Mostrando entradas con la etiqueta Familia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Familia. Mostrar todas las entradas
lunes, 27 de mayo de 2019
Los 100 años de mi papá
Hoy, 27 de mayo de 2019, mi padre hubiera cumplido 100 años de existencia. Pero la vida, o el destino, o la Providencia, o Dios, o quien haya sido, no se lo permitió, y solo pudo celebrar 62. Fueron suficientes para dejar en mi corazón y en mi memoria una huella que jamás se borrará. Papi nació en un asentamiento rural llamado San Isidro, próximo al poblado de Gaspar, en la provincia de Ciego de Ávila. Sus padres lo bautizaron con el nada convencional nombre de Juan Evangelio, que luego él y mi madre me endilgaron también cuando vine al mundo en 1955. A Manatí arribó en 1945, de la mano de un amigo instalado previamente en la localidad. Tan pronto desempacó, formó parte de la Guardia Jurada, un cuerpo encargado de la tranquilidad ciudadana y de la protección del antiguo ingenio azucarero. Después de 1959, la Empresa Eléctrica le encargó la tarea de leer todos los metros contadores del municipio y después cobrarles a sus propietarios las correspondientes facturas. Para esa fatigosa dualidad recorría cada mes varios kilómetros, enhorquetado en su bicicleta rusa, a la que le sonaban todos los tornillos, pero que nunca lo dejó botado en el camino. Cierro los ojos y me parece verlo tocado con su sombrero de yarey (tejido expresamente para él por un haitiano amigo) y con sus espejuelos en trances de equilibristas sobre la punta de la nariz, mientras escribía números en un libraco repleto de tarjetas con los nombres de los clientes. En casi todas las casas a donde llegaba le brindaban café, chucherías o echaba un parrafito sobre cualquier asunto. Madrugador incorregible, sobre las seis de la mañana ya estaba en pie, listo para hacer la primera colada del día al socaire de los poetas repentistas -una de sus grandes aficiones-, a quienes escuchaba en un radio VEF que le regalamos un día de su cumpleaños en reemplazo de aquel vetusto RCA Víctor de madera y válvulas. Tampoco se perdía Alegrías de Sobremesa, y se divertía de lo lindo con las ocurrencias de la mulata Estelvina y de Paco Carrasquillo. Mucho menos dejaba de ver San Nicolás del Peladero, con su admirado alcalde Plutarco Tuero, en aquel estresante televisor blanco y negro, marca Westinghouse, siempre lleno de lloviznas y de interrupciones. Lo evoco también haciendo puré de tomate en un equipo que él mismo se inventó, capaz de simplificar enormemente la tarea. O sembrando hortalizas en una pequeña parcela que teniamos al fondo de la casa. Mi padre fue un hombre de un carácter sumamente alegre, siempre con una jarana a flor de labios y gran amigo de los niños. «Morales, los niños no te respetan porque juegas demasiado con ellos», lo recriminaba mi madre cuando lo veía darle un pellizco a uno o esconderle la pelota a otro. Con mi mamá formó una pareja memorable. Por lo menos en mi presencia, nunca los escuché discutir por ningún motivo. Tenía con ella detalles bonitos, aunque también la hacía rabiar cuando le preguntaba la edad delante de terceros, a sabiendas de que -como muchas mujeres- le tenía aversión a ese tema. Mis relaciones con él siempre fueron de excelencia. Muchos consejos me dio y pocos escuché. Cuando uno es joven, siempre que sucede igual pasa lo mismo. Hoy diera la vida por una sola de sus recomendaciones. A pesar de los años transcurridos, aún me remuerde la conciencia por las veces en que le «robé» menuditos de sus bolsillos mientras él echaba un pestañazo al mediodía. Por entonces, con una peseta se le podían comprar dos barquillas de helado casero al que los vendía por las calles con su nevera montada sobre un carretón. No obstante, me consuela pensar que papi se percataba de mis escamoteos y que se hacía el dormido para no interrumpirlos. En mis tiempos de estudiante becado, no solo estaba al tanto de mi situación disciplinaria y académica, sino que, incluso, aceptó ser el presidente del Consejo de Padres cuando cursé estudios de Educación Física y Deportes en el Fajardo. Eran tiempos de limitaciones –cualquier parecido con la realidad actual no es pura coincidencia-, por lo cual llegué a usar, ocasionalmente, parte de su humilde ropero, en especial unos horribles pantalones de gabardina que alguna vez formaron parte de trajes de etiqueta. Hasta el momento en que enfermó, nunca le habían dolido ni los cayos. Incluso, el día anterior a su súbito malestar nos habíamos tomado unos tragos (aunque nunca fue un bebedor) en compañía de unos amigos. Tuvimos que correr con él para Tunas. «Síndrome de Guillain-Barre», diagnosticaron los médicos que lo evaluaron en el recién inaugurado hospital Ernesto Guevara. Tengo entendido que tan rara enfermedad tiene ahora un tratamiento eficaz, pero, en la época, quien la padeciera tenía escasas posibilidades de salvación. Mi padre no pudo salir con vida de su emboscada y, a los tres días de su internamiento, el 10 de septiembre de 1981, falleció.
