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viernes, 18 de junio de 2010

Así surgió el Día de los Padres


El Día de los Padres tiene un siglo de constituido. Según quienes han investigado en torno al tema, su celebración se inició en los Estados Unidos en 1910. Fue la norteamericana Sonora Smart-Dold la artífice de esta festividad. Ella estaba convencida de que su padre, William Smart, era tan importante como su madre si de honores se trataba. De ahí que dedicara sus mayores esfuerzos a la implantación de ese día en Yanquilandia.
Este hombre, William Smart, era un curtido granjero nacido y criado en el centroeste de su país, y, además, veterano de la Guerra Civil norteamericana. Su esposa había fallecido durante el alumbramiento de su sexto hijo, por lo que el antiguo soldado  se vio en la obligadción de hacerse cargo del recién nacido y del resto de su numerosa descendencia sin recibir ningún tipo de ayuda.
Pasaron los años y su hija Sonora se convirtió en adulta. Ella, agradecida por la fortaleza y la consagración de su padre en la crianza de su joven familia a pesar de la ausencia materna, concibió la idea de celebrar una vez al año el Día de los Padres. Así fue como el 19 de junio de 1910, tercer domingo del mes, Sonora y sus hermanos se reunieron junto a un grupo de amigos y le organizaron el cumpleaños a su anciano progenitor.
La muchacha le hizo una intensa propaganda a la iniciativa, pero con escaso éxito. En 1915, Harris C. Meek, presidente del Club de Leones de Chicago, retomó la idea. En esta ocasión el proyecto contó con mejores auspicios. En 1924 el Presidente de los Estados Unidos, Calvin Coolidge, la apoyó y convirtió el Día del Padre en una celebración nacional. Dos años después, se reunió por primera vez en New York el Comité Nacional del Padre.
En 1956, una resolución del Congreso de Estados Unidos reconoció como un deber homenajear a los padres mediante un día en su honor. Diez años más tarde, el presidente Lyndon Johnson proclamó oficialmente el Día de los Padres como una fiesta nacional. En 1972, durante su presidencia, Richard Nixon firmó una Ley que estableció  el Día de los Padres el tercer domingo de junio. La  idea de la celebración se extendió rápidamente a Europa, América Latina, África y Asia. A finales del siglo XX ya generaba millones de dólares por concepto de ventas de tarjetas y regalos.
La primera celebración del Día de los Padres en Cuba tuvo lugar el 19 de junio de 1938 por iniciativa de la escritora Dulce María Borrero, quien abogó por generalizarlo en la Isla. En otros países latinoamericanos no coincide con el tercer domingo de junio. Ni siquiera en las cercanas en la geografía y la historia, como algunas del área centroamericana.

FRASES PARA EL DÍA DE LOS PADRES
 
-Tener hijos no convierte en padre, como tener un piano no vuelve a nadie pianista (M. Levine).

-Vive de modo tal que cuando tus hijos piensen en justicia y en integridad piensen en ti (J. Brown).

-Un padre cuya conducta personal sea paradigma vale por mil maestros (George Herbert).

-Nada hay nada más hermoso en el mundo que cuando un padre llega a convertirse en el mejor amigo de sus hijos (José Ingenieros).

-Con mucha frecuencia los seres humanos son en la vida lo que sus padres hacen de ellos (Ralph Waldo Emerson).

-El mejor regalo que un padre puede hacerles a sus hijos es un poco de su tiempo cada día (O. A. Battista).

-Un padre es un hombre que espera y confía en que sus hijos sean tan buenos como él hubiera querido ser (Joyce).

LO QUE PIENSA EL SER HUMANO ACERCA DE SU PADRE

A los 5 años de edad: Mi papá es el más grande, el más fuerte y el mejor de todos. Se las sabe todas siempre.
A los 10 años: ¡Qué inteligente e importante es mi papá! No hay ninguno que sepa más cosas que él.
A los 15 años: Verdaderamente, mi papá esta fuera de onda. Por eso es que no me comprende nunca.
A los 20 años: Mi papá está que ya no pone una buena, sus ideas son anticuadas y están fuera de foco.
A los 30 años: Viendo la vida en la distancia, no sé como mi papá no pudo hacer lo que yo hice y voy hacer.
A los 40 años: Voy a consultar a mi papá; he visto que mucho de lo que me ha dicho se ha cumplido.
A los 50 años: ¡Qué pena que murió el viejo! Cuántos buenos consejos me dio siempre y no aproveché casi nunca.
A los 60 años: ¡Qúe sabio era mi papá! ¡Cuántos problemas me hubiera evitado de haberle hecho caso antes!
A los 70 años: ¡Qué sabios éramos los dos! ¡Cuántos problemas nos hubiéramos evitado de habernos escuchado!

LECCIÓN

Una noche, un niño le pregunta a su padre: «¿Cuánto dinero ganas por hora, papá?» El padre, extrañado, responde con otra pregunta: «¿Por qué quieres saberlo?» Y el niño: «No, no, por nada». Acto seguido, le pide cinco pesos. Y el padre: «¿Para qué los quieres?» Y el niño: «Para hacer un gasto importante». El padre le entrega el billete. A la noche siguiente el niño vuelve a hacerle la misma pregunta y el mismo pedido, y el padre, visiblemente airado, le dice: «¿Piensas que me regalan el dinero? Considero una insolencia que me estés preguntando cuánto gano». Lo manda a dormir. Pasados algunos minutos, el padre recapacita y, arrepentido, piensa que quizás fue un poco duro con su hijo. Se acerca a la cama del niño, lo acaricia y le dice: «Perdóname, a veces no estoy de humor; aquí tienes los cinco pesos.» El niño lo mira tiernamente y luego le pregunta en voz baja: «¿No te molesta si vuelvo a preguntarte cuánto ganas por hora?» El padre lo observa y le dice: «No me molesta, hijo, gano 10 pesos por hora». Entonces el niño levanta la almohada, toma los cinco pesos del día anterior y le dice a su padre: «Toma, papi, ya tengo 10 pesos. ¿Podrías estar una hora conmigo?»

PREFERENCIAS

Cierto día, le preguntaron a un padre muy sabio:
«A ver, buen hombre, tú tienes varios hijos, ¿cuál de ellos es tu preferido?»
Y él respondió sin la menor vacilación:
«Tengo preferencias por el hijo más pequeño, hasta que sea mayor; por el que está lejos, hasta que regrese; por el que está enfermo, hasta que se recupere; por el que está preso, hasta que reciba su libertad; por el que pasa dificultades, hasta que las haya superado; por el que está triste, hasta que se anime; por el que está solo, hasta que se enamore; por el analfabeto, hasta que aprenda...»
La respuesta fue aplaudida y aceptada por todos.

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martes, 23 de marzo de 2010

Ese sofisma llamado raza...

