Sin embargo, me gustaría que pusieran también sus nombres completos y sus respectivas direcciones electrónicas para poder responderles y estabilizar así el intercambio. Por favor, consignen esos datos y les contestaré con gusto sus mensajes y comentarios. Claro, me refiero a aquellos que me escriben desde posiciones de respeto, independientemente de sus criterios políticos. Me ha parecido siempre que la amistad, la tolerancia y la decencia son virtudes universales ajenas por completo a las ideologías. Deberían saberlo quienes me escriben apelando a la ofensa, la calumnia, la vulgaridad, la maledicencia, el rencor, la frustación, la grosería, la fatuidad y el odio. Son los mismos que ultrajan a su Patria, niegan sus raíces y se avergüenzan de ser cubanos. Considero que es un derecho legítimo de cualquier persona simpatizar o no con un sistema o con un gobernante. Pero nada justifica desprestigiar al país de nacimiento, ridiculizarlo con frases soeces o insultarlo con los peores epítetos . Con gente así no intercambiaré jamás una palabra.
Lo que sigue es un acuse de recibo de los últimos meses. La mayoría de los remitentes reside en el exterior, principalmente en EE.UU.
Mi sobrino Harold desde Japón, muy atento a lo que escribo... Esthercita Fernández, con mensajes llenos de amistad, siempre bienvenidos... Eduardo Ortega (Piki), gran amigo de quien no había vuelto a tener noticias... Teresita Cortiñas, cuya providencial localización junto a su querida familia debo agradecerle al ciclón Ike... Yayito Balbuena, hermano menor siempre tan presente en mi recuerdo... Anita Vázquez, otra buena amiga con quien he intercambiado mucho en la última semana... Virginia Díaz, muchacha del barrio a la que apenas conocía... Dania Torres, amable desconocida que asegura haber vivido en Manatí... Mi prima Estela Salgado, cuyos deberes de abuela apenas le dejan tiempo para escribirme... Elba Peiso, joven octogenaria a la que conocí hace un par de meses durante una visita suya a Las Tunas... Los hermanos Antolín y Aki Benítez, de cuya amistad blasono... Pablito Molina y Betico Cabrera, compañeros de juergas juveniles... Lupe Nápoles, mi hermana, colaboradora médica en Namibia... Jorge Luis Catalá, «un tunero de pura cepa», residente en Palma de Mallorca... Fernando Ferrera, colaborador en las islas Saint Kitts y Nevis... Aliuska López, manatiense e hija del difunto Armín, al lado de la dulcería... Osiris López, primo de Aliuska y también buen amigo... María Elena León, que halló en mi blog la información que buscaba... Juan Carlos Cuba, preocupado desde España por la actualidad tunera... Susana Maritza Salas, holguinera que vive en Mar del Plata, Argentina... Ángel Luis Sánchez, amigo y ex-integrante del grupo musical tunero Los Surik... Carlos Manuel Pérez y Migdalis Pérez, compañeros de estudios en la universidad... Yamilka Estrada, sobrina de El Comandante, personaje emblemático de las calles tuneras... Mis grandes amigos Amparo Beltrán y Félix Posada, en Bogotá, Colombia... Flor Guevara Agüero, otra del barrio y tal vez hasta pariente... Gabriel Vargas, mexicano agradecido por una anécdota que publiqué en mi blog sobre su compatriota Jorge Negrete... Juan Ramón Pérez Fajardo, puertopadrense ausente, nostálgico de los molinos de su tierra... Joaquín Estrada-Montalván, amigo y compañero de mi etapa universitaria... Nelson, colaborador médico en la isla de Dominica... Mi amiga Francisca Rivero (Paqui), desde la Embajada de Cuba en Londres... Alfredido, el hijo de Alfredo el Chino, desde Paraguay... Ramón Espino, cultor de la décima, desde México... Yoanna, radicada en Inglaterra y antigua investigadora del Museo Provincial... Tony Cáceres, amigo inteligente y culto, colaborador en Venezuela... Evelina, holguinera que escribe un libro sobre Rogelio Díaz Castillo, autor de La caldosa de Kike y Marina... Paula, brasileña amiga de Cuba... Ana Livia García, desde España, cuya nieta comparte con mi hija Sofía el mismo salón de un círculo infantil tunero... Mi vecino Kamir Bauzá, apasionado del béisbol y colaborador en Sudáfrica... El siempre atento doctor Alexis Barrios, colaborador en Venezuela... Claudio Marcelo, desde Argentina... Mi amiga italo-tunera Viviana Consentino, aficionada a la poesía y a la literatura... Amílcar Mejías, desde El Salvador... Alguien que se firma YRR, le sabe un mundo a Manatí y vive en Ucrania...A la nieta de La Chopa e hija de Mogollón, Puerto de Manatí, que no me dejó su nombre... A Manolo, chaparrero que levantó campamento en Inglaterra y cuyos correos tanto agradezco... ¡GRACIAS A TODOS!

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