Leer más...
domingo, 13 de mayo de 2018
Recordando a mi mamá

SER MADRE
Por culpa del azar o de un desliz, cualquier mujer puede convertirse en madre. La naturaleza la ha dotado del "instinto maternal" con la finalidad de preservar la especie. Ser madre es considerar que es mucho más noble sonar narices y lavar pañales, que terminar los estudios, triunfar en una carrera o mantenerse delgada. Es ejercer la vocación sin descanso, siempre con la cantaleta de que se laven los dientes, se acuesten temprano, saquen buenas notas, no fumen, organicen sus cosas, seleccionen bien sus amigos... Es preocuparse de las vacunas, la limpieza de las orejas, los estudios, las palabrotas, los noviazgos, sin ofenderse cuando la mandan a callar o le dan un desplante. Es quedarse desvelada esperando que vuelva el hijo de la fiesta y, cuando llega, hacerse la dormida para no fastidiar. Es temblar cuando anda en moto, se afeita, se enamora, presenta exámenes o le sacan las amígdalas. Es sonreír cuando lo ve contento y apretar los dientes cuando lo ve sufriendo. Es servir de niñera, maestra, cocinera, alcahuete, cómplice, lavandera, médico, policía y confesora. Es entregar amor y tiempo sin esperar que se lo agradezcan. Es decir que "son cosas de la edad" cuando intenta justificar un error. Madre es alguien que nos quiere y nos cuida toda la vida y que llora de emoción porque uno se acuerda de ella una vez al año, es decir, el segundo domingo de mayo. Como dijo Balzac, el corazón de una madre es un abismo en cuyo fondo siempre hallarás perdón. Es el único capital que nunca quiebra y con el que se puede contar todo el tiempo. Como dijo Martí, no cree el hombre en la muerte hasta que su madre no se le va de entre los brazos. Precisamente, ese es su peor defecto: que mueren antes de que los hijos les retribuyamos una ínfima parte de lo que hicieron por nosotros. Nos dejan desvalidos, culpables, indefensos, desorientados e irremisiblemente huérfanos. Por suerte hay una sola madre. Porque nadie, ni siquiera el más fuerte, soportaría el dolor de perderla dos veces.
Leer más...
jueves, 18 de mayo de 2017
Betty repentista
Mi hija Beatriz Morales Hernández, de 11 años de edad, estudia el tercer año de la especialidad de viola en la Escuela Vocacional de Arte El Cucalambé, de Las Tunas, Cuba. Además de ejecutar ese maravilloso instrumento de cuerdas, ella canta y... ¡es repentista! Pues sí, como lo leen, Betty asiste desde hace algunos meses a un taller de repentismo infantil que auspicia la Casa Iberoamericana de la Décima, donde el escritor y poeta Antonio (Tony) Gutiérrez dicta lecciones teórico-prácticas sobre esa «viajera peninsular» aplatanada en nuestro país y declarada por la UNESCO Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Tanto se ha destacado allí mi niña que fue seleccionada para presentarse en la Jornada Cucalambeanba, prevista para celebrarse a finales de este mes de junio. Además, un par de décimas suyas se incluirán en un plegable que circulará para la ocasión. En este video que les propongo, Betty canta una décima de su autoría. Al regresar de la peña donde la interpretó -la acompañó el Conjunto Original Cucalambé- le comenté a un amigo acerca de las simpatías de mi hija por el repentismo. Luego de escucharme con una sonrisa irónica, me dijo: «Oye, Juan, no te pongas bravo, pero ella tiene talento para cantar otras cosas más modernas. Eso de las tonadas y el punto cubano es de guajiros». Solamente me sonreí. ¿Para qué perder tiempo en replicar semejante desatino? Evidentemente, mi amigo no conoce ni la jota sobre lo que significa la décima para la cultura nacional.