La humanidad progresista celebra cada 21 de marzo el Día Internacional contra el Racismo. Juzgar a las personas por el color de su piel es como calcular el valor de un libro por su portada. Cuando alguien me habla, no tengo en cuenta la raza a la que pertenece, sino los sentimientos que profesa. La práctica social  más detestable que existe es el racismo.
La declaración formulada por la UNESCO en 1967 sobre racismo y prejuicios raciales contiene tres puntos fundamentales, a saber:  
a) Todos los hombres que viven en nuestro tiempo pertenecen a la misma especie y descienden del mismo tronco.
b) La división de la especie humana en «razas» es convencional y no implica ninguna jerarquía en ningún orden.
c) En el estado actual de los conocimientos biológicos, no podemos atribuir las realizaciones culturales de los pueblos a diferencias de potencial genético: éstas se explican totalmente por su historia cultural. Basta invertir estos términos para obtener una radiografía del racismo.
No existen las razas. La única que existe es la humana.
El texto siguiente es una manera de cómo deben ser tratados los racistas:
RACISMO EN LAS ALTURAS
En un avión comercial que hacía el vuelo Nueva York-París, una pasajera que viajaba en clase económica se dirige a la azafata:
-Señorita, esto es un ultraje imperdonable, ¡venga usted acá! -demanda.
-¿Cuál es el problema, señora? -pregunta la joven -. ¿En qué puedo servirla?
-¿Pero no lo ve? -responde, airada, la mujer-. Me han sentado junto a un negro. No soporto estar al lado de uno de estos seres. ¡Exijo que me den inmediatamente otro asiento o me quejaré a la Compañía en cuanto llegue!
-Por favor, cálmese -dice la azafata-. Casi todos los asientos estan ocupados. Veré si hay un lugar disponible.Enseguida le traigo la respuesta.
La azafata se aleja y vuelve de nuevo algunos minutos más tarde:
-Señora, no hay ya ningún lugar libre en la clase económica. Acabo de hablar con el comandante  de la aeronave y me confirmó que no hay sitios disponibles. No obstante, tenemos un lugar en primera clase.
Antes de que la mujer pudiera decir una palabra, la azafata prosiguió:
-Es inusual en nuestro servicio permitirle a alguien que viaja en la clase económica permutar para el área de primera clase. Pero, en vistas de las circunstancias, el comandante considera que sería escandaloso obligar a  una persona a  permanecer sentado junto a un ser tan repugnante.
Y dirigiéndose con suma cortesía al pasajero  negro, la azafata le dice:
-Si el señor lo desea, tome su equipaje de mano. Un asiento en primera clase le espera. Le desemos una feliz estancia en nuestro vuelo.
Y todos los pasajeros que asistían a la escena se levantaron y aplaudieron.

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miércoles, 22 de abril de 2009

Día Mundial del Idioma Español

Todos los años, cuando está por llegar el día 23 de abril, Día Mundial del Idioma Español, un sitio madrileño en Internet llamado Escuela de Escritores realiza una encuesta entre cibernautas de todo el mundo en torno a la siguiente pregunta: «¿Cuál es la palabra más bella del idioma español?» Solo les establece un requisito sine qua non: en las respuestas no se aceptan nombres propios ni palabras que no estén reconocidas por el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.
El portal recibió respuestas de más de 41 mil personas de alrededor de 50 países de los cinco continentes, quienes votaron por 7100 términos diferentes. ¿Y saben qué palabra se llevó los máximos honores? Pues amor, con 3364 votos, seguida de libertad, paz, vida, azahar, esperanza, madre, mamá, amistad, libélula, amanecer, alegría, felicidad, armonía, albahaca, susurro, sonrisa, agua, azul, luz, mar, solidaridad, pasión, mandarina y abrazo.
Según los organizadores de tan singular concurso, todo parece indicar que los participantes votaron por aquellas palabras españolas cuyas fonéticas las hacen agradables al oído, pero que, sobre todo, llevan intrínsecos nociones y conceptos fundamentales en las expectativas de los seres humanos. Basta repasar las 25 premiadas para confirmar que, en efecto, suenen bien... ¡y se les interpreta mejor!
«Todos creemos, junto con Jorge Luis Borges, que en la palabra Nilo fluye el Nilo, y por lo mismo pensamos que en la palabra amor viven todos y cada uno de los amores pasados, presentes o futuros. Si perdiéramos la palabra amor, perderíamos la posibilidad de sentirlo. Y lo mismo sucede con las otras tres que le siguen: libertad, vida y paz. No debe parecernos falta de imaginación que la gente las haya preferido a otras: las tres expresan realidades esenciales, son 'el nombre exacto de las cosas', la cosa misma», opina en el diario El País Andrés Trapiello, autor del libro El arca de las palabras.
En fin, amigos, hoy 23 de abril es el Día Mundial del Idioma Español, esa lengua que tanta gloria le ha dado a nuestra cultura en todas las manifestaciones. Sus hablantes tenemos el deber de estar atentos para vigilar por la integridad de los patrones que le dan vida, cultivarlo con el buen gusto y salvarlo a ultranza de quienes intentan contaminar su uso cotidiano con la chabacanería.
En el mundo de hoy se hablan aproximadamente cinco mil idiomas y dialectos. A todos los hispanohablantes nos corresponde velar por el nuestro y por su pureza, para entregárselo entero y vital a las generaciones que nos sucedan. Miguel de Unamuno, el gran escritor español, lo dijo con elegancia y tino: «La sangre de mi espíritu es mi lengua, y mi patria es allí donde resuene soberano su verbo, que no amengua su voz por mucho que ambos mundos llene».
CURIOSIDADES DEL IDIOMA ESPAÑOL
Entre los matices que distinguen a la lengua española figuran en un sitio relevante las curiosidades. A riesgo de ser tildado de chovinista, sospecho que ninguno otro registro idiomático exhibe tantas. Pongo de muestra un caso de acentuación. Se trata de una oración en la cual todas sus palabras -nueve en total- llevan acento ortográfico, es decir, tilde. Ahí les va: «Tomás pidió públicamente perdón, disculpándose después muchísimo más íntimamente». Sí, es a lo mejor una construcción forzada, pero no deja de ser interesante.
Y disfruten este rosario de curiosas e insólitas singularidades: La palabra oía tiene tres sílabas en tres letras. En el vocablo aristocrático, cada letra aparece exactamente dos veces. El término arte es masculino en singular y femenino en plural. En la palabra barrabrava, una letra aparece una sola vez, otra aparece dos veces, otra tres veces y la cuartas cuatro veces. En el término centrifugados todas las letras son diferentes y ninguna se repite. El vocablo cinco tiene a su vez cinco letras, coincidencia que no se registra en ningún otro número. El término corrección tiene dos letras dobles...
Y este otro recital: Las palabras ecuatorianos y aeronáuticos poseen las mismas letras, pero en diferente orden. Con 23 letras, se ha establecido que la palabra electroencefalografista es la más extensa de todas las aprobadas por la Real Academia Española de la Lengua. El término estuve contiene cuatro letras consecutivas por orden alfabético: stuv. Con nueve letras, menstrual es el vocablo más largo con solo dos sílabas. Mil es el único número que no tiene ni o ni e. La palabra pedigüeñería tiene los cuatro firuletes que un término puede tener en nuestro idioma: la virgulilla de la ñ, la diéresis sobre la ü, la tilde del acento y el punto sobre la i. El vocablo reconocer se lee lo mismo de izquierda a derecha que viceversa. La palabra euforia contiene las cinco vocales y solamente dos consonantes...
¡Qué bello idioma el nuestro!

