El hotel Cadillac, instalación emblemática del sector en Las Tunas, acaba de ponerle punto final a su prolongada pero necesaria rehabilitación y ahora exhibe sus mejores galas en el mismo centro histórico de la ciudad. Su privilegiada ubicación propicia que se integre de maravillas al novísimo bulevar, proyecto concebido para ambientar la calle Francisco Vega desde su intersección con su homóloga Lucas Ortiz y que ya transita por su tercera cuadra reanimada.
La opinión general es que el Cadillac quedó como de estreno, apreciable tanto en la elegancia de su aspecto exterior como en la exquisitez de su terminación. A la ciudad le apremiaba un sitio así para darle un toque de distinción a su semblante venido a menos. Desde el punto de vista urbanístico y arquitectónico, el inmueble deviene joya que pasa a formar parte del patrimonio histórico y cultural de los tuneros.
La construcción de este edificio de reminiscencia racionalista data de 1945. Como entonces, hoy tiene tres niveles y un sótano, con volumetría simple de balcones corridos y pureza formal en la combinación de sus líneas rectas y curvas. Su magnífica posición en una esquina de la calle Ángel Guardia, frente al parque Vicente García, le garantiza excelencias visuales desde y hacia la propia instalación.
Cada etapa del nuevo diseño tuvo presente integrarlo con armonía y sobriedad a su entorno. También conservar al máximo sus proporciones exteriores e interiores. El Cadillac, como saben los tuneros, es un inmueble pequeño, que cuenta ahora con ocho confortables habitaciones y prioriza su gestión en servicios extrahoteleros con un centro nocturno, un bar-cafetería con extensión a la calle y un bar-mirador en su terraza.
Algo que fue una constante en el trabajo especializado de los restauradores fue respetar el carácter tradicionalista del diseño y estilo del Cadillac, propios de los años 40 y 50 del siglo pasado. Eso le imprimió valores estéticos adicionales, tanto en el mobiliario seleccionado como en las fachadas. Igualmente, se tuvo sumo cuidado en el momento de elegir la iluminación, los accesorios y la ambientación plástica, para que combinaran lo antiguo con lo contemporáneo.
Los especialistas pusieron tal esmero en esos nobles propósitos que cuando concibieron el diseño exterior del hotel hicieron todo tipo de investigaciones en torno a su época de mayor esplendor. Una técnica empleada por ellos fue calar a fondo las paredes para determinar los colores originales. En cuanto al interior, le incorporaron con fines ornamentales la vegetación necesaria y le confirieron a cada espacio una identidad sin excesos de rebuscamientos decorativos.
La operación del hotel Cadillac corre a cargo de la cadena Isla Azul. Es el resultado de un trabajo multidisciplinario, que perseveró en conseguir una obra con atributos capaces de satisfacer elevadas exigencias. No solo representa un producto turístico. También una institución a la que la historia citadina acoge con beneplácito.
La construcción de este edificio de reminiscencia racionalista data de 1945. Como entonces, hoy tiene tres niveles y un sótano, con volumetría simple de balcones corridos y pureza formal en la combinación de sus líneas rectas y curvas. Su magnífica posición en una esquina de la calle Ángel Guardia, frente al parque Vicente García, le garantiza excelencias visuales desde y hacia la propia instalación.
Cada etapa del nuevo diseño tuvo presente integrarlo con armonía y sobriedad a su entorno. También conservar al máximo sus proporciones exteriores e interiores. El Cadillac, como saben los tuneros, es un inmueble pequeño, que cuenta ahora con ocho confortables habitaciones y prioriza su gestión en servicios extrahoteleros con un centro nocturno, un bar-cafetería con extensión a la calle y un bar-mirador en su terraza.
Algo que fue una constante en el trabajo especializado de los restauradores fue respetar el carácter tradicionalista del diseño y estilo del Cadillac, propios de los años 40 y 50 del siglo pasado. Eso le imprimió valores estéticos adicionales, tanto en el mobiliario seleccionado como en las fachadas. Igualmente, se tuvo sumo cuidado en el momento de elegir la iluminación, los accesorios y la ambientación plástica, para que combinaran lo antiguo con lo contemporáneo.
Los especialistas pusieron tal esmero en esos nobles propósitos que cuando concibieron el diseño exterior del hotel hicieron todo tipo de investigaciones en torno a su época de mayor esplendor. Una técnica empleada por ellos fue calar a fondo las paredes para determinar los colores originales. En cuanto al interior, le incorporaron con fines ornamentales la vegetación necesaria y le confirieron a cada espacio una identidad sin excesos de rebuscamientos decorativos.
La operación del hotel Cadillac corre a cargo de la cadena Isla Azul. Es el resultado de un trabajo multidisciplinario, que perseveró en conseguir una obra con atributos capaces de satisfacer elevadas exigencias. No solo representa un producto turístico. También una institución a la que la historia citadina acoge con beneplácito.
0 comentarios:
Publicar un comentario