miércoles, 17 de septiembre de 2014
Una «conductora» de TV en ciernes
Sofía manifiesta una marcada proclividad por la conducción de programas. Desde hace más o menos un año, tiene uno de corte infantil a su cargo en la emisora provincial Radio Victoria. Allí, frente al micrófono, mi niña mayor lee noticias, recita poermas, hace chistes y conversa con sus ayentes con la naturalidad y la gracia de una veterana. Aquí la vemos haciendo gala de sus «dotes» como presentadora
de televisión, en predios de la base de Campismo Popular en Guayabal,
municipio de Amancio Rodríguez. El «camarógrafo» es nada menos que Yaciel Peña de la Peña, foto reportero de la Agencia Cubana de Noticias en Las Tunas.
Leer más...
viernes, 29 de agosto de 2014
La vuelta de mis hijas

sábado, 10 de mayo de 2014
Madre Paquita...

Para apreciar tu grandeza, mami, no basta el devenir del segundo domingo de mayo. Si de homenaje se trata, habría que ofrecértelo cada amanecer; si de auténtico regalo, habría que ofrendarte el monopolio del calendario.
La huella de tu presencia se esculpe en el recuerdo. Desde aquella etapa del andar vacilante y el incipiente balbuceo; de la travesura precoz y el consecuente correctivo; del debut escolar y la paráfrasis salgariana…
Cierro los ojos: «Levántate, que se te hace tarde para la escuela… Cepíllate bien los dientes… Ven para que desayunes… Arréglate la camisa… ¿Ya cogiste las libretas?... No te ensucies la ropa… Ahí está la merienda… No te entretengas por el camino… ¿Hoy tienes clases por la tarde?... ¡Pero dale, muchacho, que te van a regañar!...»
Ningún consejo como el tuyo, con categoría de premonición. En los instantes más difíciles, supiste extraer, desde el fondo de la tristeza, el resplandor de una sonrisa. Y, durante el tiempo en que te tuve, no hubo regalo de más valor que el destello feliz de tu mirada.
Mi recuerdo remonta vuelo de nuevo hacia al pasado: «No te conviene esa amistad… Ya te lavé la ropa que querías… ¡Se te enfría el almuerzoooo!... ¿Vas por fin a la fiesta esta noche?... No tomes mucho y ven temprano… Tu pase se termina mañana… ¡No dejes la ropa regada, chico!... Hoy voy a cocinar de lo que a ti te gusta… Escríbeme o mándame un telegrama tan pronto llegues…»
Te sorprendió la senectud, y el entusiasmo, lejos de mermar, se multiplicó. ¡Qué resistencia la tuya, mami! Seguiste madrugando la mañana, presta siempre a servir. Así fue cada día, cada hora, cada instante, atenta a esto, a aquello… ¡Qué entereza! ¡Cuántos detalles enormes sublimizaron tu existencia! Y tú ahí, inmutable…
«Recuerda la guardia esta noche… Por la ropa en perchas en el escaparate… ¡No tienes que regalarme nada, mi´jo!... No me gusta ni la pechuga del pollo, así que cómetelos… ¿Cuándo me vas a limpiar el patio?... Aquí están los periódicos de hoy… ¿Por qué te pusiste las mismas medias de ayer?... Tómate ahora esta aspirina…»
Este domingo es Día de las Madres. Y, aunque no estés físicamente a mi lado, mami, para mí continúas al alcance de un beso. Te lo haré llegar hasta ese lugar especial en que seguramente estás. Ese sitio que el ocaso de la vida le reserva a las personas buenas y entrañables. Dios te guarde siempre, madre querida…
miércoles, 1 de enero de 2014
A mis hijas
FELIZ FIN DE AÑO Y PRÓSPERO 2014 para mis princesas SOFÍA (izquierda) y BEATRIZ. Sofía es apasionada de la lectura, romántica de nacimiento, admiradora de la belleza, original hasta el asombro, fértil de imaginación, defensora de la justicia, cultora de la gratitud, amante de los detalles, conversadora infatigable, devota del buen humor, generosa con los humildes, caprichosa para comer, elegante de palabra, renuente a las chancletas, aplicada en el estudio, curiosa incorregible, ávida del saber, adoradora de la sonrisa y guardiana de la naturaleza. BEATRIZ es aficionada a las canciones, ágil en las respuestas, cumplidora de promesas, fiel con sus amigas, inventora de gangarrias, persistente en sus deseos, amorosa con sus muñecas, sensible ante los regaños, efusiva con sus maestras, carismática de cuna, presumida permanente, voraz de apetito, introvertida de circunstancias, cultivadora de amistades, mimosa como una gatita, callejera a cualquier hora, protestona cuando la mandan, rapidísima de sueño y cariñosa hasta lo inimaginable. SOFI nació el 10 de diciembre de 2004; BETI, el 3