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domingo, 8 de marzo de 2009

Mujer

Se ha escrito y dicho tanto sobre ti y tus hazañas que ahora parece como si las palabras quisieran eludir –ruborizadas- la urgencia de la convocatoria. Pero no: mientras quede una proeza tuya por contar, el verbo tendrá que renunciar a su modestia para ofrendarte una oda a la virtud.
Te han comparado tanto con las flores y con sus atributos que hasta la misma rosa silvestre se arrebata de celos con solo mencionarte. Pero no: mientras no exista mejor paradigma –y dudo que eso sea posible- tú continuarás siendo su contrafigura de delicados pétalos y exquisita fragancia.
La hemos amado tanto los hombres que ya resulta poco menos que imposible restituirle el sabor original al concepto primigenio. Pero no: mientras ella esté ahí para merecerlo –y estará siempre, quién lo duda-, el amor tendrá todos los días diferentes sabores, con preponderancia del dulce sobre lo amargo.
Has convivido tanto con el sacrificio que lo has disminuido a la categoría de trivialidad cotidiana. Pero no: mientras sacrificio signifique –y significa- que para enfrentarlo te yergues más allá de tu colosal estatura, habrá que continuar abriéndole derroteros a la capacidad de asombro, aunque la misma historia se repita.
Han especulado tanto acerca del simbolismo de tus cinco formidables letras que ya no es novedoso insistir en que M sugiere modestia, U unidad, J justicia, E ejemplo y R resistencia. Aunque al final sea la palabra íntegra y única, cargada cinco veces de ternura, admiración y reconocimiento, la que mejor te dignifique: MUJER.

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sábado, 21 de junio de 2008

Padres, madres, hijos...

LECCIÓN
Una noche, un niño le pregunta a su padre: «¿Cuánto dinero ganas por hora, papá?» El padre, extrañado, responde con otra pregunta: «¿Por qué quieres saberlo?» Y el niño: «No, no, por nada». Acto seguido, le pide cinco pesos. Y el padre: «¿Para qué los quieres?» Y el niño: «Para hacer un gasto importante». El padre le entrega el billete. A la noche siguiente el niño vuelve a hacerle la misma pregunta y el mismo pedido, y el padre, visiblemente airado, le dice: «¿Piensas que me regalan el dinero? Considero una insolencia que me estés preguntando cuánto gano». Lo manda a dormir. Pasados algunos minutos, el padre recapacita y, arrepentido, piensa que quizás fue un poco duro con su hijo. Se acerca a la cama del niño, lo acaricia y le dice: «Perdóname, a veces no estoy de humor; aquí tienes los cinco pesos.» El niño lo mira tiernamente y luego le pregunta en voz baja: «¿No te molesta si vuelvo a preguntarte cuánto ganas por hora?» El padre lo observa y le dice: «No me molesta, hijo, gano 10 pesos por hora». Entonces el niño levanta la almohada, toma los cinco pesos del día anterior y le dice a su padre: «Toma, papi, ya tengo 10 pesos. ¿Podrías estar una hora conmigo?»
PREFERENCIAS
Cierto día, le preguntan a una mujer de quien se decía era una sabia:
«A ver, mujer, tú tienes varios hijos, ¿cuál de ellos es tu preferido?»
Y ella responde sin la menor vacilación:
«Tengo preferencias por el hijo más pequeño, hasta que sea mayor; por el que está lejos, hasta que regrese; por el que está enfermo, hasta que se recupere; por el que está preso, hasta que reciba su libertad; por el que pasa dificultades, hasta que las haya superado; por el que está triste, hasta que se anime; por el que está solo, hasta que se enamore; por el analfabeto, hasta que aprenda...»
La respuesta fue aplaudida y aceptada por todos.

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domingo, 15 de junio de 2008

¡Felicidades, papito!

PAPÁ
Nos enseñarás a volar,
pero no volaremos tu vuelo.
Nos enseñarás a soñar,
pero no soñaremos tu sueño.
Nos enseñarás a vivir,
pero no viviremos tu vida.
Sin embargo,
en cada vida,
en cada vuelo,
en cada sueño,
perdurará siempre la huella
del camino enseñado.
(Madre Teresa De Calcuta)

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domingo, 1 de junio de 2008

¡Hurra por los niños!

Cada primer día de junio la población del mundo se regala 24 horas de homenaje a la infancia. Navegando por Internet encontré este texto que un autor anónimo escribió acerca de esas criaturas fabulosas que son los niños. Se trata de un auténtico poema en prosa rebosante de fantasías y sensibilidad. Se los propongo con el convencimiento de que les encantará.
«Los niños vienen en diferentes tamaños, pesos y colores. Se les puede encontrar donde quiera: Encima, debajo, trepando, colgando, corriendo, saltando... Los papás los adoran, las niñas los odian, las hermanas mayores los toleran, los adultos los desconocen y el cielo los protege. Un niño es la verdad con la cara sucia, la sabiduría con el pelo desgreñado y la esperanza con una rana en el bolsillo.
Un niño tiene el apetito de un conejo, la vista de un águila, la digestión de un tragaespadas, la energía de una bomba atómica, la curiosidad de un gato, los pulmones de un corredor de fondo, la imaginación de Julio Verne y el entusiasmo de un payaso.
Le encantan los dulces, los cuchillos, los libros con láminas, el campo, el agua, los animales, papá, los trenes, los domingos por la mañana, los charcos, los grillos y los carros de bomberos. Le desagradan las visitas, la escuela, los barberos, las niñas, los abrigos y la hora de acostarse.

Nadie se levanta tan temprano, ni se sienta a comer tan tarde. Nadie más puede traer en el bolsillo una cuchilla oxidada, una fruta mordida, medio metro de cordel, dos caramelos, seis bolas, un trozo de sustancia desconocida y un auténtico anillo supersónico con un compartimiento secreto. Un niño es una criatura mágica.
Usted puede cerrarle la puerta del cuarto de las herramienta, pero no puede cerrarle la puerta del corazón; puede apartarlo de su computadora, pero no puede apartarlo de su mente. Todo el poderío suyo se rinde ante él. Es su carcelero, su amo, su jefe...
Pero cuando usted regresa a casa con sus proyectos hechos trizas, él puede remediarlo con dos mágicas palabras: ¡Hola papito!»

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domingo, 11 de mayo de 2008

Receta materna

Busque dos ojos bien dulces y bátalos hasta conseguir una mirada que transpire cariño. ¿Ya? Perfecto. Ahora agénciese una galaxia, procúrese una mariposa, deshoje una margarita… Busque un semblante donde se puedan sazonar sin que pierdan sabor la calma y la tempestad. ¿Ya? Ahora póngale taza y media de ternura, súmele un paquete de sonrisas, añádale una rodaja de suspiros… Busque un corazón sano que sea también vientre y regazo. ¿Ya? Rellénelo de bondad, cúbralo de gratitud, satúrelo de sacrificios… Búsque unas manos tatuadas por el hierro de las cacerolas. Oprímalas con devoción de feligrés. Estrújelas. Contémplelas con pupila agradecida… Haga fuego con el ardor de un abrazo hecho centella. No permita que se apague. Atícelo. Ponga a cocinar a fuego lento esa mixtura olorosa a mimo y a zurra. Revuélvala para que se mezcle bien. Ahora eche pasión, vierta cariño, riegue virtud… Remoje todo de vez en vez con una cucharadita de melancolía. No mucha, que en exceso es dañina. Permita que la llama de un amor sin contrincantes sazone el contenido. Ahora corte en pedacitos pequeños las penas, las angustias, los sufrimientos y las desazones y arrójelas en el latón de los desperdicios… Y haga lo mismo con los malos ratos y con los momentos tristes… Vuelva a la cazuela y eche besos, besos y besos, que los besos jamás empalagan. Y eche abrazos, abrazos abrazos, que los abrazos fijan el calor. Propicie que risas y lágrimas convivan en un mismo aliño. ¡Qué bien huele! Bájelo todo, mande a preparar la mesa y vaya llamando a los comensales. Ya vienen. Autorícelos a comenzar. ¡Buen apetito! Y ahora... ¡todos a comerse a besos a mamá en este segundo domingo de mayo, Día de las Madres!

