sábado, 21 de agosto de 2010

Historias callejeras

La mayoría de los seres humanos venimos al mundo con nombres preelegidos por nuestros parientes cercanos. Luego, con mejor o peor fortuna, los llevamos a cuestas durante toda la vida. Algunos tal vez resulten fonéticamente horribles o caligráficamente complejos. Sin embargo, solo en raras ocasiones los inconformes deciden cambiárselos por otros más a tono con sus preferencias. 
No ocurre igual con las denominaciones de las calles. Una avenida pudo tener ayer una identidad, ostentar hoy otra diferente y mostrar mañana una tercera. Estos cambalaches nominales dependen de disímiles factores, entre ellos la voluntad expresa de quienes ostentan la prerrogativa de la decisión. 
Hace poco más de 150 años, la otrora Victoria de las Tunas fue declarada Ciudad por las autoridades coloniales españolas. En 1868, cuando estalló en la antigua provincia de Oriente la Guerra Grande, la villa contaba con 15 vías urbanizadas. Ninguna conserva en la actualidad su nombre original. 
La arteria tunera más populosa es la avenida Mayor General Vicente García. Su nombre original (1868) fue Isabel Segunda, reina de España entre los años 1833 y 1886. Casi 20 almanaques después, su rótulo se cambió por calle Campoamor, apellido de un célebre poeta peninsular.
Hasta inicios del siglo XX, resultó común que la gente de campo recorriera a caballo esta popular calle. Se conservan aún varias argollas empotradas en los contenes, donde sus dueños amarraban las bridas de los nobles brutos.
La calle Lucas Ortiz corre también por las proximidades del corazón de la capital tunera. Sin embargo, no fue ese su primer apelativo, sino Príncipe, vaya usted a saber en honor a qué Alteza Real de la metrópoli.
En 1869 se le comenzó a llamar Bombero, para dignificar a ese gremio. En 1884 sufrió otro cambio: Moratín, notable escritor madrileño. En 1905 los adulones le endosaron Becerra, apellido de un conquistador. Desde 1931 se le llama Lucas Ortiz, ilustre capitán del Ejército Libertador.
Un caso singular es el de la calle Colón, que también serpentea por el ecuador histórico tunero. En 1868 la bautizaron como avenida de Los Pinos, quizás por la profusión de esos árboles a lo largo de su recorrido. Lo curioso es que esta calle ostenta hoy varios nombres en su trayecto.
Se llama así, Colón, desde su origen en la zona de La Martilla hasta la calle Francisco Varona. De ahí a la calle Gonzalo de Quesada se llama Ángel Guardia, mambí caído en la toma de Las Tunas de 1897. Desde Ángel Guardia hasta el ferrocarril, es avenida Frank País. Y hasta la salida hacia Puerto Padre, todos la conocen por avenida Camilo Cienfuegos
La ciudad de Las Tunas tiene otro caso singular: una cuadra con nombres diferentes en cada acera. Está en la Placita de los Recuerdos, en el reparto México. Allí convergen en cuchilla las calles Joaquín de Agüero y Nicolás Heredia. Ambas siguen la misma ruta con igual identidad hasta la Feria, donde terminan. Lo curioso  de esto es que los vecinos que la habitan viven en la misma cuadra, pero no en la misma calle. 
La calle Martí cuenta también con su historia. Al inaugurarse en 1868, las autoridades le pusieron por rótulo calle Carlos Conus, nombre de un capitán español que apresó al patriota camagüeyano Joaquín de Agüero, quien en 1851 intentó sin éxito tomar Las Tunas. En 1905, pasó a denominarse calle República, que era la condición de Cuba desde 1902. 
Otra calle tunera, la Lico Cruz, se llamó en 1868 Maria Luisa, en honor a la Infanta María Luisa Fernanda de Borbón, hija de los reyes Fernando VII y María Cristina, soberanos españoles del siglo XIX. En 1884, los colonialistas decidieron que esta calle Maria Luisa se llamara calle Pelayo, alegoría a un antiguo obispo de la asturiana ciudad de Oviedo. 
En 1905, ya en tiempos republicanos, se le bautizó como calle Manuel Cruz, comandante mambí caído en combate el 6 de mayo de 1871. Desde  1931 esta vía se llama calle Lico Cruz, otro ilustre insurrecto local. 
A ciertas calles tuneras las autoridades coloniales de la época les impusieron títulos de ingrata recordación, como Leopoldo O´Donell, nombre con el que fue agraviada  en 1868  y hasta años después la actual calle Julián Santana (nombre de un glorioso general mambí de origen canario). 
Este Leopoldo O´Donell fue un alto oficial del Ejército Español, además de Gobernador General de la isla entre 1843 y 1848. En su tristemente célebre mandato fusilaron al poeta Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido). Hizo famosa una frase, adoptada luego por los mayorales en las plantaciones cañeras esclavas: «con sangre se hace azúcar». 
La calle Joaquín de Agüero responde por ese nombre desde 1905. Antes, en 1868, se le conocía por Piquero, reminiscencia del antiguo soldado cuyo única arma en las batallas era una lanza o pica. En 1884 recibió el patronímico de calle León XIII, Papa desde 1878 hasta 1903. 
Otra conocida calle exhibió proclividad por nombres de notables de las letras. Como la Nicolás Heredia, que perpetúa a un novelista cubano del siglo XIX. En 1884 esta vía se llamó Cervantes, apellido del más grande escritor en lengua hispana: don Miguel de Cervantes
Además de las ya mencionadas Julián Santana, Vicente García, Lico Cruz, Lucas Ortiz y Francisco Varona, otras vías tuneras llevan nombres de grandes patriotas locales de nuestras luchas  independentistas decimonónicas. Son las calles Ramón Ortuño y Francisco Vega, ambos generales del Ejército Libertador. La calle Lorenzo Ortiz inmortaliza a otro mambí de menor rango militar, pero igualmente glorioso. 
Con nombres de la última etapa de la lucha revolucionaria existen en Las Tunas las calles Carlos Sosa Ballester, Pelayo Paneque, Aquiles Espinosa, Waldemar Membrado y Calixto Sarduy, entre muchos otros. Hay algunas que inmortalizan a héroes nacionales, como las calles Máximo Gómez, José Martí Antonio Maceo, algo frecuente en casi toda la isla. 
A lo largo de la historia, ciertas calles tuneras ostentaron  por un tiempo denominaciones a las cuales no se les ha encontrado completo sentido: Rastro, Límites y Suburbios. Raros, ¿verdad? 
Otro nombre nada convencional lo lució la actual  calle 24 de Febrero, que en 1868 se llamó Campana. La que hoy conocemos por calle Maceo, fue la calle Canoa desde 1868 hasta 1884. Y la conocida calle Nicolás Heredia era en 1869 la calle Cruz Verde
Las calles son más que corredores para transitar a pie, sobre ruedas o por cualquier otro medio los asentamientos poblacionales. Ellas integran la vida orgánica de las ciudades. Son sus arterias, sus neuronas y sus tejidos. Conocerlas es acceder a una zona importante de nuestra historia.

2 comentarios:

publicar articulos gratis dijo...

buen articulo gracias

Anónimo dijo...

Interesante y eduativo tu articulo, ademas de muy bien hecho.

jejeje, me cambiaria el nombre con mucho gusto, pero creo que me traeria mas problemas que llevarlo.
fidel.

 
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