de abril de 2006. Ambas son traviesas como ardillitas, desordenadas con sus pertenencias, preguntonas de lo humano y lo divino, fantasiosas por excelencia, refunfuñonas si se sienten aludidas, destructoras de lapiceros, líderes naturales, adulonas cuando les conviene, derrochadoras de hojas de papel, pícaras de personalidad, divertidas de anecdotario, fans de las tijeras, adictas a mi computadora, insaciables con el helado, inseparables en la vida, solidarias con cualquiera, conquistadoras de corazones, consumidoras de telenovelas, populares desde que vinieron al mundo, adorables de carácter, celosas con sus juguetes, idénticas y diferentes… Y-¡oh, qué maravilla!- las dos son buenísimas personas. Todo lo que hago es por su felicidad, porque prefieran lo espiritual sobre lo material y por evitar que se contaminen con malos ejemplos. ¡Dios bendiga y proteja a mis hijas!
jueves, 4 de octubre de 2012
Las frases de mi Sofía
1- «Papito, escucha: si los niños no deben ver telenovelas, porque, según tú, están hechas para adultos, los padres tampoco deben ver muñequitos, porque están hechos para los niños» (así me dijo cuando me sorprendió viendo animados por la tele).
2- «Papito, tengo que hablar bravamente contigo» (esa fue su expresión el día en que no fui puntual al buscarla en el círculo infantil. Estaba indignadísima e inventó ese simpático adverbio).
3- «Papito, ¿es cierto que cuando los dinosaurios existieron yo era solamente una diminuta célula?» (me quedé patitieso, jajajaja).
4- «Papito, yo tuve un noviecito de mentiritas en el círculo que se llama Christian Hernández». Yo le dije, en broma: «Sofía, pero es muy feo» Y ella, indignada: «Papito, para mí todas las personas son lindas».
5- «Papito, ¡cómo hay nubes en el cielo esta noche! Me gustaría agruparlas, convertirlas en algodón y curar con ellas todas les heridas del mundo» (me dejó sin palabras, y ella, como si acabara de decir la frase más común de su repertorio, se fue a otra parte).
6- «Papito, me gustaría saber cocinar para hacerte todos los días almuerzo y comida» (nada, sencillamente..., ¡no sé qué decir!).
7- Beatriz estaba llorando porque quería un pañito que traía Sofía. «Yo lo quiero», sollozaba Betica. Y Sofía: «Bueno, Betica, tú lo podrás querer, pero quererlo no significa que lo tendrás» (jajajajajaja).
8- «Papito, te diré algo: el refresco instantáneo es instantáneamente rico» (sencillamente genial. Y perdonen a este padre adulador).
9- «Papito, en tu librero hay un libro que se llama La paciente impaciencia. Pero a ti hay que llamarte al revés: La impaciente paciencia, porque no tienes paciencia para nada» (respuesta de Sofía ante mi impaciencia por su demora en prepararme un refresco. La paciente impaciencia es un libro del nicaraguense Tomás Borge).
10- Una mañana, mientras la llevaba de la mano a la escuela, comencé a hacerle preguntas diversas. Sofía se cansó de responder. Y, de pronto, me dijo: «Papito, no me preguntes tanto». Y yo: «Sofi, recuerda que soy periodista, y los periodistas preguntamos mucho». Y ella: «Sí, eres periodista, lo sé, pero tú no me estás haciendo una entrevista».
11- Una noche, intencionadamente y a manera de relato aleccionador, le conté a Sofía algo desagradable que le había ocurrido a otra gente. Me prestó mucha atención. Finalmente, dijo: «Ay, Papito, ojalá que eso no nos ocurra nunca a nosotros. Déjame tocar madera». Pero, como no había ningún objeto de madera por los alrededores, cambió de idea: «Bueno -se justificó-, no veo nada de madera por aquí cerca. Pero yo creo que da lo mismo si toco algo de hierro». Y, ni corta ni perezosa, Sofía tocó tres veces con sus nudillos un brazo del sillón metálico en el que ambos estábamos sentados.