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miércoles, 13 de febrero de 2008

Origen del Día de San Valentín

Hoy, 14 de febrero, en una buena parte del planeta se celebra el Día de San Valentín. Infinidad de parejas de todas las procedencias, razas, geografías, edades, ideologías y profesiones entrelazan sus manos, se miran con intensidad y fijeza a los ojos o se juran amarse eternamente. Lo que no logra el más sublime de los sentimientos no lo consigue nada ni nadie. Cupido, dios del amor, lo sabe bien, y el mundo en pleno palpita cada año al calor de esta fecha.
Al diferencia de lo que piensan muchas personas, no se trata de una jornada tomada al azar para rendirle pleitesía a la deidad del carcaj y las flechas. El día tampoco tiene conexiones con el santoral que publican los almanaques y los diarios. En realidad, la conmemoración tiene su propia historia y sus consabidos protagonistas.
En la época del emperador romano Claudio II -allá por el año 270 de la era moderna- el mundo vivía estremecido por las constantes guerras entre los hombres. Para que sus jóvenes soldados rindieran más en las batallas y se concentraran en cuerpo y alma a la idea de derrotar a toda costa al enemigo, el tal Claudio II dictó un edicto absurdo e inhumano: ¡les prohibió a ellos contraer matrimonio!
Un obispo veinteañero de nombre Valentín hizo caso omiso del decreto imperial y se las arregló para desposar en secreto a las parejas que se lo solicitaban. Su templo se convirtió en una suerte de palacio conyugal. Pero el altruismo del sacerdote no duró mucho tiempo. Casi al iniciarse el año de marras fue descubierto, juzgado y condenado a muerte. Lo decapitaron el 14 de febrero.
Cuenta la historia que, mientras estuvo preso en espera de su ejecución, el obispo se enamoró perdidamente de la hija ciega de su carcelero. Con ella obró el milagro de devolverle la vista. Antes de morir, Valentín escribió a su amada un mensaje que terminaba con esta frase: «...de tu Valentín». Y, desde entonces, se adoptó la fecha de su azarosa muerte como el Día de los Enamorados.
Hoy las parejas que se aman en todas las latitudes del globo terráqueo se dan cita en esquinas, cabarets, parques, restaurantes, playas, bosques, plazas, templos, oasis, lagos, montañas… para confirmar juntos que el amor nunca morirá. Tal vez ella preparará un plato especial para comerlo junto a él en casa. O a lo mejor él se agenciará una pucha de margaritas para deshojársela a ella a los pies. Es que el amor es así, impredecible. ¡Ahí radica su encanto!
El mundo es hoy, 14 de febrero, un canto hermoso al amor. Llámese San Valentín o Día de los Enamorados, la gente que se quiere hará de la jornada un nuevo motivo para quererse.

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miércoles, 9 de mayo de 2007

¡Primero fue en Puerto Padre!

