jueves, 4 de octubre de 2012

Las frases de mi Sofía

Tengo dos hijas que le dan sentido a mi existencia. Ustedes lo saben, porque mucho que he escrito aquí sobre ellas. La mayor se llama Sofía (siete años de edad, en la foto), y la menor, Beatriz (seis años). Son dos chicas despiertas y ocurrentes. A menudo, tanto una como otra se gastan unas frases que, vaya... ¡me dejan de una pieza!  Compartiré con ustedes algunas dichas por Sofía. En una próxima entrega irán las de Beatriz, quien también se las trae en cuanto a agudeza. Advierto que Sofía es de personalidad fantasiosa y soñadora; Betica, por su parte, es pragmática y realista. ¡Qué gran fortuna verlas tan diferentes! No existe nada más aburrido que la homogeneidad. Ahí van algunas «perlas» de mi Sofi.

1- «Papito, escucha: si los niños no deben ver telenovelas, porque, según tú, están hechas para adultos, los padres tampoco deben ver muñequitos, porque están hechos para los niños» (así me dijo cuando me sorprendió viendo animados por la tele).

2- «Papito, tengo que hablar bravamente contigo» (esa fue su expresión el día en que no fui puntual al buscarla en el círculo infantil. Estaba indignadísima e inventó ese simpático adverbio).

3- «Papito, ¿es cierto que cuando los dinosaurios existieron yo era solamente una diminuta célula?» (me quedé patitieso, jajajaja).

4- «Papito, yo tuve un noviecito de mentiritas en el círculo que se llama Christian Hernández». Yo le dije, en broma: «Sofía, pero es muy feo» Y ella, indignada: «Papito, para mí todas las personas son lindas».

5- «Papito, ¡cómo hay nubes en el cielo esta noche! Me gustaría agruparlas, convertirlas en algodón y curar con ellas todas les heridas del mundo» (me dejó sin palabras, y ella, como si acabara de decir la frase más común de su repertorio, se fue a otra parte).

6- «Papito, me gustaría saber cocinar para hacerte todos los días almuerzo y comida» (nada, sencillamente..., ¡no sé qué decir!).

7- Beatriz estaba llorando porque quería un pañito que traía Sofía. «Yo lo quiero», sollozaba Betica. Y Sofía: «Bueno, Betica, tú lo podrás querer, pero quererlo no significa que lo tendrás» (jajajajajaja).

8- «Papito, te diré algo: el refresco instantáneo es instantáneamente rico» (sencillamente genial. Y perdonen a este padre adulador).

9- «Papito, en tu librero hay un libro que se llama La paciente impaciencia. Pero a ti hay que llamarte al revés: La impaciente paciencia, porque no tienes paciencia para nada» (respuesta de Sofía ante mi impaciencia por su demora en prepararme un refresco. La paciente impaciencia es un libro del nicaraguense Tomás Borge).

10-  Una mañana, mientras la llevaba de la mano a la escuela, comencé a hacerle preguntas diversas. Sofía se cansó de responder. Y, de pronto, me dijo: «Papito, no me preguntes tanto». Y yo: «Sofi, recuerda que soy periodista, y los periodistas preguntamos mucho». Y ella: «Sí, eres periodista, lo sé, pero tú no me estás haciendo una entrevista».

11- Una noche, intencionadamente y a manera de relato aleccionador, le conté a Sofía algo desagradable que le había ocurrido a otra gente.  Me prestó mucha atención. Finalmente, dijo: «Ay, Papito, ojalá que eso no nos ocurra nunca a nosotros. Déjame tocar madera». Pero, como no había ningún objeto de madera por los alrededores, cambió de idea: «Bueno -se justificó-, no veo  nada de madera por aquí cerca. Pero yo creo que da lo mismo si toco algo de hierro». Y, ni corta ni perezosa, Sofía tocó tres veces con sus nudillos un brazo del sillón metálico en el que ambos estábamos sentados.

12- «Tía, no te pongas brava por lo que te voy a decir, pero, con ese pelo alborotado, te pareces a un científico que le ha explotado un experimento en la cara» (así le dijo a una tía que, acabada de levantar por la mañana, todavía no se había peinado).

13- Tiene muchas inquietudes idiomáticas. Una vez me preguntó: «Papito, las palabras son injustas. ¿Por qué se le dice solamente lunar, y no también solar, a esa manchita que tenemos en el cuerpo? La Luna y el Sol tienen el mismo derecho». Y en otra: «Papito, si tú me dices que te dé un abrazo, es con los brazos. Pero si te paso una pierna por encima cuando estoy durmiento, lo que te estoy dando es un apierno. ¿no te parece?»  (En ambas ocasiones le respondí: «Ahh, no Sofía, por favor, yo de eso no sé nada, no me atormentes»).

14- Una tarde se peleó conmigo porque no quise complacerle uno de sus caprichos. «¡Ya no serás más mi papito!», me hizo saber, llorosa. Al poco rato me necesitó para algo impostergable. Le hacía falta una hoja de papel y yo podía facilitársela. Pero, como me había dicho que ya yo no sería más su papito, quería dirigirse a mí de forma tal que no afectara su «dignidad». Y la encontró. Me dijo muy seria, luego de un receloso e indeciso merodeo en torno mío: «Ex-papito, ¿podrías regalarme una hoja?». Se la busqué, la tomó en sus manos y, después que me dio la espalda sin darme ni siquiera las gracias -y a hurtadillas, para que no me escuchara- por poco me muero de la risa.

15- Mientras ella veía muñequitos en el televisor de la sala, yo tecleaba la PC, ansioso por ponerle punto final a un reportaje. En eso tocaron a la puerta. Por los golpes supe que era Beatriz, quien jugaba fuera de la casa con sus amiguitas y venía en busca de algo de comer. Como la puerta me quedaba algo distante y el sillón donde se había acomodado Sofía estaba casi al lado, le pedí desde el cuarto: «Sofi, abre, que es tu hermana». Y ella, absorta y sin quitar la vista de la pantalla, me replicó, tranquilamente: «Abre tú, que es tu hija» (acabó conmigo jajajajaja...).

16-  Todas las mañanas, camino a la escuela, tomo una flor de un rosal vecino y se la regalo. Hubo una particularmente hermosa. «Mïrala bien, Sofi, qué pétalos tan parejos, qué olor tan delicado, qué color tan bonito... Solo la madre naturaleza puede crear algo así tan perfecto, ¿no te parece?». Calló un momento y luego me replicó: «Bueno, Papito, lo que dices de la flor es verdad. Pero la que no es tan perfecta es la naturaleza, porque si lo fuera  no nos hiciera sufrir con sus ciclones».

3 comentarios:

¡Que así sea! dijo...

Sofía:Es cierto que el refresco instantáneo es instantaneamente rico. Tienes toda la razón.
Gracias a Dios que tu padre se encarga de dejar plasmada tu obra. Un beso.

tania cepero dijo...




Hola juan me llamo tania cepero, soy de tu provincia y estoy en venezuela cumpliendo mision, lei tu publicacion de sofia, me encanto, es verdad que los niños son asi, tengo uno pequeño que quiere ir a la luna jaajaj me dio alegria ver las fotos de las niñas te conozco porque sigo mucho el periodico 26 de mi tierra, un abrazo fraternal,

Unknown dijo...

Profesor Morales que bueno que dejaste la Educacion Fisica por el Periodismo, eres un profesional excepcional, todos tus escritos son verdaderamente interesantes y de gran valor, da gusto leer todo lo que escribes, te admiro amigo Lorenzo Alleyne

 
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