12- «Tía, no te pongas brava por lo que te voy a decir, pero, con ese pelo alborotado, te pareces a un científico que le ha explotado un experimento en la cara» (así le dijo a una tía que, acabada de levantar por la mañana, todavía no se había peinado).
13- Tiene muchas inquietudes idiomáticas. Una vez me preguntó: «Papito, las palabras son injustas. ¿Por qué se le dice solamente lunar, y no también solar, a esa manchita que tenemos en el cuerpo? La Luna y el Sol tienen el mismo derecho». Y en otra: «Papito, si tú me dices que te dé un abrazo, es con los brazos. Pero si te paso una pierna por encima cuando estoy durmiento, lo que te estoy dando es un apierno. ¿no te parece?» (En ambas ocasiones le respondí: «Ahh, no Sofía, por favor, yo de eso no sé nada, no me atormentes»).
14- Una tarde se peleó conmigo porque no quise complacerle uno de sus caprichos. «¡Ya no serás más mi papito!», me hizo saber, llorosa. Al poco rato me necesitó para algo impostergable. Le hacía falta una hoja de papel y yo podía facilitársela. Pero, como me había dicho que ya yo no sería más su papito, quería dirigirse a mí de forma tal que no afectara su «dignidad». Y la encontró. Me dijo muy seria, luego de un receloso e indeciso merodeo en torno mío: «Ex-papito, ¿podrías regalarme una hoja?». Se la busqué, la tomó en sus manos y, después que me dio la espalda sin darme ni siquiera las gracias -y a hurtadillas, para que no me escuchara- por poco me muero de la risa.
15- Mientras ella veía muñequitos en el televisor de la sala, yo tecleaba la PC, ansioso por ponerle punto final a un reportaje. En eso tocaron a la puerta. Por los golpes supe que era Beatriz, quien jugaba fuera de la casa con sus amiguitas y venía en busca de algo de comer. Como la puerta me quedaba algo distante y el sillón donde se había acomodado Sofía estaba casi al lado, le pedí desde el cuarto: «Sofi, abre, que es tu hermana». Y ella, absorta y sin quitar la vista de la pantalla, me replicó, tranquilamente: «Abre tú, que es tu hija» (acabó conmigo jajajajaja...).
16- Todas las mañanas, camino a la escuela, tomo una flor de un rosal vecino y se la regalo. Hubo una particularmente hermosa. «Mïrala bien, Sofi, qué pétalos tan parejos, qué olor tan delicado, qué color tan bonito... Solo la madre naturaleza puede crear algo así tan perfecto, ¿no te parece?». Calló un momento y luego me replicó: «Bueno, Papito, lo que dices de la flor es verdad. Pero la que no es tan perfecta es la naturaleza, porque si lo fuera no nos hiciera sufrir con sus ciclones».
domingo, 20 de junio de 2010
Mi regalo de todos los domingos
Mis niñas despertaron antes de las ocho de la mañana. A pesar de mi hábito madrugador, yo aún dormitaba. Percibí su presencia a través de mis oídos, cuando ambas comenzaron a cantarme «Felicidades, papá / hoy es tu día de fiesta / la rosa roja está abierta / felicidades papá/». Me dieron -nos dimos- abrazos y besos. Luego las muy bribonzuelas... ¡me pidieron que les preparara la leche! «Si no se apuran llegaremos tarde al teatro», les advertí. Y entonces, con el corre-corre, casi volvieron loca a su mamá.
Una vez bañadas y vestidas, tomamos rápidamente la calle, prestos, como siempre, a pasar juntos unas horas de felicidad. En el trayecto tuve varios motivos para divertirme con sus ocurrencias. Sofía me preguntó: «Papito, ¿verdad que no tenemos que regalarte nada porque nosotras somos el mayor regalo para ti?» Muerto de la risa le dije que tenía razón. Al poco rato, le recriminé en buena forma a Beatriz que no agradeciera el gesto de un muchacho que se agachó a recogerle un juguete caído de sus manos. Me respondió: «Está bien, papito, a la próxima persona que me diga bonita le daré las gracias». Tuve que reirme de nuevo. Los tres vamos siempre así por la calle, conversando, preguntando, explicando, discutiendo...