Cualquier fecha del almanaque se pinta de maravillas para ofrendarles cariño a las madres. Halagos en enero, flores en noviembre, besos en abril, ternura en agosto, sonrisas en julio…, ¿qué más da minuto, día, semana, mes o año? Sin embargo, en muchos países se ha escogido el segundo domingo de mayo para potenciar en los corazones ese amor sublime por quienes, al decir de un poeta, «son las únicas personas en el mundo que siempre están disponibles».
Las referencias más distantes de esa festividad datan del año 250 AdC, cuando en la antigua Grecia consagraban una jornada de la primavera a honrar a la diosa Gea, esposa de Cronos y madre de Júpiter, Neptuno y Plutón. Después los romanos escogieron tres días del mes de marzo para celebrar un homenaje similar lleno de ofrecimientos a Cybele, diosa de la naturaleza y la fecundación.
Mucho tiempo antes de la llegada de los conquistadores al Nuevo Mundo, las civilizaciones autóctonas rendían su propio tributo a la maternidad por intermedio de la diosa Coyolxauhqui, madre de Huitzilopochtli, el guerrero emblemático de los aztecas. Como prueba de su adoración, le improvisaban fastuosas liturgias donde abundaban las ofrendas de oro y plata con marcadas alegorías a la luna.
Los celtas cuentan con una bonita historia de agasajos a las progenitoras. Ellos dedicaban un día a la diosa Brígida para gratificarle la primera leche ordeñada en la temporada. Los ingleses del siglo XVII, por su parte, asistían a las parroquias para venerar a la virgen María, madre de Jesús. La tradición se combinó luego con la de obsequiarles algo a las madres. Los criados que vivían lejos de sus casas, eran autorizados con la paga para ir a visitarlas en el cuarto domingo de cuaresma, y todos juntos compartían un pastel.
IRRUMPE EL DÍA DE LAS MADRES
La primera persona en proponer «en serio» la instauración de un día para las madres fue la poetisa norteamericana Julia Ward Howe, autora del llamado Himno de Batalla de la República. «Son ellas las que más sufren la pérdida de sus hijos en las guerras. Debemos apoyarlas y convertirlas en abanderadas por la paz», dijo en el documento de solicitud, fechado en el año 1872 en su natal Massachussets.
Su idea no llegó a cristalizar, pero devino antesala para que una paisana suya, Anna Jarvis, afligida por la muerte de la autora de sus días, diera inicio en 1907 a una campaña nacional por correspondencia para que se declarase una fecha en homenaje a las madres. Persistió tanto en su proyecto que obtuvo el apoyo de muchas personas, entre ellas influyentes ministros, congresistas y empresarios.
El primer Día de las Madres reconocido oficialmente se celebró en la iglesia episcopal de Grafton, Virginia Occidental, el 10 de mayo de 1908, segundo domingo del mes y aniversario de la muerte de la mamá de Anna Jarvis. Como las flores preferidas de la difunta habían sido siempre los claveles, desde entonces se utilizan los rojos para honrar a las madres vivas y los blancos para las fallecidas.
La iniciativa tuvo una acogida tal que en 1910 había prendido en todos los territorios de la Unión. ¡Hasta el Congreso debió debatir un proyecto de Ley para otorgarle carácter oficial! Por fin, en 1914, el Presidente Woodrow Wilson firmó el decreto y proclamó el segundo domingo de Mayo como Día de las Madres en los Estados Unidos. Se había creado ya la Asociación del Día Internacional de las Madres, con el propósito de extender la festividad a otras naciones.
SU CELEBRACIÓN EN CUBA
Casi todas las referencias bibliográficas que existen sobre la introducción del Día de las Madres en Cuba, coinciden en señalar a Santiago de las Vegas como la primera localidad donde se festejó la fecha. También identifican a Víctor Muñoz, un conocido periodista de la época, como a su gran promotor, a partir de una crónica suya titulada Mi clavel blanco, que vio la luz en el periódico El Mundo el domingo 9 de mayo de 1920, donde decía: «El día de hoy es el segundo domingo de mayo, que los americanos consagran como el Día de las Madres, y que muchos cubanos quieren destinar al mismo objeto».
Los investigadores aseguran que el mismo día el teatro del Centro de Instrucción y Recreo de Santiago de las Vegas se colmó de público. La convocatoria pretendía homenajear a las madres, y partió de un grupo de intelectuales, cuyos miembros, alentados por Francisco Montoto, patrocinaron un programa donde se recitaron los versos de José Martí a su progenitora y el poema A mi madre, de Diego Vicente Tejera.
Se dice que fue esa la primera celebración pública del Día de las Madres en Cuba. El 22 de abril de 1921, siendo Muñoz concejal del Ayuntamiento capitalino, propuso y logró instituir en toda La Habana ese agasajo. En el año 1928, a propuesta del senador Pastor del Río, la Cámara de Representantes le dio carácter de Ley Nacional, y así el segundo domingo de mayo se oficializó como Día de las Madres.
PRIMERO FUE EN LA VILLA AZUL
Hay pruebas muy sólidas de que Puerto Padre, en la provincia de Las Tunas, fue la primera localidad cubana en instaurar el Día de las Madres, hecho ocurrido el martes 6 de abril de 1920, es decir, poco más de un mes antes de que Santiago de las Vegas organizara en el teatro de su Centro de Instrucción y Recreo el homenaje citado. Para confirmarlo documentalmente, Sábado, un periódico editado a la sazón en la también llamada Villa Azul, publicó el 19 de abril del año 1952 la siguiente nota:
«El Día de las Madres, tan emocionalmente celebrado siempre en Cuba por iniciativa del laureado periodista Víctor Muñoz, se celebró por primera vez en Cuba en la ciudad de Puerto Padre, por feliz idea del maestro masón Dr. Eduardo Queral Mayo. Con eso no queremos quitarle gloria a quien tiene todo nuestro respeto, pero sería bueno que todo se aclarara (…) Según consta en las actas de la Logia Los Perseverantes, hay un acuerdo que vamos a copiar con certificación del Secretario de aquella venerable Logia y que dice así:
«Atendiendo que es un deber de todo Masón reverenciar a los padres y ayudar al mejoramiento moral e intelectual de la Humanidad, los abajo firmantes proponen:
«QUE sea celebrado el primer domingo de Mayo (el Día de las Madres NdA) en cualquier manera que tienda a demostrar el cariño y el agradecimiento a que es deudor todo hijo.
«Asimismo, proponen que sea designado el primer domingo de Junio a igual fin con relación a los padres.
«(Fdo) Dr. Eduardo Queral Mayo, Enrique Pérez e Ismael Piedra (Aprobado en el Taller, 6 de abril de 1920)»
Como se aprecia, no solo se trata de que Puerto Padre fue el pionero en instituir en Cuba el homenaje a las madres, el 6 de abril de 1920. ¡También fue el primero en celebrarlo en toda la isla! Eso ocurrió el 2 de mayo de 1920, primer domingo de ese mes, es decir, una semana antes del festejo en Santiago de las Vegas. Lo corrobora un editorial publicado en el propio semanario Sábado, con fecha 10 de mayo de 1958, y dirigido al periodista Guillermo Gener, quien escribía por entonces en el rotativo habanero Prensa Libre. Dice:
«Nos hacemos eco en la primera plana de una verdad que no admite en manera alguna polémica de ningún tipo. Guillermo Gener, un periodista que tanto nos agrada leer por su forma llana y sencilla de expresarse, en el colega Prensa Libre, quiere hacer justicia a un grupo de poetas, literatos y periodistas de Santiago de las Vegas y nos habla por tanto de la gloria de haberse instituido en aquella ciudad por primera vez en Cuba en 1920, El Día de las Madres.
«Nos da datos, nos refiere asuntos, nos busca documentos. Es decir, que prácticamente nos lleva al convencimiento de que en Santiago de las Vegas se celebró por primera vez ese gran día en nuestra nación. Pero hay un error, sencillamente porque Guillermo Gener no leyó nuestra edición del 19 de abril de 1952, donde publicamos documentos auténticos acreditativos de que en Puerto Padre se celebró el Día de las Madres el Primer Domingo de Mayo de 1920. En Santiago de las Vegas tuvo efecto el Segundo Domingo de Mayo de 1920, es decir, una semana después que en Puerto Padre.
«A nosotros nos luce, por referencias que tenemos de nuestro buen amigo, el profesor Demetrio Rivero Simón, natural de Santiago de las Vegas, que Guillermo Gener es de aquella simpática ciudad. Bien hace entonces Gener en defender su suelo natal, si es que esto es verdad; pero mucho mejor haría Gener, si salvando localismos, se hiciera eco de esta verdad que seguramente él desconocía, y le diera a Puerto Padre la gloria que bien merece».
Un año después de celebrado en Puerto Padre el Día de las Madres, La Habana celebró el suyo con gran esplendor. Por entonces ya residía en la capital el Dr. Eduardo Queral Mayo, quien cursó un telegrama a sus hermanos de la logia Los Perseverantes en los siguientes términos:
Plaza Habana, Mayo 8 de 1921, las 1.20 pm.
Rafael Nadal
Puerto Padre
Celébrase éxito fiestas de las Madres al igual que establecidas por mí hace un año primero en Cuba.
(fdo.) Dr. Queral
¿Se necesitan más pruebas de que, efectivamente, primero fue en Puerto Padre?

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jueves, 23 de noviembre de 2006

Memorias de un padre

Esta crónica la escribí con motivo del Día de los Padres del año 2006. Fue publicada en el Semanario 26, de Las Tunas, y en el periódico capitalino Juventud Rebelde. Disfruté muchísimo escribiéndola, porque recrea un tema que tocó con particular intensidad mi fibra más sensible: el nacimiento de Sofía, mi primera hija, y los adorables avatares que me han tocado vivir junto a ella. Para colmar mi satisfacción, la crónica conquistó el Premio en Prensa Escrita en el Concurso Nacional de Crónicas auspiciado por la provincia de Cienfuegos. Este triunfo se lo dedico de todo corazón a mi pequeña Sofía. Y también a mi pequeña Beatriz, que vino detrás y que en cualquier momento me inspirará también. Y a mi esposa Iris, que las llevó a las dos en el vientre. Y a mí, qué caray, que biern me lo merezco.


