martes, 22 de diciembre de 2020

El hueco (o el hoyo) de Facundo

Allá por los años 50 del siglo pasado, un conocido ex boxeador y camionero manatiense ya fallecido, de nombre Facundo Acuña, comenzó a extraer tierra con fines comerciales en una zona próxima al actual centro telefónico del municipio. Refieren testigos de la época (entre ellos su hijo Cundi) que, primeramente, dicha labor se realizaba mediante el pico y pala, hasta que luego se apeló a los buldózeres, más rápidos y menos agotadores. Por aquellos tiempos apenas existían viviendas en sus inmediaciones. La tierra extraída -blanca, de excelente calidad y magnífica para rellenar casas, calles y caminos- fue originando poco a poco una enorme oquedad, a la cual los lugareños se dieron enseguida en llamar El hueco (o el hoyo) de Facundo. La pequeña cantera se estuvo explotando intensamente durante décadas, hasta que un día Facundo y sus operarios decidieron ponerle punto final la empresa y dedicarse a otras cosas. El hueco (o el hoyo) de Facundo quedó allí como una confirmación de los esfuerzos del hombre por aprovechar en su beneficio los recursos brindados por la naturaleza. Recuerdo que cuando llovía torrencialmente, se anegaba de agua, ocasión que aprovechaban muchos fiñes de las proximidades para utilizarlo como piscina. Tampoco faltaban por el estratégico sitio la presencia de parejitas de enamorados, que se daban cita por allí para consumar sus encuentros furtivos, fuera del alcance de chismes barrioteros y pupilas indiscretas. Más tarde, El hueco (o el hoyo) de Facundo asumió funciones menos dignas, al ser tomado como vertedero donde arrojaban desperdicios y escombros tanto el vecindario como las instituciones locales, un verdadero paraíso para los “buzos” que escarbaban entre las montañas de basura en busca de trastos y objetos inservibles para entregarlos a materia prima o para aprovecharlos vayan usted a saber en qué menester. También fue el lugar de destino para cuanto hierro viejo molestara en algunas de las áreas del ingenio. Con tal método, poco a poco el hueco se fue rellenando otra vez hasta quedar en las condiciones en que se encuentra actualmente. De la oquedad original apenas quedan vestigios, porque el tiempo se encargó de sellarla. Muchas de las casas y locales que hoy se levantan en su perímetro fueron edificadas sobre ese heterogéneo material, llegado allí de manos de los recogedores de basura y de chatarra de más de una generación. El hueco (o el hoyo) de Facundo no es un nombre abstracto para los manatienses, sino una referencia concreta y precisa para llegar a sitios muy bien determinados de la localidad. "Eso queda por allá por el Hueco de Facundo", le dicen a quien no da con una dirección. Su historia tiene que ver con movimiento de tierra y con ruido de camiones en una época donde toda esa zona estaba despoblada y virgen. Pero, historia al fin, nos trae desde la distancia una página que rellena a su manera un espacio entrañable de nuestros afectos.

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