Nuestra primera escala fue el Teatro Guiñol. Pero -¡ay!-, allí supimos que no habría función por lo escaso de la concurrencia. Apenas habíamos cinco personas. Mis niñas se decepcionaron con la noticia. Recobraron el ánimo cuando las invité a tomar helados. Fuimos a un establecimiento cercano y cada una pidió para sí un pote con sabor a chocolate. Yo pedí una cerveza fría. «Papito, no te la tomes toda para que no te emborraches», me advirtió Sofía. Los presentes soltaron una sonora carcajada.
Mientras degustábamos helados y cerveza, ellas hablaron hasta por los codos de lo humano y lo divino, cantaron canciones y declamaron poemas. Alguien les dijo: «¡Qué bonitas son las dos...!». Y Beatriz, simpatiquísima, le respondió en el acto: «¡Graciasssss!». Había cumplido su palabra respecto a la gratitud. Al poco rato nos despedimos y volvimos a ganar la calle. Luego hicimos un par de visitas relámpagos a unas amistades cercanas.
Cuando estaba por llegar el mediodía, decidimos marcharnos y tomamos el camino a casa. «¿En qué medio de transporte regresamos, papito?», me preguntó, como cada domingo, Sofía. «En el que tú sabes, en bixitaxi», le respondí. Entonces, también como cada domingo, me «tumbaron»10 pesos por concepto de viaje de retorno. Pasamos una mañana maravillosa. ¿Hay un regalo mayor para un padre que este paseo un Día de los Padres?
miércoles, 5 de mayo de 2010
La misma postal, mamá


Desde la etapa de mi niñez cultivé el hábito de guardar dentro de una vieja y cansada maleta cuanto objeto -importante o intrascendente- tuviera algún significado para mi patrimonio sentimental. Así, durante muuuchos años, el vientre del arcón se fue atiborrando de papeles amarillos, fotos descoloridas, relojes inservibles, almanaques vencidos, monedas antiguas, recortes de periódicos, cartas de amor, lapiceros sin tinta, postales de felicitación, agendas usadas, sellos de correos... Anárquicamente en (des)orden, mi fiel maleta parece una auténtica Torre de Babel. En su interior tiene sus coordenadas de localización la zona material de mi sensibilidad.
Cada vez que procedo a organizar su heterogéneo contenido, parte de mi vida desfila ante mis ojos. ¡Encuentro tantas cosas interesantes! Como esta artesanal libretita de notas que ahora tengo en mis manos. En sus páginas llevé un diario personal cuando solo tenía 13 años de edad. Allí mi torpe caligrafía -elemento probatorio que lo legitimiza- reproduce la deliciosa cotidianidad de un adolescente. «Ayer terminé de leer El último de los mohicanos. Es una obra que nunca voy a olvidar», escribí en la pagina correspondiente al 23 de marzo de 1969. Y, como ocurría otrora, el célebre libro de James Fenimore Cooper vuelve a incendiarme la imaginación.
Dentro de esta suerte de cofre de las maravillas que es mi maleta, destellan con intensidad de piedras preciosas mis tesoros sentimentales de antaño. Cada pieza es dueña de su historia y oficia como una página autónoma de mi biografía. Algunas son apenas un simple párrafo, ¡un renglón! Pero la página no sería página sin el párrafo. Ni el párrafo sería párrafo sin el renglón. A las personas huérfanas de fantasía esta obsesión de coleccionista quizás les parezca un tonto derroche de tiempo y espacio. Bueno, de esencias espirituales llevan ociosa muchos la caja del cuerpo.
En fin, a lo que iba. Hace unas semanas, mientras hurgaba en el maremagno de mi atestada maleta, encontré -oculta entre las finísimas hojas de papel cebolla de un ejemplar del Nuevo Testamento-, una postalita de cartulina hecha por mí en mayo de 1968, cuando cursaba el sexto grado. Recuerdo todavía la devoción con que esbocé, coloree, recorté y adherí la florecilla de papel que preside su blanca portada. Era una postal para regalársela a mi siempre venerada mamá con motivo del Día de las Madres. Evidentemente, fue ella quien la guardó allí antes de que yo colocara el pequeño volumen entre mis cosas. El grato y súbito hallazgo me conmovió.