Mi pequeña Sofía tiene ya un año y medio de nacida. «A ver a ver a ver a ver, chiquitica, de quién es papá, a ver, dilo, uhhh, a ver, uhhh...» Sin apenas darme cuenta, se me está haciendo una mujercita este princesa, esta mariposa, este regalo de la vida. «Papá mío, papá mío, jajajajaja...» No, amigos, imposible. ¿Con qué maravilla comparar la felicidad que me recorre el cuerpo y me trae de cabeza?
La conocí meses antes de que ella -diminuta y temblorosa- debutara en el mundo el 10 de diciembre de 2004. «Estás embarazada», le dijo el doctor a mi esposa aquella tarde, luego de explorarla con el ultrasonido. Obvio: el examen no reveló esa vez su sexo. Pero yo sabia que era hembra. No se burle, ¡lo sabía! A pesar de los horóscopos, de las predicciones y de las computadoras. Por instinto, lo sabía.
A las pocas horas de la buena nueva comencé a hablarle. Pegué mis labios al vientre materno y le musité piel adentro con toda la ternura de que fui capaz: «¡Bienvenida, mi niña!» Desde entonces cada día y cada noche le dije algo cariñoso. Al principio solo obtuve silencio; luego, leves estremecimientos; después, golpecitos que yo interpreté como una respuesta suya a mis mensajes. Mi mujer me reprendía constantemente: «No te empecines en que es hembra porque te decepcionarás si al final resulta varón» Y yo: «Si viene varón lo querré igual. Pero es hembra».
Transcurridas algunas semanas, otro ultrasonido confirmó mi pronóstico de pitoniso: ¡hembra! Y la gente: «Vaya, adivinaste...» Y yo, eufórico: «No se los dije...» Esa noche conversé con ella largo y tendido. Le hablé de los preparativos para su llegada y le describí la cuna pintada de blanco y el sitio exacto donde la colocaríamos junto a nosotros. Desde su piscina de líquido amniótico, Sofía me respondió con un par de pataditas que a mi me parecieron de aprobación.
ENTRADA AL MUNDO
El día del parto lo puedo reproducir con todos sus detalles de análisis, pruebas, exámenes, conteos... Cerca de la medianoche, llevaron a Iris para el salón, mientras yo, exhausto, intentaba descabezar un sueñecito sobre una mesa. Estaba soñando que todo había salido de maravillas cuando alguien me tocó en un hombro: «Ya», me dijo. El monosílabo me devolvió de a la realidad. Y entonces, en el pasillo, distinguí a mi mujer sobre una camilla, pálida y débil, pero con la sonrisa más hermosa que jamás haya engalanado su semblante. «¿Y Sofía?», pregunté. «Paciencia», me pidieron. La tendría entre mis brazos horas después, ya arropadita en el atuendo que su mamá le había escogido con amor para la premiere.
Desde entonces la niña se convirtió en el centro de mi vida. Junto a ella disfruto excelentes malas noches y terribles buenos momentos. Entre las primeras figuran madrugadas completas intentando dormirla con paseos de ida y regreso por toda la casa, sin que Morfeo se digne nunca tirarme un cabo. Entre las segundas, cuando Iris la dejó una mañana a mi cuidado con mil indicaciones y, para mi zozobra, se me hizo caca tan pronto ella puso un pie en la calle.
Me las arreglé como pude con un pañal humedecido. Después le eché mano a otro que había colocado a mi lado para limpiar el puré que mi torpeza derramaba sobre su cuerpecito. Pero, como caca y puré exhibían colores parecidos, hubo un momento en que confundí los paños y, en vez de frotarla con el segundo, elegí el primero. ¡Imagínense! Cuando quise rectificar, ya era tarde: Había embadurnado la cara de mi pequeña con una buena dosis de caquita fresca. Sofía tuvo la infeliz iniciativa de regársela todavía más con una de sus manitas. Luego premió mi azoro con una carcajada inolvidable. Y yo -¿qué iba a hacer?- la secundé. Iris se entera ahora de aquel disparate mío oloroso a heces fecales.
En materia de meteduras de pata mi inexperiencia no quedó ahí. En cierta ocasión mi mujer me pidió que comprara unos jabones. Pero como siempre me aparecía en casa con los jabones equivocados, le dije: «Mira, mejor vas tú, que yo nunca quedo bien». Ella aceptó. Ya en retirada me dio instrucciones: «A Sofía le toca la leche de aquí a media hora. El pomo está sobre la mesa. Antes de dársela lo abres y le quitas la tapita interior que le puse por si acaso te embullabas a sacarla a pasear». Y yo: «No te preocupes que sé cómo hacerlo». Cuando quedé solo, no perdí de vista el reloj. A los 30 minutos tomé en brazos a la niña, cogí el pomo, me senté con ella en un sillón y... ¡vamos, nené, a tomar la lechita! Se prendió, golosa, del biberón. Al rato noté que el contenido estaba intacto. «No quiere», dije para mí. Sofía, sin embargo, chupaba y chupaba sin quitarme los ojos de encima, como implorándome: «por favor, papá, resuelve esto». Entonces recordé la tapita interior: no la había quitado. Tan pronto la retiré, la niña se tomó su leche en tiempo récord.
APRENDIZ DE PADRE
En esta deliciosa etapa de padre he tenido que aprender infinidad de artilugios y hacer ni se sabe cuántas concesiones para entretener a Sofía mientras la madre se ocupa de la batea, la cocina y la limpieza. Por ejemplo, improvisar un títere con una media y un muñeco y meterme luego debajo de la cuna para hacerla reír. También aprenderme los estribillos de las canciones que a ella le gustan y que yo quisiera desaparecer de las discotecas. Una repite machaconamente «pitchea, mami, pitchea», otra «porque yo soy un bandolero» y la tercera «me duele la popola».
Con las lecturas sufro dulcemente. Cuando estoy más ocupado, Sofía se me planta delante con un libro que, de tanto hojearlo y ojearlo, puedo recitar de carretilla, y me “ordena” leérselo. A veces me mira extrañada, pues, al describirle una ilustración, mis versiones libres no suelen coincidir siempre, y ella parece tener buena memoria. Por cierto, sobre su memoria tengo una anécdota. Resulta que a mi niña le agrada el programa Piso 6, y cada vez que sale Caleb, el presentador, ella lo señala y lo menciona por su nombre. Una noche en que estaba particularmente majadera a la hora del Noticiero Nacional de Televisión, la hice mirar para la pantalla:  «Mira, nena, ese es Caleb», le dije. En realidad, era Resíllez, con su comentario semanal. Sofía se volvió hacia mí y exclamó a su manera dos veces, mientras negaba con la cabeza. «Papá, ese no Caé, ese no Caé”» Que me perdone mi colega, pero todavía me estoy riendo.
Cuando cumplió su primer añito y comenzó su vida en el círculo infantil, asumí la tarea de llevarla y traerla en su coche. Durante el trayecto le digo lo que se me ocurre, y ella me responde en su jerigonza que yo entiendo a la perfección. Por la tarde, al recogerla, la sorprendo con alguna golosina para que venga picando por el camino. Ya en casa, llega el gardeo a presión, pues debo seguirla todo el tiempo para distanciarla del peligro de los tomacorrientes, las escaleras, la cocina, el balcón y el multimueble.
Al anochecer pide a gritos la papa, y entonces nos sentamos juntos a la mesa. Inicialmente era yo quien se la daba, y ya sabe: «tata, ahí viene un avioncito, uuuuuuuu...» Pero hace poco aprendió a comer sin ayuda y forma unos regueros que, bueno... Luego del postre la acomodo sobre mis piernas para ver la Calabacita, a la que ella despide con un vehemente hasta mañana. Si está muy agotada, se dueme enseguida. Pero si no, puede llegar a la medianoche despabilada mientras Iris y yo damos cabezazos en los sillones.
Los fines de semana la llevo al teatro guiñol, al parque infantil o a cualquier sitio. Desde la acera se despide de Iris con un «chao, mamá...». Al regreso reseño lo que hicimos y exagero sus hazañas en los columpios y sus progresos en la comunicación.
 FELIZ, MUY FELIZ
Desde que nació Sofía no he vuelto a dormir una siesta ni a escribir los fines de semana. Muchos de mis libros están sin lomo , porque ella se los arranca. Aprendí a hacer muecas para incitarla a comer y a imitar las onomatopeyas de cuanto animal existe para provocarle una sonrisa. Me ocupa tanto tiempo que ya casi no comparto con mis colegas en las tertulias de la UPEC.
He olvidado mi gusto por el pan para reservárselo, aunque ella lo tire al primer mordisco, y me cuido más que nunca cuando conduzco mi moto Babetta para evitar que no me extrañe si tuviera una accidente. Sufro si el termómetro le marca 37 de temperatura o si manifiesta la más leve inapetencia. Le recojo mil veces los juguetes aunque mi columna se resienta...
Pero ahí no termino. Hace poco más de dos meses nos llegó Beatriz, otra niña que promete también ponerme de cabeza. ¿Se imaginan? Dentro de poco volveré a las andadas, pero por partida doble. Y eso cuando acabo de cumplir 50 años. Mis amigos me dicen en broma -¡y en serio!- que tendré que celebrarle los 15 a mis dos tesoros con el dinero de la chequera. Pero, a pesar de lo que me viene encima, me siento el más feliz de los padres. En resumen, y como dijo Benedetti, «estoy jodido y radiante, quizás más lo primero que lo segundo, y también viceversa».

