Los faros son estructuras desde las que se proyecta luz durante la noche o que sirven como referencia durante el día para guiar a los navíos en aguas cercanas a la costa. Su importancia está probada en la historia de la navegación, pues ni se sabe cuántos buques de todos los calados y épocas han podido sortear con éxito peligros marítimos de todo tipo gracias a su oportuna intervención
Estos aparatos suelen construirse en puntos costeros importantes, así como en rocas aisladas o hundidas, en aguas poco profundas y en las entradas de los puertos. Tienen su origen en las fogatas que hacían en las playas los marineros antes de zarpar para tener después iluminado el sitio exacto del retorno.
El faro más célebre de la historia fue el de la ciudad egipcia de Alejandría, considerado una de las Siete Maravillas del mundo antiguo. Se erigió en una isla llamada precisamente así, Faro, en época tan remota como el año 279 antes de Cristo. Tenía forma octogonal sobre una plataforma cuadrada, con una altura de 134 metros. Un colosal terremoto lo derribó en el siglo XIV.
Hoy los especialistas calculan que un faro de un metro de elevación puede divisarse a 15 kilómetros de distancia mar adentro, y uno de 100 metros a 48 kilómetros. En sus señales luminosas, estos aparatos utilizan por lo común luces de color blanco, porque la verde y la roja tiene menos intensidad.
El faro del Puerto de Manatí entró en servicios el día 5 de septiembre de 1923, y sus primeros destellos fueron vistos exactamente a las 5 y 30 de la tarde de ese día. Un libro de bitácora guardado celosamente por Isauro García Pérez, un habitante de este poblado marítimo, registra que la primera persona en desempeñar el oficio de farero allí se llamó Manuel Gómez Flores.
También consigna que aquel día se hallaba atracado en el muelle manatiense el vapor norteamericano Santa Isabel, cuyo capitán, en unión del práctico del puerto, se hizo a la mar en la embarcación La joven Pastora para comprobar con sus propios ojos el alcance de los destellos, lo cual corroboró desde la zona conocida por Punta Brava, a nueve millas y media del espigón.
Gracias a su posición en el litoral manatiense, muchos barcos pudieron rectificar rumbo en épocas en que la navegación no estaba todavía suficientemente desarrollada. Hoy la tecnología ha desplegado medios más avanzados que proyectan rayos luminosos desde lámparas incandescentes. Así, las luces modernas son eléctricas y están equipadas con varios tipos de señales para la niebla y sistemas auxiliares de navegación por radio. Sin embargo, los faros clásicos continúan ahí, como si tal cosa.
Estos aparatos suelen construirse en puntos costeros importantes, así como en rocas aisladas o hundidas, en aguas poco profundas y en las entradas de los puertos. Tienen su origen en las fogatas que hacían en las playas los marineros antes de zarpar para tener después iluminado el sitio exacto del retorno.
El faro más célebre de la historia fue el de la ciudad egipcia de Alejandría, considerado una de las Siete Maravillas del mundo antiguo. Se erigió en una isla llamada precisamente así, Faro, en época tan remota como el año 279 antes de Cristo. Tenía forma octogonal sobre una plataforma cuadrada, con una altura de 134 metros. Un colosal terremoto lo derribó en el siglo XIV.
Hoy los especialistas calculan que un faro de un metro de elevación puede divisarse a 15 kilómetros de distancia mar adentro, y uno de 100 metros a 48 kilómetros. En sus señales luminosas, estos aparatos utilizan por lo común luces de color blanco, porque la verde y la roja tiene menos intensidad.
El faro del Puerto de Manatí entró en servicios el día 5 de septiembre de 1923, y sus primeros destellos fueron vistos exactamente a las 5 y 30 de la tarde de ese día. Un libro de bitácora guardado celosamente por Isauro García Pérez, un habitante de este poblado marítimo, registra que la primera persona en desempeñar el oficio de farero allí se llamó Manuel Gómez Flores.
También consigna que aquel día se hallaba atracado en el muelle manatiense el vapor norteamericano Santa Isabel, cuyo capitán, en unión del práctico del puerto, se hizo a la mar en la embarcación La joven Pastora para comprobar con sus propios ojos el alcance de los destellos, lo cual corroboró desde la zona conocida por Punta Brava, a nueve millas y media del espigón.
Gracias a su posición en el litoral manatiense, muchos barcos pudieron rectificar rumbo en épocas en que la navegación no estaba todavía suficientemente desarrollada. Hoy la tecnología ha desplegado medios más avanzados que proyectan rayos luminosos desde lámparas incandescentes. Así, las luces modernas son eléctricas y están equipadas con varios tipos de señales para la niebla y sistemas auxiliares de navegación por radio. Sin embargo, los faros clásicos continúan ahí, como si tal cosa.
1 comentarios:
Hola Juan te escribo desde buenos aires, te cuento estoy trabajando en la historia de los faros y encontre tu pagina, te pregunto tenes algo mas ? o algunas fotografias en mayor resolucion ? Un cordial saludo Juan Carlos Franco www.aventuraenvelero.com.ar
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