Estuve varios minutos mirando aquel rectángulo de cartulina que alguna vez fue bendecido por el cariño materno. Allí yo había escrito con mano vacilante, ternura infinita y letras en colores, las palabras PARA MAMÁ junto a estos versos de un poeta desconocido: «Mamá, de ti surgieron mis pasos, y hacia ti va mi ternura». Sobre mi remembranza se posó, raudo, el instante en que se la obsequié delante del resto de la familia. Y rememoré cómo le brillaban los ojos mientras la leía; y cómo estampó un beso en mi mejilla; y cómo me aseguró que era la mamá más feliz del mundo; y cómo la recíproca alegría nos hizo llorar y reír en medio del abrazo... No, no se arrojan al cesto de los desperdicios diamantes sentimentales así...
Estuve varios minutos mirando aquel rectángulo de cartulina que alguna vez fue bendecido por el cariño materno. Allí yo había escrito con mano vacilante, ternura infinita y letras en colores, las palabras PARA MAMÁ junto a estos versos de un poeta desconocido: «Mamá, de ti surgieron mis pasos, y hacia ti va mi ternura». Sobre mi remembranza se posó, raudo, el instante en que se la obsequié delante del resto de la familia. Y rememoré cómo le brillaban los ojos mientras la leía; y cómo estampó un beso en mi mejilla; y cómo me aseguró que era la mamá más feliz del mundo; y cómo la recíproca alegría nos hizo llorar y reír en medio del abrazo... No, no se arrojan al cesto de los desperdicios diamantes sentimentales así...
Mi madre murió hace ahorita 14 años. Solo yo conozco cuánto me lacera su ausencia. El tiempo no es bálsamo, sino certeza de lo que no tiene retorno. Pero no preciso de cartulinas entrañables como antídoto contra el olvido. Si desempolvo esta historia es por la cercanía del Segundo Domingo de Mayo. Y hete aquí que se me ocurre volver a regalarle la humilde postal a aquella mujer toda virtudes, 42 primaveras despúés de que mis infantiles manos la pusieron en las suyas. Al tocarla, creo percibir todavía la textura y el aroma de entonces. La recibirá, estoy seguro.Cuando se anhela con las vísceras, se triunfa. Así que ahí te envío de nuevo mi postal, mami...
Leer más...
martes, 1 de septiembre de 2009
Sofía en prescolar

Cuando al filo de las ocho de la mañana llegó al círculo infantil para participar en el acto de inicio de curso, depositó una flor ante el busto de Martí. Las manos de mi hija -de mis hijas- traen siempre una ofrenda de pétalos para el autor de La Edad de Oro, ese hermoso libro que ella conoce tan bien. Luego Sofía tomó del brazo a Beatriz, su hermanita menor, y ambas partieron a conocer lo desconocido.
En el patio de la guardería se encontró con sus compañeritos de salón, igualmente atildados y eufóricos. Y con sus padres y madres, también henchidos de satisfacción por el acontecimiento. Son los mismos chiquitines que comparten con Sofi la cotidianidad desde que apagaron su primera velita y rasgaron su primera piñata. El círculo infantil Las Tres Casitas resultó desde entonces su segundo hogar; y las educadoras y auxiliares, sus madres de circunstancia.
Leer más...
Acaba de desplegarse ante Sofía una linda etapa cuajada de expectativas. La tía deviene ahora maestra; y el juego, aprendizaje. Dentro de poco establecerá nexos con las letras y los números. Aprenderá a simplificar, a leer y a escribir. Conocerá el mundo y a sus criaturas. Todos los días retornará a casa con un conocimiento nuevo, presta a ejercer su flamante y adorable magisterio. Y yo -padre incorregible y afortunado- volveré a sentirme otra vez discípulo.
lunes, 10 de diciembre de 2007
Paseo de domingo
Ayer domingo resultó un día muy especial para mi pequeña familia. Desde hacía varios meses no salíamos a pasear todos así, juntos. Entonces, aprovechando la celebración de un evento sobre Periodismo en la ciudad de Puerto Padre, distante unos 40 y tantos kilómetros de la capital provincial, nos dimos todos un saltito hasta allá y cambiamos de aires por unas siete horas.
Nuestras niñas se divirtieron de lo lindo en la bien llamada Villa Azul de Cuba. Sofía cantó varias canciones de su «repertorio» y, por si eso no bastara, «participó» en la sesión teórica del evento con papá. Beatriz, por su parte, correteó todo lo que quiso por los pasillos y jardines y hasta se fue de compras con mamá. Se portaron excelentemente las dos princesas y no se ganaron ni siquiera un regaño, lo cual les agradecimos sobremanera.