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sábado, 22 de julio de 2006

Madre en tiempos de muñecas

Lina Medina no había cumplido aún cinco años de edad cuando los brujos del villorrio donde vivía –Antacancha, 450 kilómetros al este de Lima, la capital de Perú-, comenzaron a alarmarse. ¿Qué le estaba ocurriendo a aquella niña cuyo vientre no dejaba de crecer? Mientras la pequeña le hacía mimos a su raída muñeca de trapo, uno de los shamanes fijó su mirada en el cielo, “estableció” comunicación con el más allá y, minutos después, hablaron por su boca los inefables dioses de Los Andes: “Lina tiene una culebra dentro de la barriga -masculló-. Hay que sacársela”.
La primera acción del hechicero fue poner al corriente del asunto a Tiburcio, el padre de la chiquilla, quien le concedió autorización para ejecutar el exorcismo. Luego, en medio de liturgias y de aspavientos, sometió a la niña a varios de los ritos incas usuales en la cordillera sudamericana. Pero -¡ay!-, ninguno de los procederes funcionó. Cuando finalmente no quedó en la chistera nada “divino” por hacer, Tiburcio se echó a su hija a cuestas y caminó durante dos jornadas por entre valles y colinas hasta el pueblo más cercano en busca de un médico de verdad.
Al llegar al hospital de la ciudad de Pisco, distante 70 kilómetros de Antacancha, el doctor Gerardo Lozada se hizo cargo de los exámenes preliminares de Lina. La dimensión de su vientre fue lo que más le llamó la atención. “Puede que sea un fibroma”, especuló, suspicaz. Pero, luego de evaluar una, dos, tres, diez..., ¡cien veces! las pruebas clínicas de la cincoañera con el rigor exigido por las circunstancias, llegó a una conclusión que lo anonadó como médico y como persona. “¡¡¡No es un tumor, es un bebé de ocho meses lo que la niña lleva en su vientre!!!”, le gritó al padre. Y acto seguido telefoneó a toda prisa a la Policía.
MADRE DE CINCO PRIMAVERAS
Los agentes encerraron a Tiburcio en un calabozo bajo estrictas medidas de seguridad. Las evidencias lo señalaban como el principal sospechoso de la violación y embarazo de su pequeña hija de solo cinco primaveras de nacida. Pero pasados unos días se vieron forzados a liberarlo por falta de pruebas. En su lugar dio con sus huesos en la celda uno de sus nueve hijos, aquejado, por cierto, de desequilibrios mentales, a quien tampoco lograron los investigadores vincular con tan repugnante asunto.
En el ínterin, el doctor Lozada se dirigió a Lima junto a la pequeña grávida, quien, por obvias razones de edad, no se había hecho cargo de su estado. Luego de instalarla en una clínica, envió un emisario hasta Antacancha para que recopilara información acerca de la niña. Consiguió investigar que, antes de cumplir los cuatro años de vida, a Lina se le habían desarrollado visiblemente los caracteres sexuales, tales como pechos erguidos, vello púbico y... ¡menstruaba! “Su madre la mandaba a lavarse en el río cuando esto sucedía”, le dijeron unos parientes.
Poco quedaba por hacer a tal altura de la gestación. Así fue que el doctor Lozada lo organizó todo en la clínica y llevó a Lina al quirófano para sometarla a una operación de cesárea, tarea en la que participaron también el cirujano Busalleu y el anestesiólogo Colretta. Finalmente, el 14 de mayo de 1939 –Día de las Madres, por más señas- hizo su entrada al mundo un bebé saludable y fuerte, que pesó en la báscula dos mil 700 gramos y midió 48 centímetros de estatura.
Le pusieron por nombre Gerardo en honor al doctor Lozada, el médico que asistió a la niña-madre tan pronto le diagnosticó el embarazo. El diario limeño El Comercio reseñó así el raro suceso: “Con tan sólo cinco años, siete meses y 21 días de edad, Lina Medina acababa de convertirse en la madre más joven reconocida por los anales mundiales de la Medicina. Y así quedó registrado el récord en los libros de la Academia Americana de Obstetricia y Ginecología”.
UN HECHO ESPECTACULAR
La noticia del parto de la parvulita peruana de solo cinco años de edad se convirtió ipso facto en un acontecimiento de trascendencia planetaria. Sus detalles más conmovedores, incluso, les restaron por varios días protagonismo a los preparativos de la Segunda Guerra Mundial, cuya feroz virulencia desgarraría poco tiempo después a buena parte de Europa.
Entretanto, los niños –madre e hijo- eran mimados en la clínica donde se acogieron a internamiento durante 11 meses. Funcionarios, artistas, diplomáticos, comerciantes y hasta políticos los visitaban y los colmaban de regalos. Allí, en la Maternidad de Lima, la pequeña Lina aprendió a leer y a escribir. Diarios de la época cuentan que la niña –tan niña como su hijito- le disputaba al pequeñuelo la posesión de los juguetes.
Muchos años después, el doctor Juan Falen, endocrinólogo adscripto al Instituto de Salud del Niño, explicó este hecho a la agencia inglesa Reuter de la siguiente manera: “La pubertad precoz de Lina le desarrolló antes de tiempo los caracteres sexuales y la capacidad de reproducción, pero mental y cronológicamente continuó teniendo la misma edad. Por eso es que chicos como ella son a menudo víctimas de abusos sexuales”.
El parto de la pequeña Lina Medina desbordó en poco tiempo el ámbito peruano para activar las apetencias de gente sin escrúpulos más allá de las fronteras andinas. Así, su familia rechazó jugosas oferta de dinero provenientes de varios países interesados en sacarle partido económico al triste suceso, entre ellas una de cuatro mil dólares mensuales y gastos pagados para que la niña y su niño viajaran a Nueva York por un año para ser exhibidos allí como bichos raros en la Feria Mundial.
Hubo proposiciones serias. Como esta que incluye en su página de Internet el sitio Dracoo!: “Los cirujanos que le practicaron la cesárea habían comprobado mediante una biopsia que Lina tenía órganos genitales maduros. Cuando ya la familia había firmado un acuerdo de mil dólares semanales con la compañía estadounidense Seltzer por estudiar el caso, el presidente del Perú, Oscar Benavides, lo impidió y dictó una ley para alzarse con la tutela de la madre y de su hijo bajo la promesa de otorgar a ambos una pensión vitalicia. Jamás recibieron un centavo”.
UNA DEUDA POR SALDAR
El 3 de septiembre de 2002, el diario digital colombiano El País publicó la siguiente nota en la red: “Seis décadas después, el Gobierno peruano busca ayudar a Lina, como para resarcir la letra muerta de una Ley de 1939 que le prometió una pensión vitalicia para ella y para su hijo. ´Aún estamos a tiempo de reparar el daño que le hizo el Estado condenándola a la miseria´, dijo el ginecólogo José Sandoval, quien fue a Antacancha, desempolvó la historia de Lina, la escribió en un libro y hasta acudió al Palacio de Gobierno para recordarles la deuda pendiente”.
Lina, quien se casó a la edad de 33 años y tuvo otro hijo en 1972, reside actualmente junto a su esposo Raúl Jurado en un miserable suburbio de Lima conocido por su alta peligrosidad como Pequeña Chicago. En la década de los años 80 del pasado siglo las autoridades locales derribaron con buldózeres su casa para construir por allí una autopista. No le pagaron ni un solo centavo de indemnización.
Su primogénito Gerardo, por su parte, creció creyendo que Lina era su hermana. Hasta que, al cumplir 10 años, descubrió la verdad. Falleció de una rara enfermedad en la médula ósea en 1979. Pero no se ha establecido que su mal guarde relación con las extraordinarias circunstancias de su nacimiento en 1939.
Acosada por los periodistas, Lina, según su marido, “creció prudente e introvertida”. Su ostracismo de niña devenida madre fue consecuencia de una época en la que la virginidad era un contenido importante de la moral. “Llegaron a decir que Lina era otra Virgen María que concibió sin cometer pecado original por obra y gracia del Espíritu Santo. Todavía hoy en el pueblo de Antacancha creen que Gerardo fue hijo del Sol.
Así, Lina vivió desgarrada entre dos extremos, porque su caso pasó de ser un milagro a un tema prohibido. En otro siglo, seguro la hubieran quemado o convertido en santa a la fuerza, pues en su época por poco y la lucen en un circo", refirió en un libro el neuropsicólogo Artidoro Cáceres, quien descubrió que la historia clínica de la niña y una tesis universitaria elaborada en 1942 sobre su excepcional caso habían desaparecido.
Han transcurrido 70 años del parto de la madre más joven de la historia y todavía se desconoce quién fue la persona que la violó. "Para mí eso no es lo más importante -le dijo recientemente a un reportero del periódico nicaragüense El Nuevo Diario el ginecólogo José Sandoval-. Se trata, simplemente, de un accidente estadístico que hace extremadamente raro su caso de pubertad precoz. Y a eso súmele el hecho de una violación que la embarazó justo cuando la pequeña estaba ovulando".
En fin, hasta que alguien no haga trizas su récord de maternidad precoz a los cinco años, siete meses y 21 días –en lo personal dudo que algún día se consiga-, la peruana Lina Medina continuará siendo la madre más joven del mundo. Ella cumplirá 75 años el próximo 23 de septiembre con su única ambición: que le paguen la casa que le demolieron. “No es un favor, me la deben”, le dijo al periódico El País. Y volvió a guardar silencio.

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domingo, 16 de julio de 2006

Genios de la fantasía


Por Juan Morales Agüero
Los niños son fabricantes de utopía por excelencia. ¿Usted lo duda? Si desea comprobarlo, entrégueles una caja de lápices de colores y déjelos, ¡déjelos hacer! Verá cómo en sus dibujos son capaces de proponernos panoramas inéditos donde el cielo puede ser no solo azul, sino también violeta y hasta carmelita; entornos donde a las plantas no les nacen hojas, sino caramelos y mariposas; y hasta comarcas donde los conejos tienen alas y los peces brazos.
Es que la imaginación de los niños no se rige por lógicas ni por racionalismos. Ellos viven zambullidos en una suerte de libro de cuentos junto a Pinocho, Gulliver, Meñique, Cenicienta, Eutelia, Blancanieves, Palmiche y Caperucita. Ellos mismos son personajes y a la vez autores de historias que nada tienen que envidiarles a los clásicos de la literatura infantil. Son, por naturaleza, inmensos e imprevisibles. Son niños, y eso es más que suficiente.
Es propio de la niñez reinventar la existencia de acuerdo con sus interpretaciones de la realidad. Por eso suele atribuirles vuelo al corazón, a los sueños y a la fantasía. ¿Habrá pintor capaz de llevar fielmente al lienzo la imagen de un niño frente al televisor disfrutando de las peripecias de Elpidio Valdés? Honestamente, creo que no. ¿Y saben por qué? Pues porque el mundo interior de los niños es etéreo e inaprensible como el del colibrí.
Al enfrentarse con lo desconocido, los pequeñines ponen muchas veces al descubierto nuestro universo de "personas mayores". Divertidos, sacan a la luz nuestras mentirillas piadosas y hasta nuestras inconsecuencias. Así ha sucedido siempre. Cuando uno se ve en tales "aprietos" se convence de que la esperanza existe y de que debemos crear para ellos un mundo a su medida, donde tengan cien, mil veces más valor un hula-hula y una piñata que todos los mísiles atómicos y todos los escudos nucleares del mundo.
No hay maestros mejores y más capaces que los niños. En su magisterio peculiar dominan como nadie la ortografía de la vida: nos admiran, nos interrogan, nos ponen puntos suspensivos y no pocas veces nos dan el punto final. De ellos dijo Martí en La Edad de Oro: "Saben más de lo que parecen, y si les dijeran que escribiesen lo que saben, muy buenas cosas escribirían."
Si nuestros esfuerzos por consolidarnos como un pueblo digno quieren tener resultados, debemos cimentarlos a partir de los niños. Solo una sociedad que los valore como su principal riqueza tiene derecho a mirar a los ojos al futuro. Solo imbuidos de amor hacia ellos encontraremos la sabiduría necesaria para hacernos niños de nuevo y para siempre.
Hoy, tercer domingo de julio, celebramos en nuestro país el Día de los Niño. Debemos propiciarle a esa criatura mágica, ahora y todos los días, un derrotero de felicidad hacia el porvenir. Estamos comprometidos a hacerlo por esas personitas adorables a quienes, como define magistralmente un texto en Internet, "usted puede cerrarles la puerta del cuarto donde guarda las herramienta, pero no puede cerrarles jamás la puerta del corazón."

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