En el viaje de retorno en ómnibus, el sueño las rindió en nuestros brazos. Por fortuna, Morfeo no las retuvo durante mucho rato en su reino y al cabo de una hora, aproximadamente, ya estaban las dos despabiladas y listas para reiniciar sus travesuras. Y cuando digo «por fortuna» es porque la brevedad de la siesta nos garantizó que por la noche se fueran a la cama relativamente temprano y nos dejaran a nosotros -mamá y papá- descansar también un poco luego de una intensa y feliz jornada de trasiego puertopadrense.
Hoy, 10 de diciembre de 2007, Sofía cumple tres años de edad. Pero de eso hablarán mañana las imágenes de su fiestecita. Las publicaré aquí mismo, en mi página. ¡Felicidades, mi Sofi!
Leer más...
domingo, 8 de abril de 2007
Mi familia por dentro

BEATRIZ nació al mediodía del lunes 3 de abril del año 2006, es decir, alrededor de 16 meses después que su hermanita mayor. Su signo zodiacal es Aries. Pesó siete libras exactas en la báscula del hospital «Doctor Ernesto Guevara de la Serna», en Las Tunas, Cuba. Se trata de una diablita intranquila y simpática, que irradia carisma por todas partes. La Betty es capaz de tirarle los brazos a cualquiera, aunque no lo conozca. Siempre está de buen humor y con una sonrisa pícara a flor de labios. Nuestros amigos se desviven por tenerla entre sus brazos, porque Beatriz es la alegría personificada. Exhibe una salud de hierro y un apetito voraz, incluso en los horarios más insospechados. Come lo mismo carne asada que pan viejo. Cuando tiene hambre no entiende de bromas. Tan pronto se llena, es toda risa. Duerme de un tirón toda la noche, aunque antes de irse a la cuna exige su correspondiente biberón con nueve onzas de leche. Se despierta primero que Sofía y rápidamente clama por su desayuno. Es juguetona y le encanta mortificar a su hermana, pues tan pronto se le presenta una oportunidad le quiere quitar sus juguetes, principalmente sus libros. Recientemente le celebramos su primer añito y lo disfrutó mucho. Llora muy poco, pero, cuando lo hace, altera a todo el mundo en la casa por la intensidad de sus gritos. Algunos en la familia aseguran que se da un parecido a mi difunta madre. ¡Cuánto orgullo hubiera sentido mi vieja con esa conmparación!" Beatriz todavía no camina sola, pero ya está dando pasitos con cierta seguridad. Esperamos que dentro de un mes a lo sumo ya lo haga sin dificultades. Yo la saco a pasear cada vez que puedo y en la calle la gente la celebra mucho. La llevo a visitar a mis parientes y a mis amigos. Cuando crezca un poquito más, comenzaré también a llevarla al parque infantil y al guiñol.
IRIS, mi esposa, nació el 15 de enero de 1971. Procede del municipio de Pilón, en la provincia de Granma. Realizó sus estudios secundarios y de pre-universitario en el Instituto Pre-Universitario Vocacional de Ciencias Exactas José Martí, de la ciudad de Holguín. Allí le fue asignada la carrera de Licenciatura en Periodismo, que cursó en la Universidad de Oriente, en Santiago de Cuba, desde el año 1988 hasta el año 1993, cuando se graduó. Fue en su época universitaria cuando nos conocimos, ya que los dos estábamos en la misma aula. Nos acercaron, principalmente, la afición por la lectura y la afinidad de intereses. Formamos pareja desde el año 1991. Cuando se graduó como licenciada en Periodismo, fue ubicada para su servicio social en su municipio de residencia, en calidad de corresponsal de la emisora provincial Radio Bayamo. Desde Pilón realizó coberturas y reportes diarios para la planta matriz sobre el acontecer socio-económico del territorio, principalmente del polo turístico existente en la zona, con sus hoteles Cuatro Estrellas Farallón del Caribe y Marea del Portillo. Al cumplir sus dos años de servicio social, vino para Las Tunas a reunirse conmigo y comenzó a trabajar en el periódico 26, donde todavía se mantiene, aunque hace dos años que apenas escribe por encontrarse de licencia de materrnidad.. Llevamos casi 15 años de relación matrimonial. Como profesional, ha ganado diversos concursos y sus trabajos de opinión sobre temas de la juventud suelen tener repercusión. Con ella he formado mi pequeña familia.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)